Las fintech amenazan el negocio de la banca tradicional

Especial 25 aniversario

Las fintech amenazan el negocio de la banca tradicional

    Fintech

    Son la revolución en el mundo financiero, que tanto necesitaban los clientes, hartos de la lejanía y rigidez de las estructuras bancarias para adaptarse a sus necesidades. La irrupción de las llamadas fintech ha sacudido los cimientos de la banca tradicional. La aparición de estas empresas tecnológicas, más ágiles y orientadas al cliente que las mastodónticas estructuras bancarias, amenazan con hacerse con un buen pedazo del pastel, que la banca no está dispuesta a compartir. Las entidades bancarias afrontan esta amenaza de diversas formas: sacando el talonario y comprando fintech o tratando de ‘digitalizar’ su negocio, sin tener muy claro cuál es el objetivo. Es lo que se ha dado en llamar la ‘disrupción bancaria’.
     
    Son la revolución en el mundo financiero, que tanto necesitaban los clientes, hartos de la lejanía y rigidez de las estructuras bancarias para adaptarse a sus necesidades. Un anglicismo, fintech (FINance + TECHnology), que ya es habitual en el vocabulario de los españoles y que, a buen seguro, será candidato a entrar en el Diccionario de la Real Academia Española en sus próximas revisiones.
     
    Son empresas de servicios financieros, de reciente creación, que aprovechan la tecnología más reciente para ofrecer productos y servicios que se adaptan a las necesidades de los particulares y empresas.
     
    Aunque el término suena novedoso, lo cierto es que algunas de estas empresas son ya viejas conocidas del mercado. Es el caso de PayPal, que lleva 18 años funcionando y que conocen muy bien quienes compran habitualmente por Internet.
     
    Aún incipiente en España, este mercado está plenamente consolidado en Europa, en especial en el Reino Unido, que es el auténtico paraíso de las fintech. Según el último informe sobre las fintech en Europa, elaborado por la Universidad de Cambridge y KPMG –elaborado con datos de 367 plataformas de crowdfunding, préstamos p2p y otros intermediarios financieros alternativos que representan el 90% del mercado–, el sector creció un 92% en Europa en 2015, hasta alcanzar los 5.431 millones de euros.
     
    Excluyendo al Reino Unido –el mayor mercado–, la industria creció un 72%, desde los 594 millones de euros recaudados en 2014 hasta los 1.019 millones de 2015. Un crecimiento levemente inferior al registrado entre 2013 y 2014, que fue del 82%.
     
    Reino Unido cuenta con la mayor cuota de mercado, un 81%, seguido de Francia, Alemania, Holanda, Finlandia, España, Bélgica e Italia. El mayor segmento de mercado son los préstamos p2p al consumidor, con 366 millones en 2015. En segundo lugar, los préstamos p2p a empresas, con 212 millones. En tercer lugar se sitúa el crowdfunding, en su variedad de participación en el capital (159 millones) y el crowdfunding tradicional (139 millones).
     
    Los sectores fintech de mayor crecimiento, según este informe, han sido el llamado crowdfactoring o invoice trading (invertir en descuento de facturas y/o pagarés), que pasó de mover apenas siete millones de euros en 2014 a 81 millones en 2015; y la financiación alternativa online a empresas, con 536 millones el año pasado, un 167% más que en 2014.
     
    Las previsiones apuntan a un crecimiento interanual conservador del sector, un 50%, lo que representaría una cifra de 8.000 millones de euros a cierre de este 2016.
     
    España: un sector en crecimiento
     
    En nuestro país, el mercado de las fintech está en pleno proceso de expansión, aunque lejos aún de las cifras que se registran en Europa. Según el mapa del sector en España, elaborado por Mooverang –una aplicación que gestiona las finanzas personales–, el mercado consta de 169 compañías, que se reparten entre ocho categorías: financiación (con un cuota del 23%), pagos (22%), préstamos (15%), herramientas de inversión (13%), agregadores financieros, tecnología financiera, criptomonedas y divisas. En cuanto a su ámbito geográfico, destaca un dato llamativo: más de la mitad (53%) se concentran en Madrid, con apenas un 16,5% en Barcelona.
     
    Mooverang, Ebury (cambio de divisas y comercio internacional), Kantox (soluciones de gestión de divisas y riesgo de cambio), Spotcap (préstamos para empresas), Peertransfer (plataforma de pagos de tasas universitarias internacionales), Factura Directa (facturación online para pequeños negocios), iAhorro (comparador de productos financieros)… la lista es cada vez más larga. Sólo el año pasado, este sector contó con un volumen de inversión de 130 millones de euros, un 39% más que en 2014. Y para 2016, las perspectivas son aún más optimistas.
     
    A estas casi 170 empresas hay que añadir otra pata importante del sector: los inversores cuyo objetivo es financiar a las propias fintech. En el mercado español se cuentan un total de 174 de estos inversores, entre empresas, fondos y business angels.
     
    Falta de regulación
     
    Uno de los obstáculos con los que tienen que lidiar las fintech en España es la falta de regulación sobre su actividad. Desde la Asociación Española de Fintech e Insurtech –una de las dos organizaciones, junto a la Asociación Española de Tecnología Financiera, que se disputan el título de patronal del sector–, su presidente, Jesús Pérez, apunta que “la falta de regulación de las fintech es una barrera para la entrada de nuevos competidores en el sector financiero”. La asociación considera que es necesario dotar de una regulación al sector para que estas empresas dinamicen la economía y permanezcan en el tiempo para generar crecimiento y empleo.
     
    Para ello, desde la Asociación Española de Fintech e Insurtech han impulsado la creación de una Libro Blanco para hacer visible a supervisores y reguladores las necesidades de estas empresas para competir en el mercado financiero. Por cierto, que para la elaboración de este Libro Blanco han puesto en marcha una campaña de crowdfunding. A eso se le llama predicar con el ejemplo.
     
    El objetivo es que el supervisor entienda que su misión es velar por el inversor sin detrimento de la innovación en el sector financiero, que es precisamente lo que las fintech aportan. Una visión opuesta a la que tiene el propio sector financiero, que argumenta que la falta de regulación es aprovechada por estas empresas. “Es al revés –apuntan desde la Asociación­–, la falta de regulación es una dificultad para el sector, porque tanto el inversor como el cliente al final tienen dudas”.
     
    La banca, contra la uberización
     
    ¿Y qué dice la banca a todo esto? Con la experiencia adquirida en otros sectores de la economía colaborativa que han sacudido los cimientos de sectores tan tradicionales como el transporte público (Uber o Cabify), se puede empezar a hablar de la uberización de la banca.
     
    Como es lógico, la primera reacción de las entidades bancarias tradicionales a la irrupción de estos nuevos operadores en el mercado que amenazan con arrebatarles a parte de su clientela ha sido cerrar filas y criticar la falta de regulación que permite a las fintech operar en su territorio. Una suerte de ‘¿cómo se atreven?’ que ya hemos visto en otras ocasiones, como la pugna que mantuvieron en su día con los establecimientos financieros de crédito (EFC) que querían arrebatarles parte de su negocio.
     
    Superado este primer momento de irritación, la banca ha entendido que el sector de las fintech ha venido para quedarse, y que no hay más remedio que coexistir con él. Frente a quienes opinan que estas empresas son la única alternativa posible para romper el oligopolio bancario, cada vez se impone más entre los expertos una postura que se ha dado en llamar ‘coopetición’ (competencia + colaboración). Es decir, que la banca y las fintech están condenados a entenderse y deben colaborar, aunque sean competidores directos en algunos nichos de mercado.
     
    Por ejemplo, José María Casero, fundador de sherpafinanciero.com, asegura que “banca y fintech son compatibles para financiar a las empresas, porque cada una de ellos participa en las diferentes necesidades y momentos. Donde no llega la banca, llegan las fintech; y donde no llegan las fintech, llega la banca. Al final, quien se beneficia es la empresa”.
     
    Por otro lado, las medidas adoptadas por algunos bancos para combatir el auge de las fintech, que se limitan en algunos casos a digitalizar sus oficinas, ha sido criticada por expertos como Jacobo Ferrando, agente financiero en Qrenta AV: “no buscamos supermercados ni ofertas generalistas, sino que se ajusten a mis costumbres, reflejadas en los movimientos de mis cuentas corrientes”.
     
    Una de las cuestiones que hay que tener en cuenta es que la banca ya no tiene la ‘exclusiva’ del acceso a los datos de los clientes para tomar decisiones sobre el riesgo que supone concederles préstamos. Cada vez más actores pueden acceder a esos datos. Y en eso se basan muchas fintech para estudiar el perfil de sus clientes.
     
    Para Javier García, socio fundador de Instituto CIES, “si la banca tradicional pretende seguir prestando los mismos servicios de siempre, con las garantías de siempre, a los clientes de siempre –y con decisiones tomadas en un departamento de riesgos a miles de kilómetros de donde se solicita el préstamo–, dejará cada vez más de lado a una parte muy relevante del mercado, que coparán las nuevas empresas tecnológicas”.
     
    Si no puedes vencerles, únete a ellos
     
    En previsión de ello, algunos bancos ya han tomado posiciones en el capital de diversas fintech, una solución más sencilla que modificar sus pesadas y rígidas estructuras: Santander, en Cyanogen; BBVA, en Sum Up, Brave, Guideline, Hippo, Coinbase, Prosper Marketplace, Holvi, Simple o Atom Bank; Bankinter, en Coinffeine; CaixaBank, en Klikin…
     
    Otra fórmula empleada por las entidades financieras tradicionales ha sido entrar directamente a competir en el mercado. Así, un total de 27 entidades financieras españolas –entre las que se encuentran Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankia, Popular, Bankinter…– han lanzado Bizum, una aplicación de pago conjunta con la que pretenden hacer frente a Samsung Pay o Apple Pay. El problema es que se están haciendo la competencia a sí mismas con sus propias aplicaciones, como BBVA, Bankinter, CaixaBank, BMN o Ibercaja.
     
    Y eso que deberían haber aprendido de recientes proyectos fracasados, como el que emprendieron en 2014 Santander, CaixaBank y Movistar, con Yaap Shopping –una plataforma para pequeños comercios– y Yaap Money –para pagos con el móvil entre particulares–. Un fracaso que dejó un factura de ocho millones de euros.
     
    El futuro
     
    Ante el asalto de las fintech al negocio bancario, las entidades tradicionales no tendrán más remedio que adaptarse y competir, en beneficio del cliente. Sobre todo, porque esto es sólo el principio. En palabras de Philippe Gelis, presidente de la Asociación Española de Tecnología Financiera, “una vez consolidad la fragmentación de los servicios financieros vendrá una segunda ola de estas empresas, que cubrirán el negocio de la banca: mantener y gestionar fondos”.
     
    Habrá que ver cuál será entonces la reacción de la banca tradicional. Lo que es seguro es que el principal beneficiado, por una vez, va a ser el cliente.

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