Veraneo a la sombra para políticos

Justicia

Veraneo a la sombra para políticos

Diego Carcedo, periodista y escritor

Tres políticos bien conocidos por los lectores de periódicos van a tener que resignarse a las disposiciones judiciales para que paguen sus culpas pasando el resto del verano a la sombra. Tener que trasladarse en cuestión de horas a cumplir condena debe de causar una sensación más bien desagradable, es un decir. Pero además tener que hacerlo dejando a las familias en la playa y a los amigos repanchigados en el chiringuito, aún debe de resultar más incómodo. Debe de ser lo que les ocurre en estas horas calurosas de finales de julio a tres políticos bien conocidos por los lectores de periódicos que van a tener que resignarse a las disposiciones judiciales para que paguen sus culpas pasando el resto del verano a la sombra. Constituyen la primera promoción de presos del Mediterráneo.

Entre los tres hay varias coincidencias: Los tres, Jaume Matas, Carlos Fabra y Pedro Angel Fernández, son mediterráneos; sí, uno balear, otro castellonense y otro alicantino; los tres tuvieron años de poder y gloria, uno como ministro y presidente autonómico, otro presidente de Diputación y creador de aeropuertos sin aviones, y otro como alcalde de boom urbanístico tomando decisiones incorrectas según las sentencias; los tres fueron condenados por corrupción en diferentes modalidades y los tres desempeñaban sus cargos en representación del PP. Podría añadirse que los procesos a que fueron sometidos se prolongaron años y años.

Todos agotaron las múltiples alternativas de librarse de la trena que les ofrecían los resquicios de las sentencias iniciales hábilmente examinadas y recurridas por sus abogados defensores y, frustradas las apelaciones, los tres se revolvieron como gatos panza arriba intentando ser indultados por un Gobierno, el de su propio partido, que, al fin, parece dispuesto a decir basta a la vista gorda a los corruptos. Dos, Matas y Fernández, ya tienen fecha límite para presentarse en la prisión si no quieren que la policía acuda a sus casas a llevarles esposados. Fabra quizás pueda patalear un poco aún para retrasar unos días el momento indeseado que le llegará.

La noticia que estos tres ex políticos de triste recuerdo en su gestión están protagonizando esta semana no invita a alegrarse de que unas personas vayan a la cárcel y tengan que pasarlo mal, pero sí congratula al ciudadano de a pie el que empiecen a pasar por ese trance del que se espera que las futuras generaciones de políticos decidan huir. La corrupción se vio favorecida en su escalada actual por la lentitud de los procesos unida a la tolerancia de los partidos con los suyos lo cual hacía creer a muchos que nunca tendrían que rendirse ante la Justicia.

La coincidencia del ingreso en prisión de los tres mencionados, que no parece ser fruto más que de la casualidad en el calendario, es una suerte puesto que contribuirá a ejemplarizar la vida pública. Matas, Fabra y Fernández han sido durante años un pésimo ejemplo político. La condena a Fernández incluso sumó la deplorable imagen de un grupo de compañeros de partido que salieron en su defensa desafiando a los jueces. Sin alegrarse del mal ajeno creo que el poderlos mostrar ahora pagando por ello, merece celebrarse.

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