¿Quién gobierna en Cataluña?

Cataluña

¿Quién gobierna en Cataluña?

Bandera de Cataluña

Últimamente se escucha mucho por ahí preguntar quién gobierna en Cataluña. Es, no hace falta recordarlo, una pregunta puramente retórica. Últimamente se escucha mucho por ahí preguntar quién gobierna en Cataluña. Es, no hace falta recordarlo, una pregunta puramente retórica. Todo el mundo sabe perfectamente que quien gobierna y manda no es ni la coalición Juntos por el Sí ni el presidente Carles Puigdemont ni el Govern que encabeza. Nada más lejos. Esa es la fachada pero las apariencias no engañan. Puigdemont es un títere que mueve la cabeza, los labios y los bracitos manejado desde detrás por los cordoncillos que sujetan los antisistema, anticapitalistas, anti burgueses, anti españoles y anti todo lo que se mueve de la CUP.
                  
Este partido de pijos a menudo de apariencia pordiosera que juegan al cabreo institucional, está ensayándose de manera lamentable como aventureros de la política. No saben, ni por supuesto les preocupa, que hay millones de personas que no comparten sus ideas ni sus gracietas políticas pero en cambio sí sufren sus consecuencias. Lamentable, desde luego, aunque quizás no tanto como la docilidad con que todo un presidente que aspira nada menos que a serlo de una república independiente esté dejando su suerte actual y su carrera futura al albedrio de ese club de iluminados o, quizás mejor, tal vez de descerebrados.
 
Puigdemont, que parecía listo, sin embargo todavía no se ha percatado al parecer de  cómo los de la CUP mandaron al paro a su predecesor, Artur Mas, víctima de sus propias ambiciones, ni parece consciente de que probablemente pronto se lo acabarán llevando a él por delante a las oficinas del INEM. Lo que hacen es fácil: aprovechan su minoría parlamentaria de bisagra para imponer su Ley y su orden – es un decir – a patada limpia contra la democracia y de manera progresiva. Cada día exigen algo nuevo y como cada día ven satisfechas sus exigencias para el siguiente las aumentan o las multiplican. ¿A dónde acabarán llegando con sus provocaciones?. Todo tiene un límite.
                  
Entre tanto, quién ha visto y quién ve a la respetada Convergencia y Unión – a pesar de las trapisondas económicas de Jordi Pujol que los Gobiernos en Madrid dejaron pasar con los ojos cerrados –, la coalición de la burguesía catalana que con tanta dignidad la representaba y rentabilizaba, hoy convertida en un residuo político sin peso ni siquiera nombre conocido, con su trayectoria pringada por la corrupción y su final manejado a sus anchas por quienes siempre fueron más que sus rivales políticos, sus enemigos y herederos erráticos de un poder que bien mirado lejos de estar asentado en la realidad,  está rodando por la calle.

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