Los bancos centrales ponen fin a la fiesta del dinero barato

Especial 26 Aniversario

Los bancos centrales ponen fin a la fiesta del dinero barato

Del triunfo o fracaso en la voladura controlada de los estímulos dependerá que los bancos centrales, muy difamados en los últimos años, puedan reivindicar el éxito de sus medidas heterodoxas.

Banco Central Europeo BCE

Los bancos centrales han hablado: se acabó la fiesta del dinero barato. El Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal han emprendido el camino de la llamada normalización monetaria para poner fin a las políticas ultraexpansivas que han venido practicando de forma coordinada y masiva estos últimos años. La tarea será hercúlea.

Como si un juego de jenga se tratara, las autoridades monetarias tendrán que aplicar todas sus habilidades en la retirada de piezas sin que caiga la torre. Existen muchas incertidumbres, sobre todo la provocada por el enigma de la inflación y el miedo a una reacción indeseada porque subir los tipos en un mundo lleno de deuda implica un enorme desafío.

Por el momento la jugada parece funcionar. Los tres principales bancos centrales se reunieron la semana pasada y los mercados apenas se agitaron. La Reserva Federal elevó los tipos de interés por tercera vez este año y sentó las bases para nuevas subidas, el BCE confirmó sus planes para reducir las compras de activos el mes que viene y el Banco de Inglaterra avisó de que es probable que suba las tasas nuevamente en 2018.

Algunos analistas creen que la falta de reacción a estos ajustes inminentes es digna de celebración. Los inversores ya no se aferran a cada palabra que pronuncian los banqueros centrales y parecen centrase en la mejora del crecimiento mundial y en el retorno de la deseada inflación, aunque todavía por debajo de los umbrales considerados óptimos.

Super Mario

En la eurozona, las políticas de Mario Draghi ya dan sus frutos: el desempleo cae y los datos más recientes apuntan que el bloque está creciendo a su mayor ritmo en siete años. Las economías de del sur – España, Portugal e incluso Grecia– están en vías de recuperación. Hasta Islandia, una de las primeras víctimas del colapso de 2008, ha levantado los controles de capitales y recupera su posición en los mercados internacionales.

En EEUU, Yanet Yellen, la presidenta saliente de la Fed, ha supervisado el acercamiento de la economía al pleno empleo. Considerada como una las arquitectas de la batería de medidas excepcionales que se diseñaron durante los últimos 10 años para sostener el sistema financiero, su mandato -del que tomó posesión en febrero de 2014- ha estado marcado por el inicio del proceso de normalización monetaria.

Las perspectivas para el Reino Unido no son tan halagüeñas, fundamentalmente por las incertidumbres derivadas del Brexit. Pero la recuperación global parece estar amortiguando el golpe.

Pero los bancos centrales no pueden dormirse en los laureles. En su último informe trimestral, el Banco Internacional de Pagos (BIS) advertía de que los altos niveles de deuda y la magnitud del repunte durante este año en los precios de los activos recuerdan la era en la que se gestó la crisis financiera que estalló en 2008.

“Las vulnerabilidades que se han creado en todo el mundo durante el largo período de tipos de interés inusualmente bajos no han desaparecido. Los altos niveles de deuda, tanto en moneda nacional como extranjera, todavía están allí. Y también lo están las valoraciones ‘espumosas’”, señalaba Claudio Borio, jefe del departamento monetario y económico del BIS.

“¿Puede considerarse que un endurecimiento monetario ha sido eficaz si las condiciones financieras son claramente más favorables? Si no es así, ¿qué deben hacer los bancos centrales?”, se preguntaba Borio. “En una época en la que la gradualidad y la previsibilidad se están convirtiendo en la norma, estas preguntas serán probablemente cada vez más apremiantes”.

Decisiones menos predecibles

Las decisiones que los bancos centrales deben tomar el próximo año, sobre el ritmo y el grado de ajuste, serán menos predecibles, con los nuevos nombramientos en la Fed – Jerome Powell asumirá la presidencia- y el debate sobre la sucesión de Draghi; y muy complejas, por las desigualdades en la recuperación, sobre todo en la eurozona.

En un lado del debate se sitúan aquellos que advierten de que la retirada temprana de los estímulos podría poner en jaque el crecimiento económico o provocaría fuertes caídas en los precios de los activos y problemas con la deuda. En el otro están los que consideran que un periodo demasiado prolongado de políticas de flexibilización elevará los riesgos en el sistema financiero, algo que podría generar una próxima crisis sin que los responsables de la política monetaria tengan la suficiente munición para combatirla.

Para los bancos centrales, retirar de forma abrupta la respiración asistida podría generar graves contraindicaciones, dada la ausencia de presiones inflacionarias.

La Reserva Federal empezó a aplicar medidas sin precedentes en 2008, mientras que el BCE tardó siete años en hacerlo, una vez consiguió el visto bueno de Alemania. Las velocidades también han sido diferentes en la retirada del maná de la financiación barata. El banco central estadounidense dejó de comprar deuda en 2014, aunque no fue hasta el pasado mes de octubre cuando empezó a reducir balance. Estas compras de bonos, iniciadas en 2009, llevaron la hoja de balance de la Fed hasta los 4,3 billones de dólares, el mayor monto desde la II Guerra Mundial. El BCE, por el momento, ha anunciado que reducirá a partir de enero hasta la mitad su multimillonario programa de estímulos monetarios, por lo que inyectará 30.000 millones de euros mensuales a la economía de la eurozona. Prolongará estas compras hasta septiembre. La autoridad monetaria europea también deberá desprenderse en los próximos años de cuatro billones de euros, que es lo que ha engordado su balance estos años.

En el caso de los tipos de interés también se aprecian las diferentes velocidades. Así, mientras en EEUU el precio del dinero ha subido tres veces este año (se sitúa en el 1,25%), en la eurozona las tasas de referencia oficiales aún se encuentran en el 0% y no se esperan cambios hasta por lo menos dos años, cuando vence el mandato de Mario Draghi, quien podría convertirse en el único presidente del BCE que nunca subió el precio del dinero.

Del triunfo o fracaso en la voladura controlada de los estímulos dependerá que los bancos centrales, muy difamados en los últimos años, puedan reivindicar el éxito de sus medidas heterodoxas.

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