Otra bufonada

Moción de censura

Otra bufonada

La moción que Podemos se propone presentar sin siquiera haberla consultado primero con otros grupos parlamentarios, seguramente no tiene el objetivo de desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa.

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos

Los diputados de Podemos, que se mueven por el Congreso como por la pista de un circo con sus bufonadas, quieren plantearle una moción de censura al Gobierno. Están en su derecho aunque mejor sería que lo meditasen un poco antes.

Es evidente que el entorno de Mariano Rajoy y sus escándalos cotidianos de corrupción, exigen al Parlamento hacer algo. Hay que parar esto, erradicar sus gérmenes y devolverle a la sociedad española y a sus instituciones la imagen de honradez que varios políticos ha emponzoñado. Pero el poder Legislativo tiene que ejercer sus funciones con sensatez y nunca a base de gracietas y bromas de madrugada de pub. La moción de censura es una fórmula demasiado seria como para dejarla en manos de chisgarabís con rastas y tatuajes de la política. Para que funcione necesita seguir un proceso que conduzca a una solución de recambio que no puede ser utilizado a la ligera, a impulso de discusión apasionada de taberna.

La moción que Podemos se propone presentar sin siquiera haberla consultado primero con otros grupos parlamentarios, seguramente no tiene el objetivo de desalojar a Mariano Rajoy de La Moncloa. Para sus promotores de lo que se trata es de poner al PSOE en el brete de negarse a apoyarla en unos momentos además muy complicados dada su situación interna. Se olvidan que Rajoy gobierna porque Pablo Iglesias en persona así lo quiso unos meses atrás cuando tuvo en sus manos evitarlo.

Una moción de censura aunque fracase implica que quienes la han firmado, como mínimo un diez por ciento de la Cámara, ya no podrán presentar otra en lo que resta de Legislatura. Esta iniciativa de Podemos, predestinada al fracaso, además de dejarles solos, si acaso con la estigmatizante compañía de algunos independentistas, puede acabar convirtiéndose en lo contrario de lo que pretende: en un seguro de continuidad de Rajoy y en lo peor que se puede hacer, el ridículo.

La alarma social que está causando la corrupción y el robo a manos llenas de dinero público, con el escándalo de algunos encarcelamientos para la historia de la delincuencia, requieren sin duda una actuación enérgica de los tres poderes y particularmente del Legislativo. Un Gobierno que por acción u omisión, por abulia o por conveniencia, la ha dejado prosperar con la impunidad con que ha crecido y se ha multiplicado, no puede permanecer impasible a la espera de que la tempestad se calme y se olvide antes de que estalle otra.

Los grupos parlamentarios tienen un amplio campo de actuación sin llegar a quemar por precipitación la opción extrema de una moción de censura con garantías de salir adelante: para empezar, con un candidato alternativo y un acuerdo de Gobierno que ofrezca garantías de estabilidad. Algo para lo que, desgraciadamente, el tercer grupo parlamentario, que tendría que ser parte importante de ese acuerdo, no está preparado ni ofrece muestras de confianza. Mientras Pactar hoy un Gobierno con sus líderes sería el mayor suicidio político para cualquier partido.

No soy nadie para dar consejos, pero sí creo que soy libre de opinar y opino que Podemos haría muy bien en emplearse a fondo en adquirir el prestigio y la solvencia que necesita para que sus propuestas e iniciativas puedan ser escuchadas con interés y tomadas en serio. Mientras no lo consiga, perderá el tiempo y sus bufonadas provocarán más de una carcajada.

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