Pablo Iglesias no sólo se erigió ayer como el líder de la oposición al PP. También como el próximo presidente del Gobierno. Algunos episodios recientes avalan (al menos una parte de) su optimismo. Anoche Pablo Iglesias llenó el Círculo de Bellas Artes para responder al discurso que Mariano Rajoy había realizado un día antes en el Congreso de los Diputados durante el Debate sobre el estado de la Nación. Lo hizo porque, en sus propias palabras, ya se considera “la oposición”. Y no sólo eso: también el próximo presidente del Gobierno.
Dejando a un lado el optimismo del politólogo más famoso de España, que suponemos descansará sobre la telescópica Carolina Bescansa, lo que sí parece plausible es considerar que el PP no va a obtener una nueva mayoría absoluta en las próximas generales. Quizás, quién sabe, en los próximos años.
Esto –la pérdida de la hegemonía por parte del PP- se puede observar si se presta atención a algunos episodios acontecidos recientemente, del cual el más sonado es la filtración del escándalo de las ‘tarjetas black’ por parte de un organismo público como el FROB.
Sí, el ministro de Economía Luis de Guindos ha dicho que lo filtró el FROB en un alarde de la transparencia que está por venir en el espléndido futuro de España, pero mi jefe sospecha que es más probable que la filtración haya partido de funcionarios que buscan nuevos soles a los que arrimarse para calentarse.
