La ‘casta’ acosa a Podemos en la cuenta atrás de las elecciones

Detrás de la cortina

La ‘casta’ acosa a Podemos en la cuenta atrás de las elecciones

El verdadero tirón en las urnas del partido de Pablo Iglesias sigue siendo la gran incógnita del nuevo curso político Hasta los más críticos con Podemos y con sus dos líderes principales, Iñigo Errejón y Pablo Iglesias, reconocen el mérito de este partido a la hora de sacudir los cimiento de un sistema democrático, que empezaban a debilitarse por culpa de la corrupción enquistada en su seno.

Hay una frase hecha, repetida hasta la saciedad desde hace meses, que ilustra perfectamente esta posición. Seguro que la conocen. Es aquella que explica que los morados «acertaron con el diagnóstico pero no son capaces de aportar soluciones».

Este fue sólo el principio de una guerra sucia que se desencadenó con furia en paralelo con el ascenso en las encuestas de esta nueva formación. Una dura batalla, orquestada desde la prensa de la ‘casta’, cuyos episodios son de sobra conocidos e incluyen la caza y captura de personas como Tania Sánchez o Juan Carlos Monedero, cuyos supuestos pecados no han sido considerados como tales por la justicia, junto a estribillos de hostigamiento ya clásicos, como la identificación del partido con Venezuela o las propuestas para Grecia del líder de Syriza, Alexis Tsipras, ampliamente derrotadas tras su negociación con Bruselas y los mandatarios europeos.

Y, ciertamente, la campaña ha tenido éxito. Lo tuvo, por ejemplo, en las últimas elecciones locales y autonómicas del pasado mes de mayo, cuando esta formación emergente obtuvo un apoyo muy por debajo de las expectativas generadas. Unos votos que, sin embargo, han servido para propiciar un cambio en el mapa del poder, cuyo principal perjudicado ha sido el PP y que, paradójicamente, ha beneficiado a un PSOE que parecía desahuciado y que, curiosamente, ha recuperado aliento gracias a Podemos, ese partido dispuesto a disputarle el espacio y los votos de orientación socialdemócrata, un segmento que, en teoría, vuelve a ser el mayoritario entre los ciudadanos españoles.

Mientras, las posibilidades de victoria de Ciudadanos, el otro gran partido emergente, también parece haber sido frenadas en seco, tras los polémicos pactos patrocinados por su líder Albert Rivera, con socialistas y populares en comunidades como Andalucía y Madrid, verdaderos puntos calientes del mapa español de la corrupción. Localizaciones clave, en las que la formación política naranja ha prestado sus parlamentarios a los partidos supuestamente responsables de las irregularidades, para que puedan continuar en el poder.

Este ‘buen comportamiento’, por cierto, ha tenido su premio, en la forma en que los medios de comunicación de la ‘casta’ tratan últimamente al partido de Rivera. Son, la formación favorita de todos para integrarse en coaliciones ‘continuistas’. Unos tipos sensatos y ‘aseaditos’ con los que se podría gobernar sin problemas y que no amenazan el sistema democrático, en ningún caso.

Y eso que, en su seno, ha habido más de una tensión en los últimos tiempos y también empiezan a percibirse sus ‘dos’ almas. Una mucho más escorada a la derecha que la otra y que representa muy gráficamente la líder municipal del partido en Madrid, Begoña Villacís, cuyas declaraciones públicas suelen estar muchas veces más cerca de las ideas defendidas por el PP que de la línea política que, en teoría, defiende el jefe supremo de su grupo.

En este contexto, Podemos sigue siendo el peligro y la incógnita. Y, por lo tanto, el verdadero y único enemigo a batir por el resto del arco político. El empecinamiento de Iglesias y Errejón, por ejemplo, a la hora de no querer cerrar un pacto con IU que situara a sus candidatos en las próximas elecciones generales claramente a la izquierda del PSOE resulta especialmente molesto para los editorialistas de la ‘casta’. Sobre todo porque complica la posibilidad de colocarles una etiqueta que sirva para limitar el espacio electoral que ocupan.

Lo mismo que la supuesta ambigüedad de la postura que defienden los ‘podemitas’ en Cataluña, donde el hecho de no haberse integrado en las listas unitarias de Artur Mas y Oriol Junqueras, no les ha servido para desmarcarse del independentismo.

Así que la estrategia del desgaste sigue siendo la mejor opción para los defensores del bipartidismo. Y quizá la única. Lo malo es que, en paralelo, los nuevos descubrimientos relacionados con la magnitud real que alcanzó la corrupción en la política española en los últimos años siguen aterrorizando a los ciudadanos.

Las recientes noticias que ilustran la rentabilidad obtenida por los implicados en la trama Púnica, son sólo el último caso conocido. Y todo parece indicar que, de aquí a las próximas elecciones generales, cuya fecha aún no es de dominio público, la podredumbre procedente de las cloacas políticas va a seguir aflorando a buen ritmo.

Sólo con eso debería bastarle a cualquiera para tener claro que la única manera de no tirar el voto en las próximas elecciones generales es acercarse a las urnas y apostar por candidatos y formaciones sin relación alguna con ese periodo negro de la historia política española que, según parece, algunos partidos están empeñados en perpetuar.

Piénsenlo. Sin la inesperada irrupción de Podemos en las elecciones europeas de hace un año, de la que hablábamos al principio de este artículo, los vientos de la regeneración democrática, no hubieran empezado a soplar.

Entonces, ¿es posible que alguien crea todavía que volver a votar a los dos grandes partidos del viejo sistema bipartidista puede servir de algo? Quizá sea así, pero yo, personalmente, lo dudo.

Entre otras cosas, porque ese cambio, aún tímido, que parecen haber empezado a impulsar en sus comportamientos frente a a la corrupción, tanto el PP como el PSOE, sólo se ha producido gracias al impresionante batacazo electoral al que han tenido que enfrentarse en los últimos meses.

Y esos supuestos aires renovadores que se respiran ahora en estos partidos, sólo tendrán continuidad y servirá para que exista una limpieza verdadera si esta tendencia decreciente se ve confirmada en la próxima cita con las urnas. O eso me parece a mi.

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