«Montebourg ha protagonizado una infausta experiencia de populismo infiltrado en un partido convencional, en la que otros deben mirarse para no repetirla», asegura el diario de Prisa. Manuel Valls dio carpetazo esta semana a las críticas internas del gobierno de François Hollande presentando la dimisión en bloque de los ministros. Se quedaban, en principio, el primer ministro –él mismo- y el mandatario socialista –Hollande- al frente de Elíseo durante 24 horas solos. Mano a mano. Para escoger quién seguiría en la aventura de gobernar la segunda potencia de la zona del euro y quién tendría que recoger sus bártulos e irse a casa.
Resulta que se quedan todos menos los críticos: Arnaud Montebourg, Benoît Hamon y Aurélie Filipetti. De Economía, Educación y Cultura, respectivamente. Sus apellidos coinciden, además, con aquellos que la sociedad francesa consideraba los más izquierdistas del gobierno. De hecho, sus críticas se han dirigido fundamentalmente a los recortes impulsados por Valls.
Pero la polémica decisión –en realidad toda la secuencia es polémica- ha traspasado la frontera después de que el diario El País, teóricamente progresista, haya sacado este miércoles un editorial titulado “Populistas infiltrados” en donde le canta las cuarenta a los tres díscolos. Así: “Son nacionalistas y nacionalizadores, proteccionistas y militantes de la antiglobalización. Montebourg ha protagonizado una infausta experiencia de populismo infiltrado en un partido convencional, en la que otros deben mirarse para no repetirla. Consiste en la combinación de una retórica radical con un recetario modestísimo”.
Muchos de sus lectores habituales, a tenor de lo visto en Twitter y otras redes sociales, han recriminado al diario de Prisa esta postura: criticar a aquellos que se meten con los recortes ordenados por Alemania.
