Camino de ninguna parte

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Camino de ninguna parte

El Gobierno sigue con su discurso triunfalista sobre la economía, a pesar de que se sustenta en unos datos muy poco esperanzadores. El discurso actual del partido que gobierna repite e intensifica el mensaje de que España ya se encuentra en plena recuperación de su economía. Y lo hace, además, reiterativamente, con tanta pasión como escasez de datos que respalden tales afirmaciones, sin que, por cierto, la mayor formación política opositora planteee unas críticas claramente perceptibles.

Los ‘mantras’ de uso más común en el entorno del Ejecutivo en esta campaña triunfalista son que, en los últimos tiempos, ha concluido la destrucción de empleo y comienzan a generarse algunos puestos de trabajo y que el PIB vuelve a crecer, aunque, de momento, estemos hablando apenas de unas cuatro décimas. Y, a partir de estas dos verdades absolutas se establece toda una serie de elucubraciones sobre la mejora sustancial de la situación que representarían estos magros avances estadísticos sobre las previsiones iniciales.

En relación al primero de estos argumentos, esos puestos de trabajo que se estarían generando, da la impresión de que lo que se estaría produciendo en realidad es la desaparición de empleos a tiempo completo, es decir, de calidad razonable, que son sustituidos por otros a tiempo parcial y marcados por el signo de la precariedad. Y la cifra más evidente para comprender esta tendencia es la caída de las aportaciones a la Seguridad Social que, en definitiva, son el argumento que dan un valor neto al importe de los contratos. Un recorte que registra desde hace tiempo y en el que aún no ha influido la tarifa plana de cien euros que se ha puesto en vigor hace unas semanas.

Respecto al crecimiento económico, basado en lo bien que evolucionaban las exportaciones el año pasado, hay más de una duda. De momento, los datos de este primer trimestre hablan ya de una contracción de seis décimas en las ventas al exterior. Un guarismo que parece estar indicando que la competitividad aportada por el ajuste de los costes laborales, el único que se ha producido de forma notable en el país, está llegando a su fin.

Queda por último la gran cuestión pendiente que es el restablecimiento de un crédito que continua sin fluir. Según los últimos datos, en enero de este año los préstamos concedidos por los bancos españoles han experimentado un descenso del 5,99%, respecto al mismo mes de 2013. Un proceso decreciente que llega a su máximo parangón en el caso de las hipotecas que caen de forma continuada desde hace casi cuatro años y que se ha recortado otro 33% en febrero en relación con el mismo periodo del ejercicio anterior.

Evidentemente, estamos ante datos poco tranquilizadores y lo peor de todo es que, hoy por hoy, ni el Gobierno ni la oposición parecen tener ninguna vocación de invertirlos. Una circunstancia a la que se suman, además, las posiciones mantenidas, a veces, por personajes próximos al esperpento como la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, que ha realizado esta semana unas declaraciones en las que pide otra vuelta de tuerca a la reforma laboral. Su propuesta es que se permita pagar sueldos inferiores al salario mínimo como fórmula para crear empleo. Ella considera, además, que los subsidios de paro sólo sirven para crean parásitos.

La empresaria realiza una demonización de los trabajadores que se corresponde con su estirpe y parece olvidar que sus propios negocios tienen sus raíces establecidas en sectores productivos protegidos donde la libre concurrencia escasea. Basta ver la cartera de clientes de su grupo para hacerse una idea del asunto.

En cualquier caso, hay que reconocer su valor testimonial a las declaraciones de la flamante presidenta del Círculo de Empresarios que nos recuerdan que la verdadera posición sobre las relaciones laborales que mantienen muchos empleadores de este país.

Y todo esto sería poco más de una anécdota si no fuera porque una sociedad tan castigada como la española no se merece esto. Un poco más o menos de crecimiento nominal no soluciona nada. Quizá sea cierto que se ha tocado fondo en cierto sentido o, al menos, que se ha interrumpido la violenta caída que se estaba produciendo. Pero lo que es seguro es que no estamos ante una recuperación económica con la fuerza suficiente para cambiar nada.

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