Una gran coalición para frenar a Podemos

Detrás de la cortina

Una gran coalición para frenar a Podemos

La casta desea que el PP y el PSOE se alíen para impedir que Podemos llegue al poder. La operación judicial contra Francisco Granados, un antiguo hombre de confianza Esperanza Aguirre, y sus ‘púnicos’, parece haber sido el mazazo definitivo para los partidos de la casta. Un grupo desorientado y en pleno ‘sálvese quien pueda’ al que los ciudadanos relaciona directamente con estos esquemas de corrupción generalizada que se van conociendo.

No da la impresión de que todas estas tramas sean sólo unos ‘chiringuitos’ montados por unos cuantos delincuentes infiltrados en unas organizaciones, por lo demás honestas. Para nada. La sensación que se extiende entre los desmoralizados votantes potenciales de cualquiera de estas opciones políticas tradicionales es otra. Mucho más inquietante y peligrosa.

De modo que los tiempos se aceleran en las agendas y el derrumbe final del sistema bipartidista para más cerca hoy que ayer. Pero menos que mañana, como podría decirse, evocando la frase hecha que describe la intensidad con la que debe vivirse el amor eterno. Pero a lo que nos acercamos, más bien, es a un divorcio casi inminentes, entre la población y esos supuestos representantes suyos que han abonado el terreno para estas malas prácticas durante un buen montón de de década.

Al menos, eso podría deducirse de las encuestas, de las múltiples encuestas que estamos conociendo estos días, que si no están equivocadas ofrecen una lectura muy clara a cualquiera que se detenga a analizarlas.

Y eso es así, con independencia de qué el PP aún ocupe el primer lugar del ránking o sea ya Podemos quien haya accedido a tal privilegio. Lo cierto es que hay algunas coincidencias en las cifras. Y resultan muy negativas para las élites extractivas españolas que parecen haber caído presas de la incertidumbre.

Para empezar, tenemos el hecho de que el partido de Mariano Rajoy, ahora en el poder, se sitúa cada vez más lejos del 30% en intención de voto. Más bien parece que, por ahora, tendría que conformarse con no bajar del entorno del 25% en las próximas semanas. Más o menos, la misma cifra en la que ahora se estaría moviendo Podemos, aunque, los de Pablo Iglesias continúan con su imparable tendencia al alza.

Luego está el PSOE de Pedro Sánchez, que se tiene que conformar, según parece con la tercera posición, mientras se mueve entre un 20 y un 22% de la intención de voto. Con lo que no parece que los socialistas hayan sacado partido real ni de la dimisión de Rubalcaba, ni de la renovación de las caras de su equipo dirigente. Quizá porque el personal ha percibido todo ese proceso como una simple renovación cosmética, o quizá porque los cambios se hayan hecho demasiado tarde.

En definitiva que, hoy por hoy, entre PP y PSOE no parecen capaces de sumar más del 50% de los votos en unas elecciones generales. Y, aunque es cierto, que quedan unos cuantos meses aún para que se celebren estos comicios, la incertidumbre se proyecta también sobre las elecciones autonómicas y locales que llegarán primero.

Tal es la situación, que hace mucho que desde el Gobierno no se ha vuelto a hablar de aquel proyecto que quería convertir en alcalde al número uno de la lista más votada. Ya no están seguros de que vaya a ser la suya.

De modo que, en muchos ambientes, en los que aún se ve con recelo un posible triunfo de Podemos, o una alianza de izquierdas con Pablo Iglesias como aspirante a presidir el Gobierno, se vuelve a hablar con insistencia de la necesidad de impulsar una ‘gran coalición’ entre PP y PSOE para evitar esas posibilidades. Siempre con la coartada del momento critico que atraviesa el país y de la necesidad de amplías mayorías para impulsar las reformas necesarias.

En algunos confidenciales de Internet hasta se ha llegado a contar esta semana, sin aportar muchas pruebas eso sí, que algún ministro ha dado ya esta coalición por hecha en el caso de que las urnas hable y los números no acaben de cuadrar. Según esta versión, el pacto ya se habría urdido, por debajo de esa superficie de hostilidad en la que ahora parecen desenvolverse Rajoy y Sánchez.

¿Será cierto? Yo no lo descartaría de inmediato. Aunque también parece poco probable que el actual secretario general del PSOE quiera conducir a su partido a una trampa que, en el mejor de los casos le convertiría en el palafrenero del líder que termine por ocupar el puesto que dejaría vacante Rajoy tras el fracaso electoral sobre el que ya nadie, ni los más leales al político gallego, parece tener dudas.

¿O si lo haría? A lo mejor Sánchez confía en que, tal y como transcurren las cosas, el pueda convertirse en el líder del segundo partido más votado y aspirar a presidir ese supuesto Gobierno de coalición.

Un escenario que, curiosamente, es el que hoy dibuja la encuesta con la que el diario ‘El Pais’ abre su portada. ¿Será también casualidad que se hable de Juan Luis Cebrián como uno de los defensores más entusiastas de esa gran coalición pensada para frenar a Podemos?

Seguramente sí. Madrid está lleno de lenguas viperinas que no se preocupan de darle credibilidad a los rumores que difunden. Al fin y al cabo, ¿para qué iba a querer este maestro de periodistas convertirse en el artífice de una operación así? La respuesta, como diría Bob Dylan, siempre está en el viento, por supuesto.

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