Misales virtuales

Caso Pujol

Misales virtuales

Sorprende la astucia de la señora Ferrusola quien, a pesar de su condición cristiana practicante y devota de la Virgen de Monserrat, no ha dudado en ocultar sus vergüenzas financieras tras la imagen venerable de una monja de clausura.

Marta Ferrusola

Doña Marta Ferrusola, antes molt honorable en su condición de esposa omnipotente del señor President, ha cambiado su estatus real de ex primera dama mandona de Cataluña por el de Madre Superiora al cargo de la corrupción de la familia. Y, cuando digo familia, lo mismo me refiero al clan hogareño que su maternidad cobija que a la organización mafiosa a la hora de trincar dinero de origen dudoso el clan en su conjunto refleja.

Doña Marta, es decir, la Madre Superiora de la comunidad delictiva con epicentro en Barcelona y radiales en Andorra y Ginebra, disponía de los bienes puestos bajo su hábito y toca, con la misma destreza con que un párroco mueve de sitio los objetos sagrados que el culto dominical requiere. Cual si se tratase de hermanes y novicias, sus órdenes eran precisas y, sin embargo misteriosas, tal y como si se tratase de una versión actualizada de la Santísima Trinidad.

“Mándenle dos misales al capellán”, ordenaba la Madre Superiora desde su celda al obediente bancario suizo que, incapaz ya de sorprenderse por nada, pulsaba unas teclas en su ordenador y el hijo de la Madre Superiora inmediatamente veía cómo su cuenta corriente se incrementada en dos millones, de euros, por supuesto, no de piadosos misales en papel biblia, cuyo traslado habrían necesitado los servicios menos ágiles de un mensajero internacional.

Sorprende la astucia de la señora Ferrusola quien, a pesar de su condición cristiana practicante y devota de la Virgen de Monserrat, no ha dudado en ocultar sus vergüenzas financieras tras la imagen venerable de una monja de clausura a la que la farsa podría haberle causado el estigma pecaminoso de saltarse su votos de pobreza manejando decenas de millones y hasta de castidad teniendo hijos dedicados a pasar el cepillo para recaudar millones ilícitos.

La delincuencia siempre va por delante, tanto da que se trata de carteristas del Metro como peristas de joyería barata o, por supuesto, estafadores de corbata, escaño en un parlamento, maletín de ejecutivo o dama ambiciosa de la política de alcoba. Recurrir al truco de registrar las cuentas con el dinero conseguido con malas artes es una doble afrenta a las monjas de clausura, que tanto respeto inspiran. Ellas, que viven con tanta sobriedad y ajenas a las miserias del ser humano…

La Madre Superiora de la corrupción catalana y matriarca del independentismo que aspira a tener un gobierno propio para en caso de apuro auto indultarse, si quiere salvar los muebles de su alma tendrá que acudir presurosa a confesar sus pecados y, de paso, a explicarle al capellán virtual de sus trampas, que los millones eran para los negocietes de sus hijos, que los misales encuadernados con filos de oro prometidos, se los hará llegar más tarde, cuando la UDEF se halle distraída.

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