José Manuel García-Margallo, exministro de Asuntos Exteriores

Entrevista

José Manuel García-Margallo, exministro de Asuntos Exteriores

José Manuel García-Margallo, exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Gobierno

“Se ha acabado el capitalismo de casino y hay que diseñar un nuevo orden mundial” El exministro cree que el escenario en Europa puede ser «realmente preocupante» si se confirma el auge de los populistas en las elecciones que tendrán lugar este año.

José Manuel García-Margallo y Marfil, quien fue ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Gobierno de España entre 2011 y 2016, y diputado del Parlamento Europeo durante casi dos décadas, conversó con esta publicación sobre la nueva coyuntura internacional y algunas cuestiones de la actualidad nacional. Según su análisis, estamos en una etapa que comenzó con la crisis financiera y en la que la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU. supondría el último hito de lo que es «un parteaguas en la Historia».

-Mucha gente tenía la esperanza de que las bravuconadas de Trump en campaña fuesen solo eso, pero parece que ya podemos afirmar que iba muy en serio.

-Aún así creo que hay que esperar. Por ejemplo, las declaraciones de sus altos cargos no han sido coherentes con algunos de los ´tuits´ como los referentes al tema de la tortura. Además en su Gobierno hay personalidades de una altísima talla intelectual y que pertenecen a compañías multinacionales y, por tanto, conocen perfectamente el valor de la globalización. En tercer lugar, el partido republicano tiene posturas que no siempre coinciden con las del presidente. Hoy mismo, por referirme a un dato muy cercano, hemos visto como la orden ejecutiva referente a los refugiados en EE.UU. ha provocado una reacción no sólo en la Judicatura sino también en el mundo político donde, por ejemplo, el senador McCain se ha declarado contrario a esa medida y ha señalado además que va en contra de los valores constitucionales. Yo creo que Trump que es una persona de una gran inteligencia y de un pragmatismo probado e irá acomodando las proposiciones electorales a lo que pida la realidad.

-Entonces ¿se podría decir que está bastante en sintonía con la tesis que apuntó Carlos Slim en su rueda de prensa del viernes que iba en la línea de que Trump básicamente, como gran negociador, está elevando su apuesta?

-Yo creo que es un gran negociador, un hombre pragmático y un gran empresario. Por ello, entiende que en una negociación cada una de las partes tiene que ganar algo en el resultado final. Yo estoy seguro de que eso será así y que, por tanto, la Unión Europea (UE) que es lo que a nosotros nos importa tiene que tener una postura muy clara en las negociaciones con Trump. Y España por supuesto defender sus intereses allí con claridad. Hay una declaración de Lord Palmerston en el siglo XVIII que ya decía «nosotros no tenemos ni aliados perpetuos, ni enemigos eternos; pero tenemos intereses, que esos sí son perpetuos y eternos». Yo creo que Trump hará exactamente esto.

-Sin embargo, el Secretario de Comercio y el principal asesor económico de Trump sí se han manifestado a favor de reducir abruptamente su déficit por cuenta corriente, lo que podría tener un impacto devastador en la economía global.

-Lo que ocurre es que la experiencia nos demuestra que los déficits por cuenta corriente no se corrigen de manera sostenida con medidas proteccionistas, ya que esto provoca la reacción de los países que se sienten agredidos y ello, a su vez, una disminución del comercio internacional y, por tanto, una recesión. En la última reunión del FMI se alertó de la posibilidad de que medidas proteccionistas en cadena pudiesen lastrar el crecimiento previsto. La experiencia en el mundo de lo que pasó en los años 30 avala esa tesis. Por lo tanto, la forma de reducir ese déficit es aumentar la productividad y la competitividad y, así, hacerlo mejor que los demás; no intentar poner puertas al campo.

-Pero, pese a ese análisis, vemos una cierta tendencia en el mundo en la dirección contraria con casos como el del ‘Brexit’ o el auge de partidos como el Frente Nacional en Francia, por ejemplo. Es difícil hacer de futurólogo, pero ¿qué cree qué pasará?

-Es difícil hacer de futurólogo y es fácil hacer de futurólogo. Si se confirmase el auge de los populistas en las elecciones que tenemos por delante como las de Francia, Holanda, Alemania y, probablemente Italia, estaríamos en una situación realmente preocupante. Insisto en que un panorama así ya ocurrió en la Europa de entreguerras y Carlos Marx decía que la Historia se repite dos veces: una como tragedia y otra como farsa. Realmente sería muy triste que no hubiésemos aprendido de lo que ha sido nuestra Historia.

-Por cierto en el caso del Brexit, ¿ve más probable la hipótesis de una salida dura o blanda?

-Para ser muy claro y concreto la hipótesis creo que es el Acuerdo Económico y Comercial Global (AECG) -CETA, por sus siglas en inglés: Comprehensive Economic and Trade Agreement- de Canadá. Es decir, un Acuerdo de Libre Comercio con exención arancelaria en más de un 90% de los bienes y servicios y, a partir de ahí, acuerdos en materia de inversiones y de prestación de servicios financieros porque le interesa al Reino Unido. Pero con una línea muy clara: el mercado interior supone las cuatro libertades; es decir, mercancías, servicios, personas y capitales. Y no son divisibles. Es decir, si quieren libertad de prestación de servicios, lo que se llama el pasaporte europeo, tienen que aceptar la libre circulación de personas y, por tanto, renunciar a las pretensiones de restringir la inmigración de ciudadanos y de trabajadores europeos.

-Pero las declaraciones de la primera ministra británica, Theresa May, no parecen ir por ahí…

-May ni va a apostar por una solución a la noruega, ni va apostar por una solución a la suiza, ni va a apostar por una unión aduanera. Por tanto, le queda negociar un buen Acuerdo de Libre Comercio: el modelo canadiense.

-¿Y cree que el ‘Brexit’ tendrá consecuencias en lo relativo a Gibraltar?

-Absolutamente. En Gibraltar se aplican los Tratados según dice el Artículo 355 del Tratado de Funcionamiento de la UE porque las relaciones exteriores de Gibraltar son llevadas por el Reino Unido. En el momento en el que Reino Unido deje de ser parte de la UE esa condición dejará de aplicarse. Gibraltar tendrá entonces que tomar una decisión: si quiere seguir formando parte de la Unión Europea y, por tanto, acceder al mercado interior; tiene que tener un Estado que lleve las relaciones exteriores. Y el único Estado posible es España. Nuestra oferta es muy clara: una cosoberanía durante un determinado periodo de tiempo en el que los dos países, Reino Unido y España, llevasen las relaciones exteriores, las relaciones de Defensa y la política de Inmigración, puesto que Gibraltar pasaría a ser frontera exterior de la Unión. También un estatuto personal que les permita conservar la nacionalidad británica cuando quieran la nacionalidad española, un estatuto de autonomía que está previsto en la Constitución Española en el artículo 144 y un régimen económico singular como hay otros en estos momentos en la legislación española. Esa es la oferta que Gibraltar tiene que considerar y trasladar a las autoridades del Reino Unido.

– ¿En qué medida cree que puede afectar a Cuba la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EE.UU.?

-Trump puede revocar por orden ejecutiva lo que por orden ejecutiva dio Obama puesto que el embargo sigue siendo competencia del Congreso. A mí me parecería un error revocar la política de Obama y espero que el presidente no vaya por ese camino. Creo que la solución al problema cubano la dio hace mucho tiempo el Papa, en ese momento su Santidad Juan Pablo II: que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba.

– Independientemente de lo que pueda pasar con la relación con EE.UU., y más aún tras muerta de Fidel, ¿cree como dicen algunos analistas que el camino de las reformas es irreversible?

-Creo que el camino de reformas es absolutamente irreversible. Carlos Marx decía que cuando cambian las estructuras económicas cambian las supraestructuras políticas y yo en eso coincido con Marx. No en muchas cosas más, pero en esas sí.

-Al respecto, sabe que ha habido algunas críticas en el sentido de que España no ha aprovechado las oportunidades de este nuevo periodo…

-Absolutamente infundadas. España es el primer gran inversor después de Venezuela en Cuba. El 95% de las plazas hoteleras en los hoteles de 5 estrellas son españolas y el 60% de las totales también lo son. Cuando yo me despedí del Ministerio tenía la promesa firme del Gobierno cubano de que en los cuatro aeropuertos cubanos que se van a remodelar tendríamos oportunidades muy importantes. Si quiere más detalles tendrá que hablar con el actual ministro de Exteriores.

-No obstante, sí que parece que se va a dar un nuevo impulso diplomático a las relaciones con la Isla con el nombramiento como embajador del que fue su jefe de gabinete, Juan José Buitrago…

-Juanjo es una persona de una inteligencia realmente notable y de una habilidad diplomática también notable. Estoy encantado.

-También con la cada vez más probable visita de los jefes de Estado, algo que se ha echado en falta hasta ahora ¿Qué le parece que se haga?

-Yo en estos momentos no puedo enviar ni a mi mujer porque ya no soy responsable de Exteriores, pero sería partidario de intensificar las relaciones con Cuba en todos los sentidos. A mí si me hubiera gustado que, en mi periodo, los Reyes hubiesen estado en Cuba, pero donde hay capitán no manda marinero.

-Se ha publicado que usted quizá se ha sentido decepcionado o poco valorado tras su relevo en el Ministerio…

-Yo en esto como soy democristiano, leo mucho la escritura y el libro de Job es luminoso: lo que el Señor te dio, el Señor te lo quitó; alabado sea el nombre del señor. Entonces he pasado una etapa muy apasionante de mi vida al frente de Exteriores y ahora estoy haciendo otras cosas igualmente apasionantes como escribir libros, dar conferencias, estar en tertulias en medios de comunicación y ahora tengo probablemente más paz para reflexionar. Acabo de hacer un libro sobre «Europa y el Porvenir» y tengo en puertas otro sobre la reforma constitucional en España con especial foco en el encaje de Cataluña con las otras Españas.

-En este sentido usted ha criticado la estrategia que se ha seguido con Cataluña por poco flexible en algunas cosas y no tan firme en otras.

-Y lo sigo manteniendo. Tenemos que ser muy firmes en lo que es la aplicación del Estado de derecho; pero mantener un diálogo abierto, honesto y sincero en todas las otras materias y eso es lo que voy a mantener y desarrollar en ese libro.

-¿Y tiene alguna esperanza de que se avance en esa dirección o ve más probable un enconamiento?

-Lo que sé es que yo seguíré apostando por ese camino en todos los foros en los que esté.

-¿Qué le parece el debate interno en su partido con un sector como el de Cifuentes defendiendo iniciativas como unas primarias?

-Ese es un tema muy menor. Yo ahora en lo que estoy es reflexionando sobre otros temas como el provenir de Europa, y cómo actualizamos los pactos constitucionales que nos dimos en el 78 para tener otro periodo de estabilidad política. La verdad es que no me apasiona el debate orgánico. No me ha apasionado nunca y ahora mucho menos. Lo que sí pienso es que los partidos tienen que tener una estructura que les haga atractivas para aquellas, muchísimos miles de personas, que quieren venir a un partido no a ocupar un cargo político porque tienen sus oficios y su vida en otros sitio, pero sí a aportar ideas y trabajo y lo que quieren es que se les escuche; y que eso vaya a algún sitio. Eso sí me parece importante.

-Y en el plano ideológico ¿qué opina de este aparente retorno de Aznar a un mayor protagonismo?

-A mí me parece muy bien que Aznar tenga una fundación y que esté en el debate público porque esto siempre es bueno. Aznar ha sido un personaje muy importante en nuestro partído. Es quién en realidad funda el Partido Popular al cambiar su actual orientación ideológica. En el Parlamento Europeo pasan del grupo conservador al demócrata cristiano y, por tanto, es quien modifica el centro-derecha. Es un hombre que tiene experiencia, que tiene ideas, que tiene amor por España y, por tanto, las ideas de Aznar hay que escucharlas siempre.

-¿Cuáles cree que son los motivos detrás de este periodo de turbulencias que se refleja en la crisis del panorama tradicional de partidos?

-La crisis financiera lo que supone es un parteaguas en la Historia. La revolución conservadora que empezó en 1973 y que protagonizaron Milton Friedman en el terreno de las ideas económicas y Reagan y Tatcher en el terreno político se agota en el 2007. Cuando el liberalismo se resuelve en que los bancos ganan cuando las cosas van bien, y es el contribuyente el que pierde cuando las cosas van mal; hay que revisar eso. Aquí lo que se ha acabado es el capitalismo de casino y vamos a un orden internacional nuevo más regulado. Hay que diseñar ese orden mundial nuevo.

-Ese es un diagnóstico que puede ser bastante compartido, pero ¿cuáles son las alternativas?

-En el mundo diría que tenemos que ir a un orden monetario cuasi fijo. Una especie de Bretton-Woods que pivote sobre cuatro divisas: el dólar, el euro, el yen y el renminbi. Tenemos que ir a un orden comercial infinitamente más justo en el que las partes se comprometan a cumplir unos parámetros mínimos en materia laboral, fiscal y medioambiental. Y tenemos que ir a un orden financiero donde también haya una regulación y una supervisión mayor para evitar que se produzca una catástrofe como la que que hubo en 2007. En Europa tenemos que ir a una Europa federal integrada por los países que compartimos el euro, rodeada de un anillo de los países que no forman parte de la unión monetaria, pero sí de la europea; y, a su vez, de un tercer anillo que sean acuerdos de asociación, digamos privilegiados, fundamentalmente con tres países: Rusia, Turquía y Reino Unido.

-¿Y hay algún líder internacional o partido que encarne ese proyecto?

-No, en estos momentos estamos en una crisis de incertidumbre y de liderazgo y eso explica gran parte de lo que está pasando. Cuando el liderazgo de los partidos tradicionales no ofrece respuestas a las necesidades de la sociedad, la gente busca respuestas mágicas y apuesta por chamanes que son capaces de diagnosticar la realidad, pero no de ofrecer situaciones realistas. Pero la civilización europea nace cuando los griegos sustituyen la magia por la razón.

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