¿Una broma?

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¿Una broma?

El Gobierno cambia de discurso sobre el rescate bancario e intenta restar importancia a su coste para los contribuyentes con un argumento que suena a broma. En 2012, poco después de que Mariano Rajoy llegará a la presidencia del Gobierno, su entonces flamante ministro de Economía, Luis de Guindos, presentaba su proyecto de rescate para las cajas en apuros en presencia de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Y ambos insistieron en la misma idea, el proceso que se realizaría no iba a costar un euro al contribuyente. Afortunadamente, las hemerotecas están ahí para demostrarlo.

Es evidente que esa promesa no se ha cumplido. Como tantas otras realizadas por el actual Ejecutivo. En este momento, hasta las instancias oficiales, como el propio Banco de España, reconocen que buena parte del dinero público aportado para tapar los agujeros del sistema bancario se ha perdido irremisiblemente. De momento, van más de 30.000 millones de euros, pero la factura total será sin duda superior y puede llegar a acercarse a un 10% del PIB, poco más o menos.

Y el coste derivado de este proceso no puede evaluarse sólo considerando el dinero invertido en él. Hasta las organizaciones de consumidores, entre otras instituciones, han explicado estos días, por ejemplo, que la última cifra conocida hasta ahora, los 11.839 millones perdidos en el saneamiento de Catalunya Banc, recientemente vendido a BBVA, se acerca mucho a los 13.800 millones que sumaban los recortes aplicados a la Sanidad y la Educación hasta finales de 2013.

Pero esta evidencia no le resulta relevante a Luis de Guindos, el responsable del diseño del proceso de rescate y a la vez, quien se ha encargado de asegurarse que estas operaciones se realicen con la falta de transparencia más total. El zanja este espinoso asunto diciendo que «no considera adecuada» esta comparación. Prefiere hacer otras, sin embargo.

De hecho, el ministro manifestaba ayer, se supone que en perfecto estado de revista físico y mental, que los ciudadanos no debían tener ningún problema con el dinero que el Estado ha tenido que aportar para ‘rescatar’ y evitar la quiebra de las viejas cajas de ahorros.

Y usaba unas bonitas cifras para sustentar su nuevo argumento. Aseguraba que la caída de la prima de riesgo provocada por el saneamiento del sistema financiero, que se ha conseguido gracias a sus desvelos, había supuesto un ahorro de 14.000 millones. Lo comido por lo servido, vamos.

Obviamente, la situación no es exactamente así. Y, de nuevo, basta otra simple mirada a las hemerotecas digitales, para recordar que fue, precisamente, la desastrosa gestión hecha por Guindos de la crisis de Bankia y sus fallidos esquemas de reforma del sector financiero, lo que elevaron la prima de riesgo hasta las alturas ‘estratosféricas’ que aprovecha el ministro para realizar esa comparación, que sí encuentra adecuada.

Pero, sin tener en cuenta estas ‘minucias’, hay otra cuestión a considerar. A estas alturas de la película hasta los niños de las guarderías saben que esa mejora que se ha producido en la prima de riesgo es hija en primer término de la actuación del Banco Central Europeo (BCE) y, en segundo lugar, de la menor pujanza en la cotización del bono alemán. Y, en ningún foro se reconocen méritos alternativos a cuenta de este asunto a otros posible agentes.

Esos son los motivos reales del recorte que Guindos exhibe casi como un logro personal y, además, no han beneficiado sólo a España. También a Portugal y a Grecia, incluso en mayor medida. O a Italia, un país donde, de momento, no se ha realizado un proceso de rescate bancario similar al español.

Así que quizá lo que ha ocurrido es que, una vez más, y ante la ausencia de de una oposición parlamentaria seria y contundente, el ministro de Guindos debe haberse decidido a apuntarse una medalla. O quizá se trate simplemente de una broma más de un político cuyo sentido del humor no resulta fácil de entender para todos. Eso sí, en ese caso la broma sería de bastante mal gusto.

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