El mito de que los años que acaban en 5 son alcistas

Especial XXIV Aniversario

El mito de que los años que acaban en 5 son alcistas

Victoria Torre

La estadística dice que los años terminados en 5 son buenos para invertir en Bolsa. Pero estamos ya en noviembre y, hasta el momento, el Ibex no se encuentra muy lejos del nivel en el que arrancó el año. Lo cual no quiere decir que su cotización no haya estado exenta de altibajos, ya que el índice ha llegado a revalorizarse un 14,64% y a caer un 10,23%, en ambos casos sobre su nivel de arranque de año. También la volatilidad intradía ha estado presente a lo largo de este 2015, habiendo llegado a alzarse el selectivo un 3,87% en un solo día, y a caer un 5,01% en otro (‘Lunes negro’ del 24 de agosto).

Está volatilidad ha venido de la mano (y seguirá así) de múltiples incertidumbres.

La primera de ellas ha sido la política, con fuerzas como Podemos llamando a las puertas de La Moncloa. Aunque su discurso se ha moderado notablemente según llegamos a las elecciones, debemos recordar que nació proponiendo medidas como la salida del euro, el impago de la deuda española o la nacionalización de bancos y compañías eléctricas.

Por el Noreste de la Península es otra sombra la que añade, si cabe, más incertidumbre al futuro político español en el corto plazo (y por tanto a los mercados): el independentismo catalán. Aunque muchos llevan ya varios años reclamando una República Catalana independiente del Reino de España, ha sido en este año 2015 cuando se ha pasado a la acción, haciéndose oír en los principales medios del mundo.

Este año podemos destacar también el caso de Grecia. En un país azotado por una deuda que superaba el 150% de su PIB, una tasa de paro insostenible y una corrupción aceptada culturalmente, Syriza llegaba al poder, basándose en un programa electoral muy similar al de Podemos en España. Los desencuentros entre Syriza y la Troika fueron constantes, hasta el punto de que muchos dieron por descontado que Grecia podría salir de Europa. Grecia estaba en bancarrota, y necesitaba dinero. El Eurogrupo le ofrecía ese dinero, pero a cambio de duras condiciones de recortes, ajustes y control presupuestario. Aunque el pueblo heleno respondió con un contundente NO a esas condiciones en un referéndum, al día siguiente pudimos ver a Alexis Tsipras, líder de Syriza, firmando un SÍ en Bruselas. Bajo las sospechas de un posible efecto contagio, la aceptación por parte de Syriza de las condiciones de Europa parece que redujo, al menos parcialmente, la credibilidad de las promesas de Podemos en España. El asunto griego fue durante un tiempo el asunto crucial para la supervivencia del ‘Proyecto Europa’.

Grecia pasó a un segundo plano, sin embargo, cuando comenzaron a llegar preocupantes datos desde China. Parecía que el ‘Gigante Asiático’ ya no crecía al desorbitado ritmo al que venía haciéndolo en los últimos 15 años. Todo apuntaba a que el crecimiento de China se frenaba y, con él, el del resto del mundo. Para más inri, China devaluaba su moneda y entraba en la competencia por las exportaciones. China lleva tiempo buscando una transformación de su modelo de crecimiento, dejando atrás la política de inundar los mercados de productos de baja calidad fabricados con mano de obra barata y poco cualificada, pasando ahora a apoyarse en su futura demanda interna, mayor cualificación de su mercado laboral y calidad del producto. Si China no compra, los demás no venden, y los precios caen. Han caído el petróleo y las materias primas, y con ellos sus principales exportadores (véanse los BRICS: Brasil, Rusia, India, la propia China y Sudáfrica; a los que se pueden sumar México, Chile y los países adyacentes a China como Taiwán o Tailandia).

España sale perjudicada con el retroceso de los países emergentes, dada la alta exposición que mantienen en ellos algunas compañías de nuestro selectivo, especialmente en Latinoamérica.

Parece que la actividad exportadora de Europa, la alemana incluida, también se ve en parte resentida, siendo ahora China y el actual panorama económico mundial los principales problemas para la recuperación económica que tanto ansía Europa.

EEUU, por su parte, ha mostrado fortaleza suficiente para no tener que preocuparse en exceso sobre China, sacando músculo a través de un sólido consumo y el mercado laboral más fuerte de los últimos siete años.

Aunque parece que las dudas en torno a China se van disipando, consolidando su crecimiento con previsiones en torno al 6,5%, habrá que seguir el tema de cerca ya que, aunque la estadística nos decía que este año era bueno para la renta variable, la realidad nos ha dicho algo también, y es que no hay mercado libre de sorpresas y sobresaltos.

Habrá que estar atentos, además, a las próximas elecciones generales en España, a las políticas monetarias contrarias que seguirán Europa y EEUU durante el próximo año, expansiva para la primera y restrictiva para la segunda, y su efecto en los mercados globales. El BCE mantendrá los tipos en mínimos históricos (0,05%) y aumentará con toda probabilidad la cuantía del programa de compra de deuda soberana. Ante este panorama, la renta variable europea vuelve a presentarse como la más atractiva para el inversor.

*Victoria Torre, Responsable de Desarrollo de contenidos, productos y servicios en Self Bank

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