Los males nunca vienen solos

Inflación

Los males nunca vienen solos

Diego Carcedo

Ahora es la inflación, la puñetera inflación, la que lejos de ayudarnos a salir de la crisis, amenaza con agravarla. Estábamos mal, con las finanzas hechas unos zorros, y mucho me temo que vamos a ponernos peor. Los males, ya se sabe, nunca vienen solos. Ahora es la inflación, la puñetera inflación, la que lejos de ayudarnos a salir de la crisis, amenaza con agravarla. La inflación suele ser una consecuencia inmediata del aumento del precio del petróleo, el petróleo ya está por las nubes y como Gadafi siga emperrado en sostener la guerra civil de Libia, seguro que acabará encaramándose a la estratosfera. Los efectos quien más quien menos ya los está sintiendo en su bolsillo. Que levanten la mano los que no se hayan percatado.
                       
Los combustibles baten récord estos días y detrás vendrá todo lo demás, empezando por los transportes. Al Gobierno lo único que se le ha ocurrido para paliar la amenaza es obligarnos a viajar más lentos y, a poco que nos descuidemos, a llegar más tarde a nuestras citas. Éramos un país de impuntuales y ahora, a 110 por hora, seguiremos siendo impuntuales pero con justificación. Una sonrisa de par en par de nuestras bocas acompañará a las razones del retraso. “Como no se puede pasar de ciento diez…”, pronto será una disculpa tan tópica como ya lo venía siendo el atasco de la esquina que nos tuvo una hora parados.
                       
También se recortará la iluminación de las carreteras, de las calles y de los escaparates lo cual permitirá ahorrar electricidad pero facilitar el trabajo a los delincuentes. La oscuridad es un aliado de los rateros, carteristas, asaltantes  y demás club de manos largas y ágiles. No hay mal que por bien no venga, dicen que dijo no sé quien, o viceversa, ya no me acuerdo,  y entre todos los males que ocasionará el crudo por encima de los cien dólares, nunca faltará alguien que consiga sacar tajada de los problemas ajenos, es decir, de los que aquejan desde tiempo inmemorial a la precariedad de nuestras carteras.

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