Las guerras que vienen

Cibertaque mundial

Las guerras que vienen

Todavía no se han hecho cálculos sobre los daños humanos, vidas incluidas, que ha causado ya el virus que en los últimos días llegó a la mayor parte de los países e infectó a 230.000 equipos informáticos.

Seguridad informática

Hace mucho que la humanidad teme el estallido de la Tercera Guerra Mundial y lo que quizás ignoramos, o quizás no queremos ver, es que ya ha comenzado. No será, eso es evidente, una guerra convencional, con cañonazos, bombardeos y trincheras. Quizás ni siquiera la bomba atómica el arma disuasoria o la que determine con el exterminio de millones de personas quien será el vencedor.

Las nuevas conflagraciones que se anticipan tampoco contarán con soldados uniformados ni cornetines ordenando fuego a discreción. Un anticipo de por dónde podrían ser sustituidos los tiros de diferente calibre nos lo está mostrando estos días el ciberataque que, en cuestión de minutos, y sin saber siquiera cual es su procedencia, ha puesto patas arriba al mundo.

Parece imposible, pero la realidad supera cada vez más deprisa a la ciencia ficción. Alguien, con habilidades especiales para manejar un teclado, sin ser ni siquiera especialmente inteligente, puede causar una verdadera catástrofe universal. La tecnología ha puesto a nuestro alcance verdaderas maravillas que nos hacen más fácil la vida. Pero, como se está viendo, igualmente nos ha colocado frente a graves peligros.

También en el ámbito de la informática los delincuentes suelen ir por delante de los sistemas de seguridad implantados. Aunque todo parece estar bien protegido, la realidad cotidiana nos demuestra que todo amenaza y corre serio peligro. Unos hábiles desaprensivos pueden desde el lugar más recóndito del planeta dejarnos sin electricidad, sin comunicaciones, sin los medios que los cirujanos están utilizando para salvarnos la vida o sin rumbo para los aviones en que viajamos.

Todavía no se han hecho cálculos sobre los daños humanos, vidas incluidas, que ha causado ya el virus que en los últimos días llegó a la mayor parte de los países e infectó a 230.000 equipos informáticos entre los que se incluyen desde centrales telefónicas, instalaciones nucleares, quirófanos donde se atendía a moribundos, sistemas bancarios y hasta la suerte del talento y esfuerzo de intelectuales y artistas geniales.

La gravedad de este ciberataque, sin duda alguna el más grave que se ha perpetrado hasta ahora, es un aviso. Como lo viene siendo, con mayor crueldad la guerra desencadenada por el terrorismo yihadista que no necesita nada extraordinario para matar y aterrorizar. Los gobiernos siguen empeñados en mejorar sus sistemas convencionales de defensa aunque empieza a ser hora de cambiar una buena parte de sus objetivos y concentrarse más en la seguridad.

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