Relato de cómo la pseudoterapia se abrió paso en la sanidad madrileña

Sanidad

Relato de cómo la pseudoterapia se abrió paso en la sanidad madrileña

En la Fundación Jiménez Díaz los voluntarios que ofrecían sesiones de reiki accedían a zonas para enfermos de cáncer vetadas a sus familiares.

Reiki

La guerra a las pseudoterapias está declarada en la Comunidad de Madrid. Y, especialmente, al reiki. La reciente orden de la Consejería de Sanidad de exigir a los hospitales públicos que eliminen cualquier referencia que suponga promoción o publicidad “de la práctica del reiki” ha supuesto el inicio del fin para este fenómeno en los centros hospitalarios. Sin embargo, hasta hace poco, se instalaron con fuerza en la sanidad madrileña.

En parejas y con bata blanca, los voluntarios de reiki recorrían el ‘Hospital de Día’ de la Fundación Jiménez Díaz, uno de los hospitales privados con mayor peso en los presupuestos autonómicos. Una escena que relata un paciente oncológico del edificio que dirige Quirón Salud a ElBoletín.com y que sirve para escenificar cómo esta pseudoterapia se abrió hueco en los centros del Servicio Madrileño de Salud.

“Hola, ¿sabes qué es el reiki?”. Una simple pregunta que lanzaban los voluntarios y que acompañaban de una breve explicación: “Es una técnica natural basada en la imposición de manos que hace que todo vaya bien, que el tratamiento vaya bien”. Los ‘reikistas’ ya están dentro de la sala donde se administran los tratamientos de quimioterapia; los familiares de los pacientes se mantienen fuera.Nos enfadó enterarnos de que los voluntarios sí podían pasar”, confiesa el afectado.

“Esta gente te dice que el reiki hace que generes más defensas”

Un ‘Hospital de Día’ donde la paciencia se convierte en la gran protagonista. La sesión de quimioterapia puede llegar a durar hasta diez horas. La sala, a la que, en principio, solo pueden acceder los enfermos y los profesionales del centro, no cuenta con más de 20 camillas de tratamiento. El espacio se apremia. Por ello, la Fundación Jiménez Díaz facilita a acompañantes otra sala con otra veintena de sillones azules. Las infusiones y los cafés toman la palabra. El escenario se entendía, como confiesa el paciente: “Era un rollo que no pudiera pasar, claro, pero de todas formas por cuestión de espacio y tal, todos lo entendíamos”.

A pesar de la imposibilidad de que un familiar esté presente en el tratamiento, los ‘reikistas’, tras saludar a los enfermeros de turno, según exponen a este medio, inician su recorrido ofreciendo su sesión gratuita con sumo sigilo para no molestar. “A mí me ofrecieron darme una sesión casi todas las veces que tuve quimio. Algunas veces me hacía el dormido para no contestarles”, recuerda el paciente oncológico a este digital. Si se rechaza la oferta, el voluntario desiste y se despide con amabilidad. El siguiente enfermo espera. Si se acepta, colocan sus manos sobre el cuerpo del enfermo sin llegar a tocarlo, cambiando de zona, durante unos 20 minutos.

“A mí en particular me cabreaba que explicaran tan brevemente su ‘terapia’”, asevera el afectado. Y es que cuando te dan quimioterapia una de las “principales obsesiones son las defensas”: “Todo el mundo se queda fatal de defensas y a menudo hay que interrumpir los tratamientos para que no te quedes tan bajo”. Un punto que los voluntarios ‘aprovechan’: “Esta gente te dice que el reiki hace que generes más defensas. Y también que el tratamiento funcione mejor”.

Momento en el que los problemas pueden empezar a generarse, tal y como entiende este paciente oncológico: “Para quien no se informe o le gusten esas cosas, el placebo puede servir de algo. Pero a mí me daba la impresión de que a gente mayor, después de esa sesión gratis en el hospital, pueda querer ir a que le den más en cualquier escuela, pagando. Para los que sabemos que no funciona nada, el que te digan que esto de las manos te va a subir las defensas lo que hace es subirte el cabreo y la incertidumbre sobre tu propia enfermedad”.

Punto y final a una relación de años

De esta manera, los hospitales públicos han decidido que ya no se ofrezcan estos trabajos ni tan siquiera se promocionen como se realizaba antes. Pero la Fundación Jiménez Díaz es un centro privado y la posibilidad de mantener esta pseudoterapia podría darse. En un primer momento, Quirón Salud, al ser preguntado por ElBoletín.com, negó que estos voluntarios realizasen este tipo de sesiones en ninguno de sus centros.

No obstante, una rápida búsqueda en internet contradice esta versión. “¿Tienes tiempo libre y te apetece dedicarlo ayudando a otros? La Asociación Causay dispone de un equipo de voluntarios que imparten reiki en la Fundación Jiménez Díaz a enfermos de cáncer de la 6º planta, ‘Hospital de Día’ y planta de paliativos”, se puede leer en la web de esta escuela de reiki que operaba en el edificio.

Una relación entre la Asociación Causay y el centro privado que, pese a la primera negación de Quirón Salud, en una segunda llamada han confirmado a este medio que ha llegado a su fin: “Ahora mismo no se está dando. No se ha hecho nada diferente a lo que se hacía en el resto de hospitales del SERMAS”. Si un hospital 100% público permitía esta pseudoterapia, la Fundación Jiménez Díaz también; si un hospital 100% público rompe ‘amistad’ con el reiki, la Fundación Jiménez Díaz también.

Asimismo, la propia asociación, en un comunicado rescatado del caché, ha lamentado cómo se les ha prohibido el acceso al centro: “Con fecha del 24 de mayo desaparecen del hospital toda nuestra cartelería y planillas de solicitud de visita. La razón: César Pascual Fernández, director general de Coordinación de la Asistencia Sanitaria de Madrid, insta de manera inmediata a retirar cualquier alusión al Reiki en hospitales por mail en dos líneas sin más explicación. La Fundación Jiménez Díaz-Ute obedece dicha solicitud y con nosotros deciden resolver el acuerdo de colaboración”.

Y es que la historia entre la Asociación Causay y la Fundación Jiménez Díaz tiene su origen en el 18 de junio de 2012 cuando firmaron el convenio de colaboración para dar sesiones de reiki a pacientes oncológicos, paliativos y banco de sangre. “El objetivo de este voluntariado era relajar a los pacientes, familiares y personal hospitalario a través de pequeñas sesiones de 20 minutos”, asevera la entidad recordando que en este tiempo han atendido “a más de 11.500 pacientes” sin ningún tipo de incidencia ni reclamación.

Según presenta la asociación, el equipo de voluntarios, los cuales necesitaban cursar “al menor el primer nivel de reiki” (95 euros el curso de ocho horas) antes de dedicarse a “ayudar a gente de forma desinteresada”, llegaba al centro de lunes a viernes de 10:00 a 20:00 horas. Entre 30 y 50 ‘reikistas’ “que invertían dos horas a la semana”; mientras, los familiares no podían acompañar a los pacientes durante la sesión de quimioterapia.

Los ‘reikistas’ exigen una explicación

A pesar del fin del convenio, la Asociación Causay no pretende darse por rendido y menos al ver cómo se ha procedido: “Demandamos una explicación a lo sucedido y un trato de respeto a los cientos de voluntarios que han invertido su tiempo y energía en atender a pacientes y a la propia asociación que ha invertido dinero en seguros de responsabilidad civil, seguros de accidentes, gastos de transporte de los voluntarios, coordinación, etc”.

Aun así, el reiki ya es historia en la sanidad madrileña: el paciente que quiera continuar este especial tratamiento con la misma asociación que se hizo un nombre en la Fundación Jiménez Díaz (como sospecha el paciente que relata su experiencia a ElBoletín.com) tendrá que pagar 40 euros por una sesión (130 euros por cuatro), pero acudiendo a la escuela. Los precios varían según las entidades.

En concreto, esta escuela de reiki que maniobraba en la Fundación Jiménez Díaz no ha querido realizar declaraciones a este medio porque “todo se saca de contexto”. Una actitud que se entiende al apreciar que el mensaje de la Asociación Causay a sus miembros pasa por mantener “máxima alerta con los periodistas, las entrevistas y las cámaras ocultas”. “No se lo pongáis fácil”, recalcan.

Sin información ni respaldo científico

Según la Federación Española de Reiki, este fenómeno es una “técnica práctica y eficaz para sanar enfermedades, eliminar el estrés, relajarte y sentirte feliz mediante la canalización de energía universal”. Una disciplina que aterrizó hace unos años en el entorno de los servicios públicos sanitarios españoles muy ligada a los efectos secundarios de la quimioterapia y al propio tratamiento del cáncer. En general, sus adeptos aseguran que esta pseudoterapia produce estados de relajación que aumentan la capacidad autocurativa de los pacientes mediante varias vías: aumentando las defensas del cuerpo, eliminando el estrés o potenciando el efecto de los fármacos cuando un paciente no responde a un tratamiento, entre otras.

Por el momento, la Organización Mundial de la Salud no ha optado aún por desacreditar su eficacia y se limita a clasificarla como terapia de energías. Aunque, el Ministerio de Sanidad español la engloba entre las “técnicas sobre la base de la energía (terapias del biocampo y terapias bioelectromagnéticas)”, el Partido Popular y la propia ministra empiezan a mover ficha.

Los populares, como ha recogido El País, ha procedido a hacer suya la petición de la presidenta de la Asociación para Proteger a los Enfermos de las Terapias Pseudocientíficas (APETP), Elena Campos, de lanzar una campaña contra los curanderos y otras prácticas sin aval científico. Un paso al frente de los conservadores que llega después de que Ciudadanos también lanzara una proposición no de ley para animar al Gobierno a obligar a los médicos a denunciar a los pseudoterapeutas.

La realidad es que no existe ningún estudio científico que avale su efectividad. La otra realidad es que el reiki se instaló en la sanidad madrileña lanzando un mensaje, como denuncia el paciente oncológico: “Su presencia envíaba un mensaje claro a los enfermos: que el sistema sanitario aprobaba la técnica y le reconoce efectos”. Hoy estas sesiones ya no tienen cabida en los centros del Servicio Madrileño de Salud.

Más información