¿Tiene Ciudadanos un programa político?

Detrás de la cortina

¿Tiene Ciudadanos un programa político?

Albert Rivera se refugia en las generalidades para ocultar las posiciones de su partido en los grandes temas. Mientras prepara la tercera entrega del programa económico de Ciudadanos, su líder Albert Rivera, sigue refugiándose en las generalidades a la hora de dar respuesta a los grandes temas. Así no concreta, por ejemplo, cuál es su posición sobre la fiscalidad, en que cifra situarían si ganan los tipos del IVA, qué harían con las pensiones o cuál sería su modelo laboral. ¿Servirá su contrato único para igualar a la baja los derechos de todos los trabajadores? Y, eso sucede en un campo, la economía, en el que los naranjas han ‘fichado’ a Luis Garicano, un experto, cercano a los lobby de las grandes empresas, que les ha armado un relato ‘hollywoodiense’ con el que enamorar a la cámara.

Cuando Rivera debe contestar sobre las posiciones que Garicano ha mantenido en sus escritos sobre algunos asuntos, como sus posiciones proempresariales en la regulación laboral, contesta con evasivas. E incluso intenta desvincular las posiciones personales de su economista estrella del programa económico de Ciudadanos. Aunque, algunas cosas si se van conociendo con cuenta gotas y como consecuencia de la presión que empiezan a ejercer algunos medios. Por ejemplo, el líder naranja ya ha reconocido que subirá el IVA del pan y otros productos de primera necesidad. Pero le ha costado pronunciar estas palabras y decir las cosas tal como son.

La oscuridad aún es mayor en la mayoría de los asuntos sobre los que los responsables de este partido tendrán que tomar decisiones si forman Gobierno o pactan con cualquier otro. ¿Qué harán con la cultura, la sanidad o la educación? Por las respuestas ambiguas que el candidato Rivera ha proporcionado en sus comparecencias públicas, podríamos deducir, poco más o menos, que su plan consiste en no hacer nada en concreto. En dejarlo todo como está. Si acaso poner un cierto freno a la furia ‘privatizadora’ demostrada en los últimos tiempos por los populares e imponer en Cataluña el modelo trilingüe que el PP defendió en Baleares en las escuelas catalanas y elevar el inglés a la categoría de lengua vehicular.

Por no aclarar sus posiciones, ni siquiera sabemos a ciencia cierta si será candidato a presidir el Gobierno de España. De hecho, siempre que Artur Mas cumpla su palabra y las elecciones catalanas se celebren en septiembre, Rivera tendría que renunciar a concurrir en ellas para poder encabezar la lista de su partido a las generales. Pero, por ahora, el jefe de los naranjas no ha revelado cuál es su verdadera intención sobre este particular. ¿Quiere ser president o aspira a convertirse en el próximo inquilino de La Moncloa?

De momento, todavía prosigue la marcha triunfal de Ciudadanos en las encuestas aunque empieza a dar la impresión de que en algunos territorios, como Valencia, la función de bisagra le va a quedar lejos. Más que por su culpa, por los deméritos acumulados por PP y PSOE en los últimos años, que situarían su desplome en unas cifras tan espectaculares como insalvables.

Y a la par, como era lógico, la veloz expansión territorial de Rivera y los suyos empieza a chirriar en algunas localizaciones. En Asturias, donde la llegada de los fugados de UPYD ha sacudido al partido, en Marbella o A Coruña donde no habrá candidatura a las municipales, en Extremadura donde la división se acentúa o, especialmente, en Madrid donde la sombra de la trama Púnica planea sobre la candidatura regional y la de algunos grandes municipios.

Algunos medios de comunicación en estos días, empiezan a hacer recuento de los casos más importantes en los que la dirección se han enfrentado a la disidencia. Disidencia que, por cierto, suele corresponderse con los militantes históricos del partido que parecen estar viendo como un aluvión de recién llegados, con el apoyo de la dirección nacional, les sustituye y les relega. Hasta 14 líderes regionales se han marchado o han sido destituidos en los últimos meses, en un proceso que, algunas fuentes relacionadas con estos entornos, califican como ‘purga silenciosa’

Y, según las informaciones publicadas, las dudas sobre la democracia interna y la transparencia son más que razonables. Sin ir más lejos da la impresión de que algunos mecanismos de los que presume, como las elecciones primarias, no son tan habituales en su estructura partidaria como dicen. Al parecer, Ciudadanos sólo ha usado este sistema en cinco de las trece autonomías en las que presentará candidaturas.

O sea, menos del 50%. Demasiado poco para una formación que se define, cada vez que tiene la ocasión, como promotora de la nueva política y la regeneración democrática. Lo malo es que muchos de sus nuevos militantes provienen de partidos ‘viejos’ y, además, no acreditaron en el pasado una trayectoria demasiado ejemplar. Hasta el punto, de que el partido ha tenido que prescindir ya de unos cuántos candidatos cuando se han conocido algunos detalles sobre su personalidad real a través de las redes sociales.

No obstante, todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, desde luego. También los políticos que se deslizaron por territorios resbaladizos en algún momento de su trayectoria. Pero convendría llamar a las cosas por su nombre. Más que nada para demostrar con los hechos, y no sólo con las palabras, que se quiere de verdad impulsar una nueva forma de hacer política y no sólo conquistar el poder para dejar las cosas como estaban y ayudar a mantenerse en el poder a los promotores de los recortes, la corrupción y el empobrecimiento de España.

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