Viento de su desgracia

Transiciones

Viento de su desgracia

Política transicional

No es fácil la situación de la castigada nación venezolana. Como en “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”, a Venezuela le llegó el “viento de su desgracia”. “Se metió en el dormitorio como una manada de perros”, podríamos decir, repitiendo al Gabo. Cual Ulises, la ilusa y desamparada sociedad venezolana está tirada “bocabajo en la playa, llorando de soledad y de miedo”.
 
No es fácil la situación de la castigada nación venezolana. El país que asumió la libertad americana como su reto, y a su costo, y que siempre dio muestras de muy generosa hospitalidad a excluidos, perseguidos y emigrantes de todos los horizontes, ahora rumia casi solitario el desastre sin fin en el cual le toca sobrevivir.
 
Recientemente, el ex presidente Lagos, de Chile, país que tuvo en nuestra geografía uno de sus principales cobijos hace unos cuarenta años, exhortaba a América Latina a asumir la plena identidad con el México agredido por el nuevo presidente norteamericano. Los venezolanos no hemos conocido una posición así frente a la evidente agresión, destrucción, saqueo y corrupción de la responsabilidad de diversos factores de poder neocomunistas y asociados. Porque sí, lo que pasa en Venezuela es un fenómeno de injerencia grosera de poderes externos perversos. Y espera ansiosa la cabal comprensión –y rechazo- de su drama.
 
Pero, toca a los venezolanos asumir la situación. El buen liderazgo nacional en el exterior tiene un rol importante a cumplir. Los emigrados en cada país del continente deben ganarse la voluntad de las sociedades y el liderazgo de los países que los acogen. Ciertas instituciones son factores-clave de éxito en la acción por la salvación “para rescatar los restos del desastre”.
 
A nadie de buena fe interesa conservar la destruida Venezuela actual. Todo lo contrario, una Venezuela enrumbada a un apropiado desarrollo institucional que permita el avance por los traicioneros caminos de la consolidación democrática y el éxito económico es del interés del progreso y la calidad de vida de muchos, en América y más allá. Una Venezuela pujante, con un apropiado modelo de desarrollo, de vocación exportadora, puede ser un aporte importante en los buenos y malos escenarios mundiales que se asoman en el porvenir. Recursos, hay; un modelo transitológico apropiado, también, en curso de formulación. Solo faltan las condiciones.
 
Actuación internacional de los venezolanos para la salvación, con base en la “venta” de un modelo volcado a la interdependencia, la complementación, la asunción de nichos de interés de muchos, etc., son una buena yunta. El mundo sigue empantanado en el estancamiento, surgen nuevos factores de preocupación, las referencias institucionales cambian y no se avizora sus nuevos parámetros. El campo de las políticas –un tema que nos interesa- no logra su “frontera de posibilidades”. El mundo, y particularmente, las gastadas agencias supranacionales latinoamericanas, necesitan una dinamización de su reflexión y su acción por el bienestar.
 
Esta última referencia institucional preocupa: muchos viajes y eventos de muy bajo valor agregado. Los mismos diagnósticos por años y nada nuevo en el plano de las soluciones. La “Nueva Normalidad” y “la Gran Desaceleración” no han tenido respuestas propias. En otro asunto, la CEPAL, por ejemplo, niega, con énfasis militante, nuestra crisis humanitaria. En ese campo andamos mal.
 
Que la historia inmediata de Venezuela no caiga en el destino de Eréndira: “jamás se volvió a tener la menor noticia de ella ni se encontró el vestigio más ínfimo de su desgracia”. El olvido y la displicencia no pueden orientar el futuro americano.
 
* Santiago José Guevara García
[email protected] / @SJGuevaraG1

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