Gig economy: ¿la precariedad del siglo XXI?

Especial 26 Aniversario

Gig economy: ¿la precariedad del siglo XXI?

Plataformas digitales como Uber y Deliveroo prescinden de plantillas fijas y ofrecen trabajo muy ocasional a conductores y repartidores que tienen que pagar la tasa de autónomos y asumir los gastos del coche o la bicicleta.

Deliveroo

Los repartidores de la compañía de entrega de comida a domicilio Deliveroo iniciaron el pasado verano las primeras movilizaciones en España de la denominada ‘gig economy’ o economía de los pequeños encargos. Las reivindicaciones de estos ‘riders’ pusieron de manifiesto las inestables condiciones laborales de las plataformas digitales y la proliferación de la figura del falso autónomo.

Compañías como la citada Deliveroo, su rival Glovo y la plataforma de transporte Uber prescinden de una plantilla de repartidores o conductores con contrato y salario fijo y optan por ofrecer trabajo esporádico pagado por servicio –Deliveroo abonaba 4,25 por pedido entregado antes del verano– o por horas. Los ciclistas y chóferes tienen que pagar la cuota de autónomos, poner su propia bicicleta o coche y asumir los costes de mantenimiento y de la gasolina. Como autónomos, no tienen derecho a vacaciones pagadas o Seguridad Social.

La última en sumarse ha sido Amazon, que busca repartidores autónomos en Madrid con vehículo propio para entregar paquetes a sus clientes por 14 euros la hora, cifra a la que habría que restar, como en los casos anteriores, el pago de autónomos y los gastos del coche.

Estas empresas defienden que su modelo permite flexibilidad e ingresos extras, pero en la otra cara de la moneda está la falta de un salario regular y de estabilidad laboral, lo que hace muy difícil acumular unos ingresos dignos. Para los sindicatos y detractores no es más que precariedad laboral camuflada bajo conceptos modernos y biensonantes como ‘colaboración’.

UGT sostiene que “con el argumento de que el modelo que plantean está pensado para estudiantes o para personas que quieran completar su principal fuente de ingresos, promueven auténticas relaciones laborales encubiertas bajo la apariencia de trabajadores autónomos”.

Ahí está el principal debate: ¿son los conductores de Uber y los ‘riders’ de Deliveroo trabajadores asalariados o autónomos? Los repartidores de la plataforma de comida a domicilio afirmaban durante sus movilizaciones que es la empresa la que pone los horarios y la que impone las cifras de la comisión que se paga sin dejar espacio a la negociación. Como subrayan sindicatos y expertos laboralistas, los autónomos tienen, sin embargo, libertad para concretar horarios y precios.

Estaríamos ante la fórmula del falso autónomo, una persona que a pesar de trabajar en una relación de dependencia para la empresa, tal y como lo haría un trabajador por cuenta ajena bajo un contrato laboral corriente, es obligado a darse de alta en régimen de autónomo. Trabaja como un asalariado, pero sin sus mismos derechos, bajo las condiciones de autónomo.

La Inspección de Trabajo y Seguridad Social de Valencia emitió en diciembre una resolución en la que concluye que Deliveroo “encubre” una auténtica relación laboral con sus ‘riders’. Considera que los repartidores de la compañía no son autónomos, sino que deben tratarse como asalariados, con todos sus derechos. Obligó a la plataforma a pagar las cuotas a Seguridad Social pertinentes por los trabajadores que habían presentado una denuncia ante el organismo.

Desde agosto, la mayoría de sus repartidores de Deliveroo están bajo el régimen de trabajadores autónomos económicamente dependientes (TRADE), que ofrece algunos derechos como 18 días hábiles de vacaciones. Sin embargo, no todos los ‘riders’ están satisfechos y continúan las protestas. A finales de noviembre se iba a celebrar el primer juicio contra la plataforma tras las denuncias de tres repartidores, pero finalmente la compañía llegó a un acuerdo económico con ellos para evitar la vista, informaba El Confidencial.

Pero el caso más sonado al respecto es el de Uber. En Reino Unido, país donde el tema está más avanzado, un tribunal de Londres condenó a la empresa a reconocer a varios conductores como empleados de la compañía y no como autónomos. Tienen, por tanto, derecho a vacaciones remuneradas, descansos o salario mínimo.

A raíz de una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) el modelo laboral de Uber está en jaque en el Viejo Continente. El tribunal con sede en Luxemburgo ha dictaminado que la compañía es un servicio de transporte y no una simple aplicación digital intermediaria. Entre sus argumentos señala que “Uber ejerce una influencia decisiva sobre las condiciones de las prestaciones” efectuadas por los conductores, por ejemplo, “establece al menos el precio máximo de la carrera”. Además, sostiene que “ejerce cierto control sobre la calidad de los vehículos, así como sobre la idoneidad y el comportamiento de los conductores, lo que en su caso puede entrañar la exclusión de éstos”. Al reconocer el control ejercido por la compañía en la actividad que ejercen los chóferes, podría ser más fácil demostrar que no son autónomos, sino que mantienen una relación de asalariados.

Las dudas sobre la ‘gig economy’ han llegado también a la Comisión Europea. El organismo ha iniciado nuevas conversaciones con los agentes sociales con el objetivo de actualizar las normas vigentes sobre los derechos y la protección de los trabajadores ante la nueva realidad laboral abierta por el auge de las nuevas tecnologías. Pretende que la nueva directiva para ampliar la protección de los trabajadores de la Unión Europea abarque “a todos los trabajadores, incluidos los de asignaciones a corto plazo o los que tienen nuevas y atípicas relaciones laborales”.

De momento, hasta que llegue una regulación adaptada a los nuevos tiempos, en España UGT ha puesto en marcha una web para asesorar a estos ‘precarios digitales’ sobre sus derechos y reforzar su lucha laboral.

El trabajo ‘uberizado’, cada vez más presente

Aunque parece un concepto muy moderno, el término ‘gig economy’ tiene su origen se encuentra en los clubs de jazz estadounidenses de los años 20. Se usaba la palabra ‘gig’ para denominar a los músicos que luchaban por encadenar actuaciones en estos locales. No tenían los beneficios del trabajo tradicional como la Seguridad Social.

Casi un siglo después, alrededor del 34% de la fuerza de trabajo de EEUU corresponde a esta economía bajo demando o de los pequeños encargos, según un estudio elaborado por Intuit y Emergent Research que augura que alcance el 43% para 2020. El año pasado, otra investigación, realizada en esta ocasión por McKinsey Institute, apuntaba a un porcentaje de entre el 20% y el 30% en Europa y EEUU. Además, la tendencia no se reduce solo a los ‘millenials’, también los mayores de 55 años ‘participan’ en esta economía.

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