Los conservadores franceses votan hoy en la primera vuelta de sus primarias

Francia

Los conservadores franceses votan hoy en la primera vuelta de sus primarias

Marine Le Pen, líder de Frente Nacional

El ganador tendrá todas las papeletas para enfrentarse a Marine Le Pen por la Presidencia de la República la próxima primavera. Hoy domingo tendrá lugar el primer ‘round’ de las primarias de la derecha francesa. Una competición abierta en la que podrán participar todos los franceses con derecho a voto a cambio de dos euros y de firmar su adhesión a una declaración en la que aseguren compartir «los valores republicanos de la derecha y el centro».

El mismo precio que tendrán que volver a pagar la semana que viene si quieren participar en la segunda vuelta de ‘Los Republicanos’, el partido anteriormente conocido como Unión por un Movimiento Popular (UMP). Así, el domingo 20 de noviembre, tendrá lugar esa votación definitiva en la que se determinará quién de los dos candidatos que salgan de la votación de hoy será el representante conservador en las elecciones presidenciales que tendrán lugar la próxima primavera.

Una posición con muchas papeletas de acabar llevando a la Presidencia de la República, dada la fragmentación y el desastre en que se encuentra todo el espectro que va desde la extrema izquierda al centro liberal en el país galo. Un panorama que, a su vez, convierte en casi certeza que los contendientes en esa segunda vuelta presidencial sean el candidato que salga de estas primarias y Marine Le Pen por el Frente Nacional, el partido de extrema derecha.

Es decir, un escenario en el que, en condiciones normales, lo previsible sería que el candidato conservador obtuviese la Presidencia al agruparse los votos en torno a él para frenar a la extrema derecha, como ya sucedió en 2002 cuando Jacques Chirac sacó en segunda vuelta el 82,2% de los votos frente a Jean-Maire Le Pen, padre de Marine y entonces a la cabeza del Frente Nacional del que hace un año fue expulsado por su hija. Tiempos extraños éstos que hacen también que resulte cada vez más arriesgado hacer predicciones.

Sin embargo, sí parece poder afirmarse que los dos candidatos que saldrán mañana de cara a la segunda vuelta de la semana que viene estarán entre tres nombres. Se trata de los del exprimer ministro francés François Fillon, del expresidente Nicolas Sarkozy y del antiguo primer ministro de Jacques Chirac, Alain Juppé.

En principio estos dos últimos partían, y continúan aún, como favoritos; pero una vibrante recta final de campaña de Fillon junto con su relativo buen desempeño en los debates televisivos ha animado el tramo final de esta competición electoral. Tanto así que, según las encuestas, quien fue primer ministro bajo la presidencia de Sarkozy habría conseguido superar ya el 20% de intención de voto, que sustraería sobre todo de un Juppé en torno al 30%, y en menor medida del propio Sarkozy que estaría un poco por debajo.

La diferencia de estilos ha sido el gran valor diferencial entre unas candidaturas que no se separan en mucho en lo sustancial. De esta forma, Fillon vendría a representar la posición conservadora más tradicional, especialmente en lo social; en mitad de lo que parecía una competición polarizada entre el estilo más abierto de un Juppé, que busca llegar a los votantes de centro e incluso de centro-izquierda; y el de un Sarkozy en competición directa con el Frente Nacional por atraer a los simpatizantes de la derecha y el nacionalismo más duro.

El expresidente galo ha tirado así en un su posicionamiento político de una fuerte apelación a la figura de autoridad, sin duda de nuevo ‘de moda’ a estas alturas del siglo XXI en el panorama internacional. «Quiero una Francia que se reencuentre y que se sienta protegida» afirmó Sarkozy tajante en este sentido durante el último debate.

Mientras Juppé parece considerar que no resulta posible plantar cara al Frente Nacional ofreciendo una versión un poco más ‘light’ del mismo mensaje. “Para triunfar necesitamos unirnos. Ese ha sido el espíritu de toda mi campaña. Unir a la derecha y al centro político”, señaló así el antiguo primer ministro de Jacques Chirac apostando por la unidad de quienes tienen reticencias a Le Pen, a cuyos seguidores parece dar por perdidos.

Y, entre medias, esa reafirmación en la propia identidad conservadora que supone Fillon: “Me gustaría decirle a los franceses que no están viendo que no tengan miedo. Votad con vuestras convicciones. Es la elección que merecen los franceses”, señaló quien fuera también primer ministro, en esta caso bajo la presidencia del propio Sarkozy.

El resto de candidatos –el presidente del Partido Cristiano Demócrata Jean-Fréderic Poisson y los ex ministros Bruno Le Maire, Nathalie Kosciusko-Morizet y Jean-François Copé- llegan sin posibilidades de pasar a la segunda vuelta del domingo que viene,  según todos los sondeos. No obstante, según varios observadores, la verdadera elección ya ha sucedido.

 
O en realidad, la ausencia de ella ya que, efectivamente, estaríamos ante una elección de la forma sin verdadera sustancia debajo. Al menos esta ha sido la opinión manifestada, nada menos que por el periódico conservador Le Figaro a través de dos artículos en los que desmontaba las propuestas de los principales candidatos en dos áreas fundamentales como Educación y Unión Europea.
 
La más longeva de las cabeceras francesas ha llegado a criticar, de esta forma, que antes que en una conversación sobre políticas, estaríamos ante un hito mediático para «crear la ilusión de elegir». Y la verdad es que, más allá de la cuestión ‘identitaria’, el consenso de los tres candidatos parece apostar por una serie de reformas en economía que parecen el programa con el que se presentó Sarkozy en 2007 reforzado y ampliado.
 
Todas ellas van así en la misma dirección de liberalización económica y austeridad fiscal que también ha estado asociada a la gestión de la crisis económica en la Eurozona. Se trata así de propuestas como promover la libre negociación del tiempo de trabajo dentro de las empresas, la reducción del déficit, impulsar recortes en el sector público, poner a fin de las 35 horas o abolir los regimenes especiales.
 
Un panorama poco innovador y que, desde luego, no tiene en la apuesta por algún componente ilusionante una de sus claves para frenar al Frente Nacional. Estará por ver quién conecta mejor con las bases de la sociedad francesa en una contienda que comienza a dibujarse como la de las propuestas de los tecnócratas frente a las propuestas de identidad. Agárrense.

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