¿Quién paga los privilegios de la ‘casta’?

Detrás de la cortina

¿Quién paga los privilegios de la ‘casta’?

Las sangrantes desigualdades salariales y fiscales que padece la clase media europea aseguran la supervivencia de la élite financiera. Es de sobra conocido. Tanto que ya resulta reiterativo abundar en ello, por mucho que, en realidad, sea ahí donde resida el verdadero problema actual de las clases medias europeas. Y, por lo tanto, jamás nadie debería olvidar este asunto. Las políticas aplicadas por Bruselas, Berlín y el FMI y los gobiernos dirigidos por sus políticos satélites, no han sido en absoluto un fracaso. Al contrario. Lo cierto es que han estado muy bien diseñadas y han sido extraordinariamente útiles para cumplir los objetivos que intentaban conseguir.

Obviamente, estos no tenían nada que ver con lo publicitado. En ningún caso se trataba de ayudar a los ciudadanos del Viejo Continente a superar la crisis económica que les había caído encima. De lo que en realidad se trataba, y se trata, es de evitar que las grandes corporaciones financieras globales y sus dirigentes, como sabemos los causantes de la debacle, no sufrieran las consecuencias de sus actos, no perdieran ni un euro de lo ganado, e incluso, si era posible siguieran haciendo negocio a costa de todos los demás.

Con algún otro deseo añadido en esta infernal carta a los reyes, cuyos regalos vamos a pagar cuantas generaciones de europeos. Así que, de paso, también era conveniente aprovechar el desconcierto para sentar las bases de un entramado legal que permitiera el mantenimiento a perpetuidad de los cauces del expolio y, ya que estamos, acabar para siempre con esa anomalía histórica llamada estado del bienestar que aseguraba a todos los ciudadanos privilegios tales como la salud y la educación ‘subvencionada’ por el estado.

Tampoco voy a repetir los detalles ya conocidos de ese ingenioso esquema que, por medio de los rescates, ha convertido las viejas deudas privadas en deudas públicas que todos los contribuyentes tienen que pagar. Les supongo informados del asunto.

Sí diré, sin embargo, que ni siquiera eso es del todo cierto, porque no es verdad que todos los contribuyentes se hayan hipotecado de por vida en la misma medida. Lo cierto es que mientras que las clases medias han sido castigadas con subidas de impuestos que corrían en paralelo con los recortes de sueldos y la precarización del empleo, otros colectivos mantenían su total inmunidad en medio del desastre.

Y, en estos días, hemos conocido unas cuantas informaciones que demuestran hasta que punto esto ha sido así. Hemos sabido, por ejemplo, que el tipo nominal del Impuesto de Sociedades vigente es España es del 30%.

Uno de los más altos de la UE. Pero, por lo visto, las multinacionales hispanas no tienen que lidiar en absoluto con esta elevada cifra. O eso se deduce de los datos de la última memoria de la recaudación tributaria citados en un artículo de Samuel Sánchez que publica ‘El País’.

Al parecer el tipo real al que finalmente tributan los grandes grupos empresariales españoles es el 6%. Menos de la mitad del que sufre el resto de las empresas, un 15%, y 10,5 puntos porcentuales menos que el promedio que se aplica a los asalariados.

¿Cómo es posible? Pues por las deducciones, desgravaciones y los recovecos mil que pueden encontrarse para exprimir la legalidad al máximo. Eso que llaman ingeniería fiscal y que es lícito, sin duda, y perfectamente legal. Por más que demuestre el tipo de solidaridad social que está dispuesto a practicar, según que colectivos.

Sin embargo, a pesar de la crudeza de las cifras anteriormente citadas, hay cosas peores. Bastante peores, además. En estos días, el diario ‘Público’ ha puesto a disposición de sus lectores un informe elaborado por la consultora Richard Murphy para el Grupo Verde/ALE del Parlamento Europeo.

Allí se pone de manifiesto que los grandes grupos bancarios europeos, inflan por sistema los beneficios que obtienen sus filiales en paraísos fiscales para pagar menos impuestos en los territorios en los que tienen su domicilio fiscal. Un sistema que, por lo visto, les sirve al parecer para ‘esconder’ cerca de un 15% de lo que han ganado en realidad.

Tiene bemoles el asunto. Sobre todo, porque en muchos casos, estas mismas corporaciones financieras han sido rescatadas con ingentes cantidades de dinero público. Y, precisamente, esas sumas gigantescas son las que han aumentado las deudas, multiplicado los déficit y justificado los recortes que han devastado la cohesión social.

De lo que no cabe duda, desde luego, es de que los altos ejecutivos de los grandes grupos financieros han hecho un trabajo excelente y han conseguido salvaguardar sus intereses y los de sus amos, los grandes popes de la casta.

Por eso quizá no este justificada la indignación y la sorpresa del más de un millón largo de ‘tuiteros’ que siguen la cuenta de Pablo Iglesias, cuando descubrieron, gracias a un ‘tuit’ del lider de Podemos, que uno de esos magos de las finanzas, español, por cierto, se ha ‘prejubilado’ con 54 años y va a ganar el resto de su vida 4.931 euros diarios.

Osea, 189,65 veces más que lo que cobran aquellos que tienen la suerte de que su sueldo sea igual al salario mínimo interprofesional. ¿Mucho dinero? Yo creo que no. ¿Cómo no van a cobrar estas millonadas unos profesionales que han hecho tan bien su trabajo?

Claro que a lo mejor, ese trabajo, el de asegurar los privilegios de unos pocos a costa del sufrimiento de todos, no es precisamente, el más honrado del mundo. O eso me parece a mí. Va a ser que soy un peligroso populista y no me había dado cuenta hasta ahora.

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