La operación «Rouco 80» y la COPE

Con toca y a lo loco

La operación «Rouco 80» y la COPE

¡Ay, ay, ay, qué meses y que semanas llevamos en el convento! Primero fue la renuncia de Benedicto XVI; luego, lo del Cónclave con los dimes y diretes de unos y otros; después, la elección del Papa Francisco; por último, los nuevos gestos de este último, que recuerdan mucho, según dicen las hermanas más mayores, a los que tuvo Juan XXIII al inicio de su pontificado.

Pasan tantas cosas en tan poco tiempo que he decidido llevar un diario que haré público algún día. Lo mismito que sor Virginia, a la que cada día admiro más por su rebeldía; ella sí que se atreve a compartir sus anotaciones con algunas de nosotras. Y todas pasan por lo mismo: que echen a la Madre Superiora, a la que llama esbirra de Rouco, y que el nuevo Papa acepte de una vez por todas la renuncia de Rouco, que ya va siendo hora.

Dice Sor Virginia, que tiene muy buenas fuentes, que el Papa Francisco no era el candidato de Rouco. Que este y todos sus acólitos eran partidarios de Angelo Scola, el de Comunión y Liberación. Que todos ellos se quedaron muy sorprendidos cuando vieron aparecer en el balcón del Vaticano al argentino. ¡Su gozo en un pozo! Rouco y sus acólitos ya habían comenzado a repartirse los puestos aquí y en Roma. Incluso, si el elegido como Papa hubiese sido el italiano, podría haber seguido adelante la Operación Rouco 80.

Esta última, que ya se encontraba medio apalabrada con los de la Curia en al anterior papado, consistía en que Rouco, si la salud le respetaba, seguiría como arzobispo de Madrid hasta que cumpliese los 80 años, es decir, tres años y medio más. «Sin embargo, dice Sor Virginia, afortunadamente eso ha saltado por los aires».

Según cuenta ella, la situación ahora es la siguiente: Rouco tuvo que presentar su renuncia cuando cumplió 75 años, el 20 de agosto de 2011. Lleva, por lo tanto, más de año y medio en tiempo de descuento. El Papa Francisco, que no es de su cuerda, le podría aceptar la renuncia en cualquier momento. Desde luego, lo que está descartado, todo lo descartado que se puede tratándose de los Príncipes de la Iglesia, es que continúe hasta los 80.

La primera incógnita es si el nuevo Papa va a respetar los plazos para que finalice su mandato como presidente de la Conferencia Episcopal, hecho que sucederá dentro de once meses, a principios de marzo de 2014, o le aceptará la renuncia antes.

El segundo interrogante afecta a su sucesor: ¿quién será? Existen tres posibilidades: que el Papa Francisco opte por alguien del interior, es decir; que ya es obispo de algunas diócesis española; que se decida por Cañizares, ministro en el Vaticano hasta ahora, que quiere volver a España a toda costa; por último, que se apunte a la renovación que dice querer y busque a un español de los que andan por la Curia o en alguna Nunciatura.

Pase lo que pase, dice Sor Virginia, Rouco parece tener los días contados al frente de la Iglesia española. «Falta hace que entre aire nuevo, como el que el Papa Francisco ha llevado a Roma. Aquí, en el convento también», piensa en voz alta la sor. El final del mandato de Rouco, acelerado por la elección de nuevo Papa, ha puesto muy nerviosos a todos sus acólitos y a aquellos que ha ido situando en distintos puestos en su obsesión por controlarlo todo.

Por ejemplo, están muy nerviosos los terminales de Rouco en la Cope, que no daban crédito a lo que sucedió en Roma al final del cónclave, con el argentino en el balcón. Será muy curioso observar lo que hace el presidente de la misma, Barriocanal, del Camino Neocatecumenal, que tiene un gran instinto de conservación y un fino olfato a la hora de acudir en socorro del vencedor.

¿Qué hará ahora José Luis Restán, pope de Comunión y Liberación, el verdadero hombre de Rouco en la Cope, que se ha quedado doblemente descolocado, primero con la dimisión de Benedicto y luego con la elección de Francisco? ¿Qué harán los que pertenecen a Comunición y Liberación y a los otros movimientos, que no son precisamente santos de la devoción de los Jesuitas? La solución llegará más pronto que tarde.

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