1918

Opinión

1918

Hasta que apareció este “brote oscuro” en forma de Gripe A pensábamos que no había nada más eterno que el odio en una comunidad de vecinos, pues estábamos equivocados. Los expertos en la materia dicen que padecemos la mutación de un virus del año 1918, allá cuando terminaba la I Guerra Mundial y España todavía no había acometido la expedición del Rif que tan mal resultado dio tres años más tarde en Annual.

Los virus nos superan y nos aguardan en cualquier esquina, tienen una capacidad letal de bajo consumo y una moral por encima de vacunas, recetas y cuarentenas. Ya hay quién afirma que cuando el ser humano acabe su existencia serán los virus los que hereden la tierra y entre ellos formarán una civilización a su estilo; se encargarán de colarse por las pirámides y de estropear los cuadros del Museo del Prado. La primera en toser será “la maja desnuda” y así hasta comerse los bastidores de las telas de Velázquez y Goya.

Al virus se le teme porque no abulta, no hay insecticidas, ni trampas con queso. El virus es una forma lenta pero segura de trabajar en nuestra contra como gusanos negros por las venas. Los muy cabrones ni necesitan agua.

De 1918 no tenemos más que fotos antiguas y crónicas de periódicos microfilmados, pero también una herencia mortal que regresa tan pertinaz como inoportuna. Prueba de la inteligencia de los virus es que se ceban con los más débiles.

Más información