Recetas contra el fuego perfecto

Incendio en Portugal

Recetas contra el fuego perfecto

El diputado de Unidos Podemos y coportavoz de Equo analiza las causas de fondo que están detrás del incendio en Portugal.

Juan López de Uralde, Coportavoz Federal de EQUO

No se recuerda un incendio forestal que haya tenido un impacto ni siquiera cercano al reciente de Portugal. Con los rescoldos todavía vivos, estremece recordar las imágenes de esos coches calcinados en los que murieron abrasadas decenas de personas que trataban de huir del fuego. En total 62 víctimas han perdido la vida como consecuencia de este incendio. No podemos pasar página sin analizar muy seriamente las causas de fondo que están detrás de tan grande catástrofe, para al menos evitar que algo así vuelva a ocurrir.

En un principio se informó de que el incendio había sido causado por un rayo; una versión creíble debido al intenso aparato eléctrico que acompañó a una tormenta seca coincidente con el inicio del fuego. En las últimas horas, sin embargo, la policía portuguesa afirma tener pruebas de que el incendio fue, sin embargo, provocado ya que se inició dos horas antes de la tormenta. Es posible que así fuera, ya que seguiría una tendencia de fuegos provocados tan marcada tanto en Portugal como en España.

Pero la reflexión que traemos aquí tiene que ver con las causas que han hecho que el fuego se extendiera de manera imparable, y haya sido imposible frenarlo durante varios días causando un desastre de gran magnitud. Desde mi punto de vista hay dos factores clave que lo explican: las condiciones ambientales extremas, y el monocultivo de especies pirofitas (eucalipto y pino). Las condiciones para el fuego perfecto estaban servidas, y solo hizo falta prender la mecha.

La extrema sequedad que ha sufrido estas semanas la península ibérica, y las altas temperaturas, han dejado el campo muy seco, desde el suelo hasta la copa de los árboles. Temperaturas extremas para un mes de junio, que han vuelto a batir un año más todos los registros. Hay una regla conocida como 30-30-30 según la cual con temperaturas superiores a 30 º C, vientos de velocidad 30 km/h o mayor y una humedad relativa del aire por debajo del 30%, son las condiciones ambientales ideales para que se den grandes incendios forestales.

Las estadísticas muestran que los grandes incendios forestales (aquellos que afectan a más de 500 Has) aumentan cada año. Y es que el cambio climático está haciendo que cada vez sean más los días en que se dan esas condiciones ambientales perfectas para el fuego. Ciertamente mejoran los medios de extinción, pero el problema es que a estos grandes incendios es muy difícil hacerles frente. Es lo que hace que se expandan de forma brutal llevándose todo por delante, incluyendo vidas humanas, como ocurrió también en el fatídico incendio de Guadalajara en 2005.

Además el incendio portugués se produjo en una plantación de pinos y eucaliptos, especies muy pirófitas. Los monocultivos de estas especies son especialmente vulnerables al fuego: prenden fácilmente y no hay barreras naturales que lo frenen. A ello hay que añadir un urbanismo que invade cada vez más el monte, y deja las casas más expuestas al fuego.

Hay que extraer lecciones de la tragedia portuguesa. No debe haber espacio para la autocomplacencia. Al contrario, como decimos las condiciones ambientales que propiciaron ese fuego son cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Y tampoco tenemos una política forestal que haya promovido la diversidad en nuestros montes, en los que miles de hectáreas están llenas de plantaciones de estas mismas especies. Por otro lado el abandono del mundo rural también tiene consecuencias, por la situación de muchas zonas de bosque que han perdido a sus cuidadores y vigilantes más cercanos.

Lucha sin cuartel contra el cambio climático, y política forestal preventiva en materia de incendios, además de primar una biodiversidad rica, son las únicas recetas para hacer frente en su origen a un riesgo que debe evitarse en vez de combatirse cuando ya el drama está en marcha.

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