Marlene Dietrich, 25 años sin el «ángel azul»

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Marlene Dietrich, 25 años sin el «ángel azul»

Encarnación de la "femme fatale", eterna seductora, protagonista de escenas inmortales en la historia del cine y ferviente opositora al nazismo.

Marlene Dietrich

Llevaba tiempo evitando las cámaras y a los periodistas, pero la muerte de Marlene Dietrich, el 6 de mayo de 1992, no tardó en sacudir cada rincón del planeta. El mundo perdía hace 25 años a uno de los grandes iconos femeninos de todos los tiempos, a una actriz convertida en mito. Encarnación de la «femme fatale», eterna seductora, protagonista de escenas inmortales en la historia del cine y ferviente opositora al nazismo, «la Dietrich» murió el 6 de mayo de 1992 en su apartamento parisino de la Avenue Montaigne, cerca del río Sena.

A sus 90 años, la antigua diva pasó sus últimas horas sola y rodeada de fotos de amigos y seres queridos, según contó su nieto Pierre Riva. Siguiendo su último deseo, fue enterrada con una blusa de seda blanca, pantalón negro y chaqueta.

«La retirada fue el precio, el alto precio que tuvo que pagar para no dañar su imagen perfecta. Ella pensaba que, desde que ya no era un ídolo, no valía nada y que tampoco era atractiva», señala Eva Gesine Bayr, autora de «Eisame Klasse», una biografía sobre Dietrich publicada recientemente en Alemania.

En su sencilla lápida en el cementerio berlinés de Friedenau, siempre decorada con flores, sólo se lee el nombre «Marlene» y una frase del poeta Theodor Körner: «Estoy aquí en el último escalón de mi vida».

No obstante, los admiradores que este sábado visiten su tumba recordarán una imagen bien diferente de la estrella más internacional que nunca exportó Alemania.

Nacida el 27 de diciembre de 1901 en Berlín, la niña María Magdalena Dietrich tuvo una educación rigurosamente prusiana y una infancia marcada por la muerte de su padre.

Tras recorrer los escenarios de Berlín recibió en 1922 su primer papel cinematográfico en la película «So sind die Männer» («El capricho de una dama»).

En 1929 cruzó el charco. Se instaló en Hollywood y logró fama mundial con «El ángel azul» (1930), de Joseph von Sternberg. Después vendrían otros éxitos como «El expreso de Shanghai» (1932), «Arizona» (1939) o «Manpower» (1941).

Ya con nacionalidad estadounidense desde 1939, mantuvo una inflexible crítica al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Dietrich rechazó todas las ofertas del régimen de Adolf Hitler para filmar y actuó para los soldados estadounidenses con el uniforme militar norteamericano.

Tras ponerse a las órdenes de directores como Ernst Lubitsch, Billy Wilder, Alfred Hitchcock u Orson Welles, inició una segunda carrera como cantante. Su voz aguardentosa y sensual quedó inmortalizada en canciones como «Sag mir wo die Blumen sind» (Dime dónde están las flores).

Los hombres fueron su otra gran pasión. John Wayne la consideró «la mujer más atractiva del mundo» y Ernest Hemingway, vencido por sus encantos, la acusó de «rompecorazones». Para Jean Cocteau, Dietrich era sencillamente «la perfección en sí misma».

En los años 60 y 70 la diva fue retirándose de la vida pública y mostrándose cada vez menos ante las cámaras hasta el punto de que no permitió nunca más ser fotografiada. Su silencio no hizo más que alimentar la leyenda.

El legado del glamour que acompañó a Dietrich a lo largo de su carrera artística se exhiben hoy en el Museo del Cine de Berlín. La colección Marlene Dietrich incluye más de 3.000 vestidos y 400 sombreros. La actriz dejó además unas 16.500 fotos y 45.000 cartas de correspondencia. Misivas en las que Hemingway se dirigía a ella como «my little Kraut», en referencia a lo populares que son las coles en Alemania.

En una célebre entrevista, el actor Maximilian Schell le preguntó si creía en la vida después de la muerte.

«Una tontería, es absurdo», respondió la actriz con ese característico toque reo del acento berlinés. «No se puede creer que todos vuelen para ahí arriba. Eso no existe». De un modo diferente, la gran diva del cine encontró la inmortalidad.

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