Los financieros internacionales se acercan a Podemos

Detrás de la cortina

Los financieros internacionales se acercan a Podemos

Los sectores más pragmáticos del mundo empresarial intentan tender puentes con el nuevo partido emergente en Europa. Es posible que sea cierto. Por lo menos, sí lo es que la noticia empieza a extenderse por los confidenciales de Internet. Se dice que desde algunas empresas internacionales, muchas integradas en el sector financiero, empiezan a buscarse contactos ‘discretos’ con los componentes del equipo directivo de Podemos. Al parecer, estarían interesados en tener interlocutores validos con los que intercambiar impresiones. Las últimas encuestas publicadas les habrían convencido de la necesidad de dar el paso.

Y no sólo por el irresistible ascenso del nuevo partido, liderado por Pablo Iglesias, que parece tener verdaderas posibilidades de llegar al poder. También porque, en caso de que lo consiga, un movimiento integrado en la ‘nueva izquierda’ europea, tendría la posibilidad de gobernar en un país que supone el 11,4% del PIB de la Eurozona. Y eso es mucho suponer.

El peligro es demasiado real como para no empezar a tomárselo en serio. Sobre todo, cuando parece evidente que la estrategia seguida hasta ahora, la descalificación sistemática del nuevo partido y de sus líderes no está funcionando. Criticar su inexperiencia no sirve de nada. Los votantes se acercan a Podemos justamente por eso. Porque gracias a su juventud pueden proyectar una imagen de limpieza y ausencia de hipotecas que nadie más posee en este momento.

Tampoco sirve la insoportable letanía, de qué se trata de un partido sin programa, o de que son unos lobos con piel de cordero que convertirán al país en la nueva Venezuela. Entre otras cosas, porque los ciudadanos ya han experimentado el ascenso a La Moncloa de unos cuántos políticos que han olvidado sus promesas electorales al tocar poder. Líderes que, además, en aras de una presunta modernización, han barrido sistemáticamente todos los derechos laborales y los sistemas de protección social que hicieron a los españoles ilusionarse con España.

Así que una vez que el fenómeno ha alcanzado una dimensión más que respetable, los hombres más pragmáticos de la gran clase empresarial europea han decidido tomar un camino distinto. Por lo menos, de momento. Hay quien piensa que a lo mejor es cierto aquello de que ‘hablando se entiende la gente’ y por si acaso, quiere explorar todas las posibilidades a su alcance.

También quien tiene claro que, a diferencia de los verdaderos partidos populistas como UKIP en Reino Unido o el Frente Nacional francés, la izquierda renovada que representa Podemos no quiere acabar con la UE. Al contrario. Su acción en el Parlamento Europeo demuestra que creen más en la necesidad de mantener la unidad política en el Viejo Continente que los partidos conservadores, totalmente escorados hacia el nacionalismo poco solidario.

Y, por supuesto, también saben que Pablo Iglesias es el líder con el que hay que hablar. Es posible que Syriza y Alexis Tsipras, fueran hasta ahora el modelo a imitar por los nuevos grupos que están relevando a la vieja socialdemocracia, lenta pero inexorablemente, en todo el continente europeo. Pero su posible victoria electoral en Grecia, país que supone sólo un 2% de la capacidad de generar riqueza de Europa, no hubiera dejado de ser un fenómeno exótico. Un pequeño dolor de cabeza sin importancia. Nada comparable a la posibilidad de que Podemos triunfe en las elecciones generales que se celebraran en España en 2015.

Si cae la primera ficha del dominó, otras podrían derrumbarse después. Hay movimientos, aún minoritarios pero con muchas posibilidades de crecer, que se sitúan en la misma línea que Podemos y Syriza. En Alemania está Die Linke,(La izquierda). Un grupo con el que hace un lustro nadie contaba, pero que ya ha tocado poder y gobierna en el Lander de Turingia, en coalición con los socialdemócratas y los verdes.

Además, se trata de un partido que, en contra de la versión más extendida, no es realmente una mutación del antiguo comunismo dictatorial de la República Democrática. En realidad, su fundación se relaciona con una escisión del Partido Socialdemócrata que se produjo cuando el tristemente célebre Gerhard Schröder puso en marcha las medidas de flexibilización económica que tanto ha alabado Angela Merkel y que supusieron el inicio del proceso de desmantelamiento del estado del bienestar en el que aún estamos inmersos.

Y las actuales tensiones que dividen a los partidos socialdemócratas de Italia y Francia podrían dibujar escenarios similares al anteriormente descrito. Es decir, la aparición de fuerzas con capacidad para ocupar el lado izquierdo del tablero político europeo, ganar elecciones en países clave, ocupar cuotas de poder y cambiar la actual correlación de fuerzas en la UE.

Cierto que nadie duda de que habrá siempre un partido conservador que represente los intereses de la población más poderosa y las élites económicas. Tampoco de que, para asegurar el juego democrático, frente a este tipo de formación se necesita otra que, de algún modo, defienda los intereses del resto de la población.

Un puesto que hasta ahora ocupaban los viejos partidos socialistas europeos. Grupos que pueden haber perdido su razón de ser por culpa de su decidida inmersión en los postulados políticos y económicos de sus enemigos y a los que puede haberles llegado la hora de la jubilación.

De momento ya han perdido la batalla representativa. Quizá la más importante. Ya no representan en absoluto, la opción moderna que parece dibujar el mejor futuro probable. No han sido capaces de entender las claves de un terreno de juego político en el que Internet ha cambiado las reglas. Ni tampoco el sentimiento de indignación y rabia de unos ciudadanos impotentes ante los recortes y la corrupción que ha convertido en obsoleto su discurso.

De modo que no es extraño ese cambio de actitud de los empresarios del que hablábamos al principio. Lo raro es que no se haya producido antes. Y esa convivencia inevitable a la que Podemos, y sus partidos hermanos en toda Europa, van a tener que enfrentarse en los próximos meses será su verdadera prueba de fuego.

El baño de realidad que demostrará si han venido para cambiar las cosas o si, simplemente, una vez ‘tomado el cielo por asalto’ tomarán el mismo camino de sus antecesores. Sólo el tiempo aportará la respuesta a ese dilema. Pero dispondremos de ella mucho antes de lo que algunos parecen creer. Seguro.

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