Slowdive vuelven 22 años después con ‘Slowdive’

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Slowdive vuelven 22 años después con ‘Slowdive’

La banda de Reading reconquista a su viejo público

Slowdive

Empecemos con una confesión. A mi el estallido del ‘shoegazze’ me pilló en un momento un poco atareado de mi vida y no llegué a coger el punto a los brumosos paisajes sonoros de niebla guitarrera que proponían grupos como My Bloody Valentine o, por supuesto, Slowdive. Un quinteto al que su trempana desbandada, con sólo tres discos publicados dotó de una especie de halo mitológico.

El grupo de Reading ha sido desde entonces una referencia constante para los aficionados al género. Muchos de ellos cuarentones recientes que empiezan a pensar aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Casi como todo hijo de vecino, o hija, evidentemente, que tiene la suerte de seguir cumpliendo años, durante el tiempo suficiente para entrar en los territorios de la nostalgia.

No era ya digo mi caso. Aunque algunos grupos recientes de género, como los australianos A Sunny Day in Glasgow, me hiciero replantearme mi opinión sobre este tipo de música. Siempre claro desde mi punto de vista que concede más importancia a las melodías y las letras que a las texturas sonoras, los virtuosismos instrumentales o a las virguerías de cualquier tipo en los arreglos. Por mucho que sepa lo importantes que son.

Ese es quizá el motivo. Y un montón de curiosidad malsana también, por el que he decidido acercarme a este ‘Slowdive’, del que me ocupo hoy. El nuevo disco de Slowdive, el quinteto de Reading que se reorganizó en 2014 con su formación más clásica, para dar una serie de conciertos, que arrancaron en el Primavera Sound de Barcelona y ahora 22 años después, han sacado un disco con temas nuevos.

Sólo son ocho canciones, que se extienden a lo largo de 46 minutos de música melancólica y bella. Seis de ellas compuestas por Neil Halstead y dos firmadas por los cinco componentes del grupo. Halstead sigue a los mandos, como en la primera etapa de la banda, y también sigue ahí Rachel Goswell. Ambos cantan la guitarra y han mantenido una intensa sociedad musical desde la adolescencia.

Su alianza, que está en el origen remoto de Slowdive les llevó a compartir también el protagonismo en Mojave 3, otro de esos proyectos que entran en la categoría de los grupos de culto, porque nunca llegan del todo a conseguir una popularidad amplia, pero gozan de mucho prestigio, y de seguidores aguerridos y leales. Lo mismo que le pasa a Slowdive, como ya hemos dicho.

Halstead y Goswell han contado en la resurección de este grupo tan añorado por sus fans con el bajista Nick Chaplin, el guitarra Christina Savill y el batería Simon Scott, que fue el primero en bajarse del barco en la lejana década de los noventa y que no llegó a participar en ‘Pygmalion’, el tercer y último disco de la banda hasta esta esperadísima reaparición.

El hecho de haber dejado pasar casi tres años, desde que se volvieron a reunir hasta que han vuelto a grabar y de haber dado un buen montón de conciertos desde entonces, parece haber sido bastante beneficioso para un disco que no suena precisamente a trámite previo a la explotación económica de un reencuentro añorado por público, managers y programadores de festivales.

Han hecho un buen disco, cargado de momentos de intensa poesía sonora y en el que las nubes y las tormentas sonoras que se les suponen se despejan a veces para permitir la visión de algunos paisajes instrumentales luminosos que se agradecen bastante. Eso sí, quien espere ritmo, energía o inyecciones de euforia, hará bien en abstenerse.

Aquí tenemos un menú interesante, con momentos muy bellos y un tono general que invita a la relajación pero no adormece. Gracias a la infinidad de pequeños detalles y puntos de interés que podemos encontrar en una escucha atenta. Algunas bandas, con el 10% de las ideas musicales expuestas aquí habrían tenido para completar cuatro o cinco álbumes sin despeinarse.

Además, algunas melodías, decididamente pop, me traen el recuerdo de grupos que me ayudaron a pasar muchas tardes en los lejanos años ochenta. Quizá por eso, mi canción favorita del álbum por el momento sea‘Star Roving’, donde encuentro el rastro de mis queridos Psychedelic Furs, una banda que no llegó a ser tan famosa como debía, pero que abrió muchas puertas.

Total que a lo mejor tendría que haber estado más atento hace un cuarto de siglo y no haber prestado tan poca atención a esta banda. No es que de repente me vaya a volver un fanático de este estilo que, en general, me sigue pareciendo plomizo y demasiado denso. Pero sí les recomiendo que se acerquen a Slowdive. Siguen dando guerra y los años se les notan, en mi opinión, para bien. Ya me dirán qué opinan ustedes.

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