Auge y caída de Artur Mas: el heredero político de Pujol desterrado por el soberanismo

Dimisión de Artur Mas

Auge y caída de Artur Mas: el heredero político de Pujol desterrado por el soberanismo

El recién dimitido como presidente del PDeCat ha visto cómo los casos de corrupción que envuelven a la extinta Convergència no han sido sepultados por el procés.

Artur Mas, expresidente de la Generalitat de Cataluña y Oriol Pujol, ex secretario general de Convergencia Democrática de Cataluña

Artur Mas era el elegido para recuperar la hegemonía convergente que había dominado la política catalana durante las décadas posteriores al franquismo. Sin embargo, el heredero político de Jordi Pujol pronto se pareció a su mentor y los casos de corrupción que envuelven a la extinta Convergència son una losa que ni siquiera el procés ha conseguido camuflar. Es más, es precisamente el independentismo catalán (CUP) quien hace años decidió desterrar al señor Mas.

El príncipe destronado. La novela de Miguel Delibes apenas tiene parangón con la carrera política del expresident de la Generalitat más allá de quien quiera relacionar la carrera independentista a la que se sumó Artur Mas con la fantasía de un niño. En cualquier caso, el título sí que recoge la sensación del final de una etapa convergente para adentrarse en una nueva (Junts per Catalunya).

Artur Mas llegó a la presidencia de la Generalitat en 2010, y la mantuvo, gracias al apoyo del PP a los presupuestos con más recortes de la historia de Cataluña. Su política de austeridad, calcada a la de Mariano Rajoy, provocó movilizaciones masivas que reprimía empleando a los Mossos d’Esquadra.

Su gobierno se antojaba breve y decadente hasta que decidió introducir (en el año 2012, post negociación fiscal) a CiU en la ola independentista que ya crecía en las calles de Cataluña. Aquel movimiento dio cierto oxígeno a su gobierno y un nuevo leit motiv que le garantizó cierta estabilidad en casa: referéndum o referéndum.

Sin embargo, los casos de corrupción que comenzaron a envolver a Convergència, no solo a la etapa de Jordi Pujol, también a la de Mas, dio inicio a la fosilización del personaje político y a desligarlo del movimiento soberanista que estaba in crecendo. Muchos comenzaron a darle por amortizado y las críticas a su figura comenzaron a brotar incluso desde dentro de su misma formación.

Hasta este martes, cuando Mas ha renunciado a la presidencia del PDeCat, su mayor ‘derrota’ política fue cuando, obligado por la CUP, tuvo que dar un paso al lado en favor del que por entonces era el alcalde de Girona, Carles Puigdemont.

En aquellos instantes muchos sintieron que aquel movimiento no era más que un atrezzo y que quien seguiría moviendo los hilos iba a ser Artur Mas, y en menor medida, Oriol Junqueras (ya formalizado Junts pel Si).

Sin embargo, el devenir del procés, culminado con el buen resultado de Junts per Catalunya en las últimas elecciones ha convertido a Carles Puigdemont en el salvador de la órbita convergente y le ha dotado de suficiente fuerza como para destronar, definitivamente, al príncipe que un día, de repente, soñó con una República.

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