Encarna Bodelón, jurista, profesora UAB y directora del grupo de investigación Antígona; Martina Kaplún, educadora social de la Fundación Cruz Blanca; y Mamen Briz, colectivo Hetaira

Entrevista

Encarna Bodelón, jurista, profesora UAB y directora del grupo de investigación Antígona; Martina Kaplún, educadora social de la Fundación Cruz Blanca; y Mamen Briz, colectivo Hetaira

Estas tres expertas analizan la legislación que regula la prostitución para conocer cómo afecta a las mujeres, sus aspectos positivos y negativos; y reivindican un enfoque de derechos.

Encarna Bodelon y Martina Kaplun

«La puesta en marcha de la ley de seguridad ciudadana está siendo terrorífica para las prostitutas»

Martina Kaplún, Diplomada en Educación Social y Experta en Género, con orientación hacia los temas de Violencia contra las Mujeres, Trata de Seres Humanos y Migraciones, es educadora social de la Fundación Cruz Blanca y posee una amplia trayectoria dentro de la Red Española Contra la Trata de Personas (RECTP). A través de ella, participa en el Grupo de Trabajo de Evaluación del Impacto de la Ley de Seguridad Ciudadana y las Ordenanzas Municipales sobre las mujeres que ejercen prostitución, promovido desde el Foro Social contra la Trata.

Encarna Bodelón es Profesora titular de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), desde donde dirige el grupo de investigación Antígona, especializado en el análisis del derecho con perspectiva feminista. En la actualidad coordina el proyecto DEORGE, sobre ordenanzas de prostitución en el Estado español.

Y Mamen Briz, periodista y máster en Género y Políticas de Igualdad entre Hombres y Mujeres, pertenece al colectivo Hetaira, nacido en 1995, a iniciativa de un grupo de mujeres, entre las cuales algunas ejercían la prostitución, ante la necesidad de organizarse para combatir el estigma social que recae sobre las prostitutas y reivindicar sus derechos. Además de sus publicaciones, ha sido guionista de los cortometrajes Túnel número 20, Pelonas, Rompiendo géneros y de los making of de la película Princesas y del videoclip Me llaman Calle.

Todas ellas han sido parte de un debate promovido por el grupo de Ahora Madrid, que gobierna la capital, con el propósito de buscar un consenso amplio entre todas las agentes sociales implicadas sobre la eficiencia de las políticas públicas municipales que regulan la prostitución en un contexto como el que marca la Ley de Seguridad Ciudadana, más conocida como Ley Mordaza. Asimismo, han contribuido al análisis de ordenanzas y leyes estatales y locales que regulan la prostitución para conocer cómo afectan a las mujeres, sus aspectos positivos y negativos. En este marco, se desarrolló esta entrevista con EL BOLETÍN.

Cómo parte de este proceso, ¿qué aspectos han estado tratando con el Área de Gobierno de Políticas de Género y Diversidad del Ayuntamiento de Madrid?

Martina Kaplún (MK): Hemos estado analizando la situación actual con respecto a las ordenanzas fundamentales para ver cuáles podrían ser las mejores políticas públicas de la ciudad de Madrid para abordar la temática de la prostitución.

Encarna Bodelón (EB): Desde Antígona, el grupo de investigación de la UAB del que soy directora, hemos dirigido dos investigaciones: una del 2014 para el Ayuntamiento de Barcelona, sobre cómo se estaba aplicando la ordenanza municipal que regulaba aspectos de prostitución en la ciudad; y otra investigación, que ahora está en curso a nivel nacional, que compara cómo en distintas ciudades de España se están aplicando las ordenanzas. Entonces, mi aportación es explicar los resultados de estas dos investigaciones, sobre todo centrándonos en qué aspectos de estas dos ordenanzas no están funcionando o incluso vulneran directamente derechos de las prostitutas.

A propósito de la investigación para el Ayuntamiento de Barcelona, la actual corporación se ha manifestado muy crítica con la anterior ordenanza. En este sentido ¿cómo ha evolucionado su trabajo con ellos?

EB: Hay una discusión entre los diferentes grupos sobre cómo se va a cambiar esa ordenanza, pero el Gobierno de Ada Colau sí que pretende reformar distintos aspectos de la ordenanza porque en distintos informe de evaluación que se han hecho se ve que se han estado vulnerando derechos de las personas. Concretamente, en el tema de prostitución, en el informe que hicimos Antígona y la Fundación Sur vimos que había distintos tipos de vulneraciones de los derechos de las trabajadoras sexuales: desde la reiteración sobre todo de las multas sobre las trabajadoras sexuales, no sobre los clientes; el hecho de que estas multas estaban recayendo muchas veces sobre mujeres que las organizaciones que trabajan con ellas habían preidentificado muchas veces como víctimas de trata; o que en otros casos lo que hacen es bloquear sus cuentas corrientes; se dan casos de acumulación de multas y así organizaciones de mujeres que trabajan con ellas como Genera tienen casos de mujeres con miles de euros de deuda. Incluso, con el anterior gobierno municipal porque ahora esto sí que ya no está sucediendo, casos de vulneración de derechos tan graves como malos tratos físicos, coacciones, amenazas. Vulneraciones de derechos muy graves.

Mamen Briz (MB): En Madrid, la mayor preocupación que tenemos es la aplicación de la ley de seguridad ciudadana que está permitiendo las multas tanto a clientes como a prostitutas y esto está haciendo todavía más complicadas sus situaciones de vida y de trabajo. La situación de vulnerabilidad en que ya se encontraban aquellas personas que captan a su clientela en la calle ya era alta, pero ahora muchísimo más ya que los tratos con los clientes tienen que ser más rápidos, casi semiclandestinos. De esta forma, se disminuye su capacidad de poder negociar sobre el tipo de servicio qué hacer o sobre el dinero que pueden ganar con cada uno de ellos. Todo esto está suponiendo una vuelta atrás. Creo que nunca habíamos vivido una situación tan difícil ni tan dramática en la calle. Hemos vivido situaciones complicadas como la propia crisis económica que afecta a todos los sectores; también a aquellas que habían abandonado el ejercicio de la prostitución y que han vuelto a reengancharse trabajando en prostitución. Pero la puesta en marcha de la ley de seguridad ciudadana está siendo terrorífica y además se está aplicando de una forma bastante injusta porque hay zonas específicas donde se aplica con muchísimas ganas como, por ejemplo, en el polígono de Villaverde; frente a lo que se hace en la zona centro de Madrid donde parece que es un poquito más disimulada la cantidad de multas que se están poniendo.

Además, más allá de lo que es la ciudad de Madrid, por ejemplo, hay una ordenanza que está en marcha en Alcalá de Henares desde el año 2011 con el Gobierno anterior, del PP, que multaba tanto a trabajadoras del sexo como a sus clientes. Ahora, está el partido socialista y han hecho un cambio: desde hace menos de un año «tan sólo» se multa a los clientes. Esto no deja de ser un ejercicio de demagogia muy grande porque en el momento en que vas a multar a los clientes, estos no se van a acercar a demandar un servicio sexual y estas influyendo también negativamente sobre las condiciones de vida y de trabajo de las chicas de la calle. Es muy demagógico permitir un negocio, pero multar a cada cliente que aparece porque entonces te quedas también sin negocio.

En cualquier caso, ¿qué margen creen que hay para las regulaciones municipales cuando vemos que, por encima, hay leyes estatales que las condicionan?

EB: Como jurista, yo lo que puedo decir es que llama poderosamente la atención que las ordenanzas municipales en absoluto se han dedicado a desarrollar derechos fundamentales como la igualdad entre mujeres y hombres. No han dedicado ni un artículo a desarrollar este aspecto; y de repente sí han incluido sanciones hacia un colectivo tan vulnerable como las trabajadoras sexuales. Esto es lo primero: si las ordenanzas municipales tiene que recoger algún aspecto relativo a las trabajadoras sexuales tendríamos que empezar por otras partes como, por ejemplo, el desarrollo de una educación no sexista. En definitiva, por desarrollar todos los aspectos de ciudadanía de las mujeres en nuestros municipios y no por medidas de sanción a las trabajadoras sexuales que están en la calle. Es un contrasentido enorme que ese espacio normativo sea utilizado solo para la sanción de la prostitución.

MB: Creo que intentar acercarse a un problemas social exclusivamente a través de las sanciones y teniendo tan solo el ideario de la seguridad frente a la idea de los derechos de muchísimas mujeres es lo más grave. No se esté teniendo en cuenta la situación de ellas, ni sus necesidades. Tampoco se les ha preguntado absolutamente nada y esto es lo que suele ocurrir cuando no se cuenta con interlocución. Hay falta de interlocución y de participación de las trabajadores del sexo en los procesos que les competen directamente a ellas. Mientras que cuando hay un conflicto vecinal o de un sector de obreros de cualquier empresa, se les tiene en cuenta; a las prostitutas se les barre del mapa y se escucha a las instituciones, a los vecinos, a los comerciantes… Por el contrario, no suele haber mesas de diálogo en donde ellas también estén participando abiertamente y esto es un problema. Se las estado dejando al margen de participar en qué tipo de políticas podrían ser las mejor para ellas.

MK: Hay un tema que llama mucho la atención y es que la mayoría de las ordenanzas que tenemos en España que abordan esta temática son ordenanzas de uso del espacio público en general, en donde se tipifican conductas tan dispares como la venta ambulante, orinar en la calle, el vandalismo contra el mobiliario urbano, etc. Y es, entonces, en el medio de ese tipo de ordenanzas dónde se abordan este tipo de comportamientos, cuando se mete un poco a capón un tema que tiene que ver con Derechos Humanos y para el que éste no es el instrumento adecuado.

En ese sentido, nos encontramos que la mayoría de este tipo de ordenanzas regulan, en general, cualquier tipo de conducta de uso del espacio público que se considera inadecuada. Ahí, se meten aspectos ya no sólo de prostitución; sino también, por ejemplo, de personas que viven en la calle y en los que el enfoque de derechos brilla por su ausencia.

MB: Enganchando con eso, hay otro aspecto a tener en cuenta y es que, de esta forma, se está aumentando el estigma social que ya existe sobre las prostitutas, que ya de por sí es bastante grande. El imaginario que se despierta es el de que son criminales ya que se las está criminalizando. Creo que es una de las cosas que más daño está haciendo, porque no se las considera ciudadanas, sino gente incívica a la que hay que multar por encima de todo y sin tener en cuenta cuáles son sus necesidades reales. Esto parece una cuestión menor y, sin embargo, creo que es la mayor: esa idea de que o somos víctimas o somos delincuentes. Ese es el tratamiento por parte de las instituciones.

Entonces, ¿qué aspectos concretos creen que sí deberían abordar las ordenanzas municipales?

MB: Yo no creo que en un asunto como la prostitución, en el que además estamos hablando de una muy concreta que es aquella que capta su clientela en la calle, una ordenanza vaya a servir absolutamente para nada porque no es el instrumento para mejorar sus condiciones de trabajo. Como organización, no nos cabe en la cabeza que las demandas sociales deban tratarse de manera sancionadora cuando no vienen acompañadas de ningún otro elemento.

MK: Hay otros instrumentos de políticas públicas que pueden ser mucho más útiles para abordar estas situaciones. Además, debe hacerse desde punto de vista consensuado y participativo, en el que se escuche a todas las voces. Poner así en marcha las políticas públicas municipales más adecuadas para justamente asegurar en primer lugar los derechos de las personas más vulnerables. Como seres humanos tienen esos derechos y es el deber de las instituciones garantizarlos. Este es el punto prioritario que nunca deberíamos ignorar en las políticas públicas desde un enfoque de derechos. Ahí, a través de diferentes instrumentos de la política municipal, el Ayuntamiento tiene mucho que decir: puede hacer políticas de prevención, de ayuda, de detección de situación de vulnerabilidad. Hay mucho que se puede hacer desde un punto de vista positiva y no desde la sanción.

¿Creen que el plan de Derechos Humanos que se ha elaborado recientemente desde el Ayuntamiento de Madrid está cubriendo estos aspectos?

MB: Para nosotros supone un apoyo y, por ejemplo, en el caso de una queja de maltrato policial en el polígono de Villaverde, nos ha permitido que también desde la oficina de DD.HH. del Ayuntamiento se interceda ante Delegación del Gobierno para ver cuál ha sido la actuación en ese caso de la UCRIF (Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales del Cuerpo Nacional de Policía) y que, bajo nuestro punto de, vista ha sido muy negligente. La policía supuestamente debería estar para ayudar a las mujeres y detectar posibles víctimas de trata, no para machacarlas a través de insultos, expresiones transfobas, etc.

MK: El plan de DD.HH. para mi es la prueba de que se pueden hacer otro tipo de políticas públicas. Ahora bien, es un plan general que aborda cuestiones de DD.HH. en genérico y cuando hablamos de prostitución hablamos de un tema que tiene muchas aristas y dificultades en su abordaje porque genera debate o incluso enfrentamiento a nivel vecinal y requiere un acercamiento específico. Pero es la prueba de que se puede legislar desde un Ayuntamiento de otra manera y además con un proceso que fue muy rico y trabajado. No fue de arriba a abajo y hubo mucho trabajo previo, donde mucha gente pudo aportar y participar.

Puede servir de base para muchas cosas, pero hay que hacer algo concreto y específico con respecto a este tema. En este sentido, creo que no podemos perder de vista que es posible tener un punto de partida donde nos encontremos todas y todos. El tema de la prostitución genera debates enconados con posturas muy radicales y enfrentadas, con cismas que a veces son irreconciliables, como hemos vivido también de forma muy dura en el movimiento feminista, y esta es una oportunidad de oro para justamente generar el debate desde otros aspectos que generen el encuentro y no el desencuentro. Ahí, hay un tema donde nos vamos a encontrar todas: los Derechos Humanos de las mujeres. Partiendo de ahí, probablemente podamos llegar a un punto de trabajo común.

EB: El plan de DD.HH. creo que es una base muy buena porque los Ayuntamientos históricamente en este país empezaron construyendo los derechos desde abajo. Sin embargo, hubo un momento en que nos hicieron creer que se construían en el Tribunal Constitucional que ya ha mostrado que los Derechos no se defienden allí. Entonces, tenemos que recuperar su construcción desde abajo y, sobre todo, de los derechos de las mujeres. El espacio de los Ayuntamientos no puede ser el del asistencialismo. Ni para las mujeres que ejercen el trabajo sexual, ni para las que sufren maltrato, ni para las mujeres que quieren encontrar un empleo. Tiene que ser un espacio de defensa de los Derechos Humanos. A mí me parece que, dentro de estas políticas de la nueva izquierda en el Estado español, este plan es una oportunidad magnífica para volver a resituar a la ciudadanía en cómo se tienen que construir los derechos.

En este sentido, desbloquear la idea de que los derechos de las prostitutas van por un lado y los derechos de otros tipos de mujeres van por otro me parece muy interesante. Igual que hemos hecho en otros temas, como la violencia de género donde hemos intentado trabajar de una forma compleja sin distinguir a mujeres que sufren maltrato de las que no, creo que tenemos que empezar a hablar de cómo las mujeres vivimos nuestra sexualidad, qué tipo de sexo queremos: sexo de pago, sexo gratis… y que, en cualquiera de los casos, queremos que sea libre, voluntario y sin subyugaciones patriarcales. Pero en cualquiera de los casos. También en el sexo gratis.

MK: Yo iría incluso un poco más allá. Ya no es cómo las mujeres queremos el sexo, sino también qué pasa con los hombres. Abordar cómo está construida la sexualidad masculina, que es un tema que atraviesa absolutamente todo lo que estamos hablando. Cómo el patriarcado afecta también a la sexualidad masculina. Algo de lo que nunca se habla. Los hombres tienen un rol en todo esto.

MB: Lo que ocurre es que ese puede no ser el mejor punto donde nos vamos a encontrar porque entonces sugeriría que abordásemos también qué tipo de relaciones hay, cuál es también la vivencia de la sexualidad de las mujeres y porque este empeño en considerar que lo que es mejor para una misma tiene que ser también lo mejor para el resto de las personas. Creo que la expresión de la sexualidad es múltiple y variada y que nos puede gustar más o menos personalmente; pero que tenemos que dejar también unos márgenes de libertad en los que la gente construya. Sin embargo, si hay algo que habría que revisitar de nuevo con respecto a la sexualidad de las personas, es el respeto. Esto es básico y primario.

¿Alguna experiencia internacional, algún modelo, regulación o instrumento específico, en mente?

MB: Cada contexto de cada país es completamente diferente y los modelos no se pueden extrapolar, no se pueden descontextualizar y llevar de un lugar a otro. Por ejemplo, Holanda tiene un sistema de escaparates que para la conciencia de la sociedad española es la cosa más rara de este mundo porque no entendemos que es una cultura anglicana en la que todo el mundo cena con las persianas subidas o donde no existe esa privacidad de cara a fuera. Y dentro de ese contexto surge la figura de los escaparates. O al contrario, en Noruega, dónde no te vas a ir a hacer la calle con el frío que hace porque nadie te va a ir a buscar en ese espacio.

Lo que si tenemos son indicios de aquellas cosas que han funcionado medio bien en algunos países y cuáles han fallado estrepitosamente. No conocemos mucho en Europa el modelo neozelandés y en Etaira, particularmente, nos interesante bastante porque creemos que es el que mayor protección está ofreciendo a las mujeres que trabajan en prostitución. En este sentido, creo que sería fantástico el poder recuperar una idea que tuvo la Sra. Ana Botella hace tiempo que fue hacer encuentros entre diferentes ciudades sobre la prostitución en los que se traían diferentes modelos de diferentes lugares. Creo que podríamos volver a indagar en esa idea e intentar celebrar encuentros con administraciones públicas de otros lugares que hayan tenido ingenio para articular nuevas propuestas como, por ejemplo ha sucedido en Zurich donde, como programa piloto, han montado un párking público en un solar municipal en el que las mujeres pueden ejercer sin ser molestadas. Sería interesante invitar a representantes de otros países para ver cómo han funcionado otras experiencias y planificar.

EB: El problema es que, con cosas que sabemos que no han funcionado, no sólo no ha habido una evaluación en este país; sino que las hemos importado y las hemos copiado y pegado. Por ejemplo, todo el tema de las ordenanzas no se inventó en el estado español; sino que, en el contexto europeo más cercano, fue en Italia, en alguna ciudades italianas, donde se empezó a sancionar la prostitución en la calle y ya se vio allí que no funcionaba. Se vio además que tenía un efecto tremendo contras las mujeres migrantes y, en particular, contra las mujeres en situación de trata y de ahí no se aprendió nada.

Entonces, creo que lo primordial sería partir de las organizaciones que están trabajando aquí, que nos están dando ideas, y que nos están diciendo lo que quieren las mujeres, Se trata de escucharlas. No necesitamos quizá escuchar lo que se ha hecho en otros lugares, sino partir de que aquí hay muchas propuestas y organizaciones que están trabajando en la calle, que saben lo que funciona. Solo con eso podríamos avanzar muchísimo.

MK: Comparto lo que ha dicho Encarna, sobre todo, porque además las experiencias internacionales no sólo tienen que ver con los contextos sociales de cada país, sino también con otros intereses políticos y con posicionamientos determinados. Por tanto, a veces, es complicado exportar un modelo determinado también porque responde a un planteamiento que aquí puede no reunir el mismo consenso. Me parece más importante la posibilidad de construir algo novedoso, diferente y radicalmente diferente de lo que se ha hecho hasta ahora porque la división que existe en España con respecto a las diferentes posturas en torno a la prostitución no es única en España, sino que se da en todo el mundo.

El de las diferentes posturas como regulación o abolición es un debate que siempre surge cuándo se habla de prostitución. ¿Cuál es su postura respecto a ello? ¿Cómo abordarlo?

MK: Justamente no empezando por entrar en ese debate por lo que estamos diciendo de que tenemos que sacar el debate de ahí. Tenemos que comenzar a trabajar desde lo que nos une y no desde lo que nos separa. Lo que nos une es la defensa de los derechos humanos de las mujeres y las que salen perjudicadas de esos enfrentamientos son ellas.

MB: La gente que estamos pegadas a la realidad, a la calle, que estamos pendientes de qué sucede con cada mujer que nos encontramos en nuestra vida, hace muchísimo tiempo que estamos hartas de todo este debate ideológico que no nos lleva a ninguna parte. La idea de juntarnos y dar alguna idea para poder implementar creo que es la esencia de dónde deberíamos partir. Si tenemos en cuenta eso, creo que es bastante fácil llegar a acuerdos porque al fin y al cabo lo que nos interesa es tener políticas públicas que no vayan en contra de las mujeres. Creo que respecto a las definiciones de lo que sería deseable en una hipotética sociedad futura, cada cual puede tener sus ideas; pero, sobre todo, las mujeres que ejercen la prostitución saldrán ganando si configuramos algo con los derechos concretos del aquí y ahora.

EB: Completamente de acuerdo con las compañeras. Justamente tenemos que salir de las categorías que se han establecido durante mucho tiempo y que no conectan con las vidas de las mujeres. Si hay que establecer alguna categorización, sería en todo caso la de unas políticas que no han contemplado a las mujeres como tales, sino casi como un objeto más de políticas urbanísticas, de gentrificación, o seguritarias; frente a otra visión de políticas basada en los derechos fundamentales de las mujeres y que compartimos compañeras abolicionistas, pro derechos, reglamentarias… Frente a una visión que cosifica a las mujeres que ejercen la prostitución como un objeto que puede ser regulado como un mueble más de la ciudad; está esa otra visión que compartimos todas las compañeras feministas: la de garantizar sus derechos.

MB: Ante decíamos que lo más importante es no dejar a nadie atrás. Tener en cuenta que estamos ante un problema muy complejo en el que se dan multiplicad de situaciones, pero en el que nos interesa tirar adelante sin dejar a nadie atrás y escuchar a las trabajadoras del sexo que normalmente suelen ser las más olvidadas cada vez que hablamos de este asunto. Que no nos olvidemos de que las víctimas de trata necesitan mayor protección de la que están recibiendo en la actualidad, ya que, de hecho, como país europeo, la situación en que nos encontramos es bastante vergonzosa. Que seamos también capaces de implementar medidas sociales para aquellas personas que por los motivos que sea quieran abandonar el ejercicio de la prostitución.

Sin embargo, no parece que los partidos políticos estén dispuestos a superar esta divisiones de enfoque en sus planteamientos…

MB: La sociedad española es bastante más razonable que los partidos políticos, por lo general. Creo que la sociedad española cada vez que se hacen encuestas sobre este asunto tiene ideas más avanzadas que los propios partidos políticos que, en ocasiones, están convirtiendo, además, este asunto en moneda de cambio como también lo hacen con los derechos de las mujeres en general. Esto es lo más tremebundo: se está jugando con los derechos de las mujeres para hacer política y, en este caso, con los derechos de las mujeres que ejercen la prostitución o con las víctimas de trata.

MK: Sobre todo, la sensación es que los partidos políticos no están legislando este tema en función de los derechos de las mujeres, sino de otro tipo de intereses: económicos, partidarios, etc. donde lo que menos importa es la postura ideológica que puedan tener. Esa es simplemente una bandera; pero si les conviene un día ondean una y al siguiente día, otra.

Por último, ¿cómo creen qué se está abordando esta materia en los medios de representación, en general, y en los de comunicación, en particular?

MB: Habría mucho que decir porque la gente que trabaja en los medios de comunicación tienen también una responsabilidad grande a la hora de poder abordar todo esto; pero también sabemos de la precarización en el mundo del periodismo. Entonces, no hay gente especializada y, por lo general, hay muy poco rigor a la hora de informar de situaciones que tienen que ver con prostitución o con el tema de trata. Hay noticias que hay que leerse tres veces para enterarse de qué quieren decir porque hacen un batiburrillo y, por ejemplo, no saben diferenciar la trata del tráfico. O, por ejemplo, se ilustran noticias en torno al tema de la prostitución, como puede ser por ejemplo este tipo de debates, con una foto de niña con tacones, cuando no se está hablando de nada que tenga que ver con un delito tan grave como es la prostitución de menores.

Toda esta situación creo que también se corresponde con lo que se está haciendo, o dejando de hacer, desde el punto de vista institucional porque se editan unas guías de recursos de cómo informar sobre este asunto que dejan muchísimo que desear. Desde luego, falta muchísimo conocimiento en torno a este tema y hay que dejar de utilizar a las mujeres.

MK: Sí, porque se va a la lágrima fácil. A mí me han llegado a cambiar frases enteras en entrevistas justamente por eso, por ir a la lágrima. Otro ejemplo se da cuando cuando se desactiva una red de trata, ya que, por lo general, en cualquier artículo, lo primero que sale es el culo de la mujer en el club con la minifalda, con los tacones…

EB: Un muy buen ejemplo en negativo en Cataluña lo hemos tenido con el tratamiento de La Vanguardia en el caso de sus famosas portadas sobre el tema de la prostitución callejera en Barcelona que vulneraban todos los derechos de cualquier persona: con las fotos de las chicas dando la cara; es decir, sin tener en cuenta si podrían estar en situación de trata.

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