Un cambio seguro

Especial XXIII Aniversario

Un cambio seguro

Oscar Iglesias

Tras veinte años de mayoría absoluta del PP, el gobierno de Madrid va a cambiar, porque Madrid ya ha cambiado. Cuando apenas quedan unos meses para las próximas elecciones autonómicas, ya nadie discute que en Madrid estamos abocados al cambio. Tras veinte años de mayoría absoluta del PP, el gobierno de Madrid va a cambiar, porque Madrid ya ha cambiado. Más allá de los resultados que arrojan las diferentes encuestas que se realizan en nuestra comunidad en los últimos meses, en todas ellas hay un dato constante: siete de cada diez madrileños quieren un cambio de gobierno tras las próximas elecciones. Es decir, el debate ya no es si queremos cambio o no, sino qué cambio queremos.

Ese es el reto que tenemos por delante los madrileños hasta el momento de meter nuestro voto en las urnas, decidir qué cambio queremos. Decidir en manos de quién queremos poner nuestros hospitales, nuestros médicos, los profesores de nuestros hijos o el cuidado de nuestros mayores, porque esas son las cosas que estarán en las manos de la persona que los madrileños pongamos al frente del gobierno regional.

Madrid viene siendo desde hace veinte años el territorio de un experimento ideológico del PP. Un experimento de vaciamiento de los poderes políticos y de favores a los amigos. Un experimento que ha terminado revelándose como el más absoluto de los fracasos. Basta con repasar los últimos cuatro años de legislatura para ver en qué ha quedado el proyecto político del Partido Popular. Eurovegas, fracasado. Los Juegos Olímpicos, fracasados. La petición de un nuevo modelo de financiación para nuestra Comunidad, fracasada. La exigencia al gobierno de España para que bajara el IVA a la cultura, fracasada. Y por supuesto, las grandes medidas para la sanidad madrileña, el euro por receta, fracasado y la privatización de la sanidad, fracasada.

El PP en Madrid tendrá aún el gobierno durante unos meses, pero han perdido la iniciativa política paralizados por sus fracasos y ya sólo les queda refugiarse en unos cuantos datos macroeconómicos con los que vender una recuperación que nadie nota y en un par de frases hechas que carecen de rigor alguno.

Decir, como se empeña en decir el PP, que Madrid ha aguantado mejor la crisis que el resto de España es una frivolidad. La realidad es que Madrid se ha comportado ante la crisis, exactamente igual que el resto de España, que la crisis nos ha zarandeado con la misma fuerza que al resto de España. Nuestra Renta Per Capita ha caído un 6,6%, exactamente lo mismo que ha caído en el resto de España. El número de ocupados en esta legislatura ha caído un 8,4%, más que en España donde ha caído un 7,4%, lo mismo que ha sucedido con nuestro Índice de Producción Industrial o nuestras ventas minoristas, que también han caído por encima de la media nacional.

E igual de frivolidad es decir, como también se empeña en decir el PP, que Madrid lidera la recuperación económica. Basta con repasar los datos del INE para ver: Creación de empresas: caen el doble que la media nacional. Somos los séptimos. Producción industrial: en España crece un 2,9, en Madrid cae un 2,6. Somos los décimos terceros. Ventas de comercio minorista caen un 0,3. Somos los décimos. EPA, con un 1,84 % del empleo perdido en los últimos 12 meses frente a un 1,12 % de media nacional, solo Melilla está mejor que nosotros.

Seamos serios, la única diferencia de Madrid con el resto de España ha sido que los recortes aquí han sido mucho más duros que en el resto de España. Las subidas del transporte público, de las tasas universitarias o las escuelas infantiles han sido en Madrid las mayores de toda España. El cierre de colegios, de centros de urgencias o el despido de médicos han sido en Madrid los mayores de toda España.

Más allá de los eslóganes, la realidad es que las políticas de los distintos gobiernos del PP nos han llevado a una situación endiablada, con una economía que sustenta su crecimiento en el empobrecimiento de las clases medias y de los trabajadores ante la absoluta falta de sensibilidad de un gobierno capaz incluso de congelar la Renta Mínima de Inserción mientras las solicitudes se triplicaban. Recortes y más recortes justificados siempre con el mantra del control de la deuda y resulta que hoy Madrid tiene el doble de deuda que al inicio de la legislatura. 10.000 millones más de deuda. De hecho, los intereses de la deuda son ya la cuarta partida presupuestaria en Madrid.

El deseo de poner fin a esta realidad es lo que nos aboca al cambio a los madrileños, un cambio que ahora toca preguntarse quien puede gobernar. Porque si importante es garantizar el cambio, más importante aún es que ese cambio sea un cambio con garantías. Porque si en algo estamos todos de acuerdo es que nuestra salud, la educación de nuestros hijos o el cuidado de nuestros mayores queremos que cambien de manos, sí, pero no queremos dejarlo en manos de cualquiera, queremos dejarlo en las mejores manos.

Y en esta búsqueda de las mejores manos es en la que cada vez más madrileños empiezan a girar a su vista hacía Tomás Gómez. En los poco más de tres años que el líder de los socialistas lleva al frente de la oposición en la Asamblea de Madrid, ha sabido demostrar que era posible otro modo de hacer política. En estos poco más de tres años, los madrileños le hemos visto defender nuestros intereses, en la calle, codo a codo con la gente, en las instituciones, frente al PP y, cuando no ha quedado más remedio, ante la justicia. Defender nuestros intereses, por encima de cualquier otro interés, incluso por encima de su propio interés, ha sido sin duda su rasgo definitorio en este tiempo. Todos tenemos todavía en la retina su renuncia al escaño de senador por defender nuestra sanidad, la sanidad de los madrileños.

A su determinación en frenar las políticas del PP se deben los recursos de inconstitucionalidad de la privatización del Canal de Isabel II, el Euro por receta, la Ley de Patrimonio Histórico o la privatización de la sanidad. A su determinación por buscar soluciones se deben cosas como conseguir la declaración de Bien de Interés Cultural del Café Gijón, o la apertura de muchos comedores escolares este verano en nuestra comunidad. A su determinación por hablar claro se deben cosas como anunciar que Eurovegas se había caído, cuando nadie se atrevía a decirlo, pedir una comisión de investigación en Bankia, cuando pocos se atrevían a pedirla, o pedir al Rey que abdicara sino estaba dispuesto a cumplir sus obligaciones, cuando absolutamente nadie se atrevía a hacerlo.

Por todo esto, hoy, cuando algunos se empeñan en prometer paraísos, cada vez son más los que reconocen en Tomás Gómez la garantía y la seguridad que el cambio al que nos dirigimos necesita. La garantía de saber que, como Presidente de la Comunidad de Madrid, conocerá los problemas de Madrid, porque ya los conoce. La garantía de saber que, como Presidente de la Comunidad de Madrid, resolverá los problemas de los madrileños, porque ya los conoce y los defiende. La garantía de saber que, a diferencia de la revolución, sus propuestas son posibles, porque ya lo son.

Dentro de unos meses unos querrán que nada cambie y otros querrán la revolución. Unos y otros estarán en su derecho, pero la inmensa mayoría de los madrileños no querremos ni lo uno, ni lo otro. La inmensa mayoría de los madrileños querremos un cambio, sí, pero un cambio con garantías. Un cambio seguro.

*Óscar Iglesias, vicepresidente del Grupo Parlamentario Socialista

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