Dicen los sabios que todos los seres humanos tienen, tenemos da lo mismo, en la vida un momento de gloria. Dicen los sabios que todos los seres humanos tienen, tenemos da lo mismo, en la vida un momento de gloria. La verdad es que yo no recuerdo el mío así que no sé si creérmelo. Hablo del mío a título estrictamente personal, porque algún éxito colectivo sí que he compartido a mayor gloria de mi modesta biografía. El último, y quizás el más importante, hace muy poco tiempo; tan poco que a veces, en cuanto asoma el sol entre las nubes, me entran dudas sí no lo estaremos prolongando todavía.
Porque resulta, si es que alguien no lo sabía y lo sufrió en su propia piel sin enterarse, el mes de julio de 2015, casualmente el que acabamos de sobrevivir ayer como quien dice, ha sido el más caluroso de la Historia; bueno, tal vez estoy exagerando: el más caluroso desde 1880 — antes no tomaban nota –, ahí es nada. En 135 años nadie ha pasado más calor que nosotros, los mortales que podemos contarlo. ¡Qué honor! Cuando se lo digamos a nuestros nietos van a quedarse boquiabiertos y a correr a contárselo a sus amiguitos de colegio.
Yo creo que el Gobierno de Mariano Rajoy debería tener un detalle y darnos un diploma a cada uno para colocarlo en los salones de nuestras casas. Sobre todo a los que no tienen aire acondicionado, a esos enmarcado en plata. ¡Menudos sofocos! Pero en fin, el grueso de la canícula ha pasado y parece que de momento las temperaturas de septiembre ya son más llevaderas. Quizás lo que ahora se impone sea haber superado la prueba y disfrutar la felicidad del título de campeones.
