La corrupción de todos los males

Investidura

La corrupción de todos los males

Diego Carcedo

La corrupción está detrás de todos los males que sufre la vida pública española. La corrupción está detrás de todos los males que sufre la vida pública española. Ante todo es un motivo de escándalo permanente que ejemplifica la levedad del mal y complica el abordaje de otros problemas apremiantes empezando por la formación del Gobierno. Queda al margen, aunque nunca es desdeñable, el mal causado  a la pulcritud de las cuentas públicas. El bloqueo político que venimos padeciendo desde hace diez meses tiene en buena medida su razón de existir en la ola de corrupción que ha empañado la normalidad democrática desde hace bastante tiempo. Incluso es el principal obstáculo para que se confirmen este fin de semana las perspectivas de que la investidura parlamentaria salga adelante. 
 
De no haber sido por la corrupción, seguramente las negociaciones políticas habrían resultado más fluidas durante este tiempo y la necesaria formación de un nuevo Gobierno no se hubiese hecho esperar tanto. Pero para los partidos – PSOE y Ciudadanos — susceptibles de llegar a algún tipo de entendimiento con el Partido Popular,  que es el más implicado en los escándalos, el pacto se volvía mucho más difícil con el estigma de la corrupción por el medio. Llegar a acuerdos con quienes se mueven fuera de la Ley es, más que complicado, destructivo  para la propia imagen de quien se arriesga. Y esto en buena medida es lo que está en la resistencia de muchos militantes del PSOE a abstenerse.
                  
El momento para el sacrificio que tal parece que acabarán haciendo los socialistas viabilizando la investidura de Mariano Rajoy es sin duda alguna el peor en el tiempo. Los escándalos ya eran conocidos, como dijo el presidente de la Gestora, Javier Fernández, pero es ahora, en que han comenzado a verse las causas ante los tribunales cuando  salen a la luz pública con mayor crudeza y despliegue de datos. Las declaraciones de presuntos y testigos de la Gürtel, por ejemplo, son escalofriantes. ¿Cómo se puede estar traficando así con los intereses de todos como hacían una amplia ralea de desaprensivos?
 
La Justicia es lenta pero bastante inexorable y no parece dispuesta a hacer concesiones a la actividad política que se mueve con otros parámetros. Algunas personas, nerviosas ante la situación, critican que las vistas de las causas y los titulares de prensa que producen, coincidan con los problemas que dentro de los partidos – particularmente del PSOE y en menor medida de Ciudadanos – genera la votación que antes de fin de mes deberá evitar o llevar a unas terceras elecciones en menos de un año. Como si los jueces tuviesen que depender del calendario de los políticos. El problema además no va a quedar en el recuerdo en poco tiempo.
 
Después de la Gürtel, en la espera por las sentencias y recursos, vendrá el entramado de la Púnica, del cual ahora apenas se habla, y entre tanto la más que esperada comparecencia de Rita Barberá como investigada el 21 de noviembre ante el Supremo. Para esa fecha es probable que haya Gobierno en plenitud de funciones, pero con un estreno ante la opinión pública que inmediatamente se verá salpicado por los ecos del  proceso a que será sometida tan conspicua dirigente, agravado por la resistencia de la protagonista a abandonar su puesto en el Senado y la defensa que de su actuación hicieron muchos de sus compañeros en el Partido. 

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