Carme Chacón

Muere Carme Chacón

Carme Chacón

Es una pérdida importante para la política y para la sociedad que seguía teniendo en ella a una defensora brillante y ejemplar de la democracia, de la libertad y de la convivencia.

Carme Chacón

Con Carme Chacón se nos ha ido un maravilloso ejemplo de vida. Sabía con pelos y detalles que la muerte la acechaba entre sus escasas pulsaciones pero el miedo no la hizo nunca perder la sonrisa.

Era una sonrisa que animaba a vivir a cuantos conocían su enfermedad congénita, a vivir luchando más que por su propia sobrevivencia, por contribuir al bienestar de los demás. Sólo así se explica su doble profesión de política y abogada tan incompatible con la necesidad que su salud le imponía: tranquilidad, evitar sobresaltos, soslayar disgustos y superar contrariedades.

Conociendo su brillante carrera pública bien puede decirse que optó por entregar su suerte personal a la naturaleza y dedicar sus fuerzas, inteligencia y capacidades intelectuales al servicio de los demás. Le gustaba la política y estaba dotada para ejercerla con eficacia y ejemplaridad. Lo reveló sobradamente. Ocupó puestos de responsabilidad máxima, como la vicepresidencia del Congreso, o los ministerios de Vivienda y Defensa, y en todos los puestos demostró capacidad, empeño y, algo que hoy se echa bastante de menos, honradez.

Carme Chacón nos ha abandonado pero nos deja el valiosísimo legado de su ejemplo. Pocos como ella han sabido ejercer la política, ocupar puestos de la mayor relevancia y, llegado el momento, lejos de aferrarse a su nombre y a su imagen, para profesionalizarse en la política como manera de afrontar el futuro renunció a tiempo, cuando el presente de su juventud le sonreía, para volver a empezar en la actividad privada del Derecho. Su muerte repentina, a los 46 años, nos ha cogido a todos por sorpresa y si algo de bueno tiene la muerte es que en este caso ha servido para que su memoria haya adquirido todo el valor que se le regateaba.

Es una pérdida importante para la política y para la sociedad que seguía teniendo en ella a una defensora brillante y ejemplar de la democracia, de la libertad y de la convivencia. Es triste, sí, que sólo en este trance se le haya reconocido su mérito. Y sería más triste aún que el recuerdo que nos deja no sea aprovechado, empezando por sus paisanos catalanes y acabando por los demás españoles para quedarnos con sus lecciones de tolerancia, diálogo y sentido social.

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