Los populismos hunden a Italia en el vacío político

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Los populismos hunden a Italia en el vacío político

Diego Carcedo, periodista

Una inimaginable conjunción de populismos que abarcan desde la extrema derecha hasta la izquierda radical, echó abajo el proyecto de reforma en Italia. Los populismos de diferente ralea que están floreciendo por toda Europa a derecha e izquierda hicieron tablas el domingo en su primer reto múltiple ante las urnas. En Austria, donde la ultra derecha xenófoba intentaba colocar al primer jefe de un Estado democrático fue derrotada con claridad. Después del recurso a una enrevesada segunda vuelta a las urnas, al final el candidato progresista Alexander Van der Bellen se impuso con rotundidad a Norbert Hofer, el aspirante del nacionalismo del FPO, el partido con tintes neonazis que desde hace años viene amenazando la normalidad constitucional en el país.
 
El Jefe del Estado en Austria tiene escasos poderes ejecutivos pero la elección presidencial era esperada con especial interés por el simbolismo que en las actuales circunstancias había adquirido. Un presidente neonazi, xenófobo y anti europeo en el centro de la UE no podía ser por menos que preocupante para la opinión pública. Las encuestas que daban como favorito claro a Hofer fallaron una vez más y acentuaron su descrédito después de los descalabros que sufrieron en sus pronósticos sobre el Brexit, el acuerdo de paz en Colombia o el “sorpaso” de Podemos en España.
 
Pero si en Austria el populismo nacionalista, quizás el país donde tiene más implantación, sufrió una derrota que ante todo refleja la reacción popular ante su peligro, en Italia, donde el referéndum constitucional tenía bastante más importancia, una inimaginable conjunción de populismos que abarcan desde la extrema derecha hasta la izquierda radical, echó abajo el proyecto de reforma con una contundente derrota que añade el final del liderazgo de Matteo Renzi, el primer ministro que, certificado su fracaso, no tardó ni una hora en dimitir sumiendo al país una vez más en un caos político y a la UE en la incertidumbre.
 
El fracaso del plebiscito italiano, el tercer referéndum que naufraga en poco tiempo tras el del Brexit y el de la paz en Colombia, el proyecto europeo acentúa la crisis en que ya se hallaba sumido. Italia es una de las tres economías clave de la Eurozona y uno de los países donde hasta ahora el sentimiento europeísta era más firme. Pero la derrota de Renzi, que lo ejecutaba a su manera aunque sin dudas, abre la política trasalpina  a una inestabilidad preocupante y probablemente a un aumento del euro escepticismo  que estaba empezando a emerger.
 
Dos de los tres líderes políticos que han salido victoriosos de la batalla que precedió a la consulta, el ultra nacionalista de la Liga del Norte, Mateo Salvini, y el populista de izquierdas Beppe Grillo, del Movimiento Cinco Estrellas, son autieuropistas y partidarios de abandonar el euro si es que no la pertenencia a la Organización. El tercero, el incombustible Silvio Berlusconi, con su populismo personalista y extravagante  detrás no está en esa línea pero también se sumó a la derrota de Renzi y a la inestabilidad que implica.
 
Las consideraciones que cabe hacer del fracaso del proyecto de reforma Constitucional en Italia – cuya necesidad, dicho sea de paso, era reconocida por todos – comienzan por la concomitancia de los movimientos populistas. La vieja tesis de que los extremos se tocan y sus diferencias abismales acaban confluyendo en los mismos objetivos, se ha confirmado una vez más ante la conjunción los partidos antisistema y aparentemente irreconciliables que complicarán mucho ahora a la salida al vacío de poder que se ha creado.   

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