Pobreza en la rica Alemania, la otra cara del país de Merkel

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Pobreza en la rica Alemania, la otra cara del país de Merkel

La razón principal que explica el alto nivel de pobreza entre los mayores son las bajas jubilaciones públicas.

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«Me enfada cuando le escucho decir lo bien que le va a Alemania», comenta a dpa Alexander Jorde, un joven enfermero de la ciudad germana de Hildesheim, famoso estos días por haberle echado en cara a la canciller Angela Merkel los problemas del sistema sanitario alemán durante un programa de televisión. «Puede que de media sí, pero si se miran los casos uno por uno no es así, sobre todo en el ámbito de la sanidad y de los enfermeros», explica sobre el discurso de la líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) centrado en la prosperidad de la mayor economía de Europa.

Jorde, de 21 años, se ha convertido en una especie de héroe en la unidad del hospital donde se forma como enfermero después de recriminar a la mandataria alemana no haber hecho nada por este sector en los doce años que lleva al frente del país. «Para mí era importante preguntarle qué pensaba hacer para mejorar la situación», indica sobre su participación en el programa de la televisión pública alemana.

«El artículo 1 de la Constitución alemana dice que la dignidad humana es inviolable. Desde hace un año he podido ver en el hospital y en la residencia de ancianos cómo se vulnera reiteradamente esa dignidad. Hay personas que están horas con sus excrementos. Gente que ha ayudado a reconstruir este país tras la Segunda Guerra Mundial», le espetó a Merkel, que el 24 de septiembre concurre por un cuarto mandato consecutivo.

«Los enfermeros están desbordados», señaló a la mandataria. «Tiene que ser posible invertir más dinero en este ámbito en un país como Alemania».

Los enfermeros tienen que ocuparse de hasta 20 pacientes durante el día y por las noches incluso de hasta 40, denuncia Jorde, que reclama una cuota máxima de cuántos pacientes puede atender un solo enfermero en los hospitales y mejorar las condiciones salariales para poder luchar contra el déficit de personal que afecta a los centros de salud y a las residencias de ancianos.

Junto con esta problemática, en las intervenciones de Merkel en los dos programas de la televisión pública alemana donde se sometió a las preguntas de los ciudadanos, quedó también claro que más allá de la integración y la seguridad, a la gente le preocupa mucho la mala calidad de los puestos de trabajo y la pobreza en la tercera edad.

La razón principal que explica el alto nivel de pobreza entre los mayores son las bajas jubilaciones públicas. En la actualidad, al retirarse, los pensionistas pasan a cobrar un 48,3 por ciento del salario medio de su vida laboral. A partir del año 2030, se estima que el porcentaje que reciban se reduzca hasta el 43,5.

Este porcentaje aboca a la pobreza en la jubilación a personas como Petra Vogel, una limpiadora de un hospital de Bochum que puso en apuros a Merkel en la televisión alemana al recordarle la «injusticia» de que «en uno de los países más ricos del mundo» los jubilados apenas tengan suficiente para vivir. Es la otra cara de la moneda.

«Trabajas más de 40 años duro, ganas poco y cuando eres mayor recibes apenas dinero para lo básico», denunció Vogel, que con un salario de 1.050 euros al mes le quedará una pensión de 654 euros cuando se retire dentro de poco.

«Pido una jubilación mínima de unos mil euros para que después de 40 años de trabajo los ancianos no tengan que recoger botellas y latas en las estaciones de tren», reclamó.

Sin embargo, Merkel reconoció que no puede cambiar el sistema de pensiones, aunque podría hacerse alguna mejora y le preguntó si no tenía algún plan de pensiones adicionales que subsidia el Estado, algo que Vogel refutó alegando que eso es «para ricos».

De acuerdo con el «Informe de Pobreza de 2016» de la Asociación para el Bienestar Paritario, un 15,4 por ciento de la población alemana (12,5 millones de personas) vive en esa condición. De las cuales, 3,4 millones son mayores de 65 años. Es el drama de ser pobre en una de mayores economías del mundo.

En Alemania se considera que una persona es pobre cuando sus retribuciones mensuales son inferiores al 60 por ciento de los ingresos medios registrados en el país.

Sin embargo, desde el Gobierno argumentan las dificultades para hacer frente a largo plazo al sistema de bienestar alemán. Los 20,5 millones de jubilados, más los cerca de seis millones de personas que perciben la ayuda social, ponen a prueba la sostenibilidad de la principal economía de Europa.

Alemania destinó el pasado año 918.000 millones de euros para prestaciones sociales -que incluyen principalmente jubilaciones, desempleo, prestaciones a personas dependientes, ayudas sociales y subvenciones a salarios bajos-, a pesar de las cifras récord de empleo y de tener una cuota de desempleo del 5,7 por ciento. Estas subvenciones suponen un 29,3 por ciento del producto interno bruto.

Para la asociación social alemana VdK, estas elevadas prestaciones sociales, con una tasa de desempleo tan baja, es un indicio de que en Alemania existen numerosos trabajos mal remunerados. «Las personas deberían poder vivir de su trabajo», indica su presidenta, Ulrike Mascher.

Según datos de la Federación de Sindicatos de Alemania (DGB), siete millones de personas tienen trabajos muy mal remunerados, lo que supone en torno a un 20 por ciento de todos los trabajadores. Estas cifras han dado lugar a una nueva clase en el país europeo: los trabajadores pobres.

Los miniempleos, de un máximo de 450 euros, los empleos con bajos salarios, los trabajadores temporales o los trabajadores de media jornada pasan así a engordar las exitosas tasas de empleo de Alemania.

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