“Doctor Watson, vamos a ver”

Cuba

“Doctor Watson, vamos a ver”

La tesis oficial cubana es que hay que aumentar la productividad para que suban los salarios.

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A la par del muy controvertido artículo constitucional número 68, que propone el matrimonio gay, no pocos ciudadanos, de una u otras maneras, han llevado a las reuniones consultivas que se celebran en las comunidades, el angustioso tema del salario, una auténtica jaqueca para las autoridades de la isla.

De acuerdo al último estudio realizado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el salario promedio en la isla en el 2016 era de 740 pesos cubanos (poco menos de 30 euros). En pocas palabras: no alcanza para cubrir las necesidades del mes a pesar de estar subvencionados los servicios de agua, gas y electricidad y, como todos sabemos, la gratuidad en la salud y la educación.

El problema más agudo estaría en la alimentación habida cuenta que la cartilla de racionamiento a duras penas alcanza para los diez primeros días del mes.

El salario como un contra incentivo del que se derivan varios delitos entre ellos el robo. Cuba es uno de los pocos países con base católica en el que un cura párroco absuelve de pecado a quien le confiese haberse “llevado” de su centro laboral un pollo congelado o un kilo de leche en polvo. Ni medio Ave María para el pecador y sí la advertencia celestial que debe cuidarse en tal proceder de irse a casa con algo que no le pertenece.

La tesis oficial es que hay que aumentar la productividad para que suban los salarios. Algo así como qué fue primero, si el huevo o la gallina. En este escenario, como dicen los especialistas, los altos precios en el mercado. Un bombillo led marca Maxell, de imprescindible uso, factura 400 pesos cubanos, más de la mitad del salario promedio. En fin, un “problemazo” gris y con pespuntes negros que algunos quieren llevar a la Constitución.

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