Hace décadas, en La Habana, una repentina sed de amor, una infidelidad transitoria o la imposibilidad de hacerlo en un dormitorio en el que dormían varias generaciones de mortales, no era mayor problema porque abundaban las llamadas “posadas”, donde esa humana apetencia se facturaba por horas.
Con el paso del tiempo, las apremiantes necesidades de vivienda y la imposibilidad de reparaciones hicieron colapsar estos centros estatales de gran demanda popular, donde cada cubano que peine canas puede tener más de una historia, para convertirse en techos de familias sin hogar.
La nueva buena es que las autoridades acaban de anunciar el reinicio de estos sublimes enlaces al quedar inaugurada la primera posada de la ciudad, en la Calzada de Vento, en los límites municipales de El Cerro y 10 de Octubre.
Según el reporte de la Empresa Provincial de Alojamientos, su gestora, las habitaciones poseerán todas las comodidades habidas por haber y que incluyen climatización, agua fría y caliente y el apoyo de algunos comestibles ligeros más algo de alcohol. Lo justo para pasarla bien durante unas tres horas.
Bendito sea el que se le ocurrió y logró aprobación para retomar algo que era un sueño de viejos, cosa pasada.
