Baile de máscaras

Elecciones generales

Baile de máscaras

Esta precampaña, las estrategias políticas se entrecruzan y a menudo se plagian, las caras se confunden, las ideas se contradicen y los nombres cambian al son del ritmo musical de cada orquesta. La precampaña electoral está siendo como un baile de máscaras. Las estrategias políticas se entrecruzan y a menudo se plagian, las caras se confunden, las ideas se contradicen y los nombres cambian al son del ritmo musical de cada orquesta. Las sorpresas tras los disfraces llenan el país de exclamaciones. “¡Carmen Lomana al Senado!” “¡Y en la lista de VOX!” El pijoterío del cuché busca la popularidad a cualquier precio de imagen, lo mismo subiéndose a un cocotero que convirtiéndose a la extrema izquierda, perdón derecha. Da lo mismo.

Las sorpresas nunca terminan de impactarnos. Hasta el propio Nicolás, el Pequeño Nicolás de toda la vida, anuncia que su voto ya no será para sus amigos de la calle Génova sino para Ciudadanos. Bueno, un voto nadie lo desprecia. Un ex general del máximo relieve y seriedad, deja el uniforme para alistarse en las listas al Congreso. Y un juez, predestinado a emitir sentencias memorables, abandona la toga para meterse en el fregado de la política cotidiana. Que venga Dios y lo certifique para creérnoslo. Pero las sorpresas no se acaban con los fichajes de infarto.

Las sorpresas proceden también de los ambientes familiares más contradictorios. Juan Carlos Monedero seguirá con sus vapuleados huesos liderando la revolución pendiente y luchando contra el sistema en las filas de Podemos desde un escaño en el Congreso. Pero su padre, Salvador, un hombre de orden de siempre, se contagia de la vocación política y mesiánica de su hijo, y, lo mismo que Carmen Lomana, también se alista a salvar a España, y no precisamente para compartir votos y estrategias con su heredero.

Salvador Monedero concurrirá frente a su hijo en la lista de VOX, el partido escindido del PP por la derecha que cobija a quienes ven a Mariano Rajoy escorado a la izquierda. Deberían mirarse la vista, ya lo sé. Más de uno tendrá cataratas, con lo fácil que es operarlas y lo incómodo que debe de ser vivir con ellas. Los partidos emergentes, Podemos, Ciudadanos y algún etcétera, colmo VOX, no viven sin vivir en sí. Algunos han hecho fichajes a prisa y corriendo y en varios casos la han “piciado”.

Podemos se lleva el récord de deserciones de última hora y eso que la campaña aún no ha comenzado. Por algo la organización de Pablo Iglesias se rompe cual frágil porcelana en plazas tan tranquilas como Huesca y hasta en Andalucía. Allí la espantada es más visible. La han iniciado dos incorporaciones de campanillas, los catedráticos Javier Pérez Royo y Juan Manuel Gómez Benítez, Ambos han tirado la toalla. Pero detrás de los intelectuales han sido los obreros, y también a pares, los que han renunciado. Diego Cañamero y Manuel Sánchez Gordillo, los dos líderes del inconformismo rural, también se han dado la vuelta.

Un tal Willy Toledo, que nunca tiene miedo a despeinarse provocando escándalos verbales y provocaciones intempestivas parece que no ha tenido oportunidad de decir que no, ya que. aunque seguramente no le hubiese disgustado, nadie se molestó en invitarle. El baile no es tan abierto como parece, y quitarse el disfraz o cambiarle cuando se pasa del rock al tango no parece un obstáculo.

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