No soy quien para dar consejos a nadie y menos a los políticos que se pelean por gobernarnos con tan escaso éxito. No soy quien para dar consejos a nadie y menos a los políticos que se pelean por gobernarnos con tan escaso éxito. Además de no ser quién, no me gusta ni creo que deba: cuando me dan consejos a mí, no les hago ni puñetero caso. Pero en esta ocasión, voy a romper con mi actitud habitual y, no voy a dar un consejo pero sí hacer una sugerencia a los partidos que acaban de encontrarse con un nuevo competidor llamado Podemos que a pesar de ser democrático y todo lo legal que quieran, asusta a un buen porcentaje del personal.
Noto en la precampaña electoral mucho interés por evitar que los votos, que hasta hace poco eran patrimonio de los partidos tradicionales, se vayan al nuevo con sus confluencias y todo, que tanta maravilla promete y tan escaso currículum muestra. Pues para conseguirlo, se me ocurre que tal vez mejor que mitinear por ahí con argumentos y descalificaciones que casi nadie escucha sería una iniciativa conjunta de todos los que se oponen a este nuevo partido, apodado emergente y liderado por Pablo Iglesias junior, cuyo populismo asusta.
Será muy sencillo: Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera podrían negociar conjuntamente – y así además se entrenan – con una agencia de viajes potente la puesta en marcha de un paquete turístico que lleve — gratis, porque de otra forma no creo que se llenasen los aviones – a Caracas o a cualquier otro aeropuerto internacional de aquella República, a miles de ciudadanos para que veraneen allí unos días con los estándares de confort de los venezolanos a condición de que al regreso lo cuenten y les muestren videos a los familiares y amigos.
Las impresiones y experiencias de los testigos oculares suelen ser más valoradas por la gente y siempre multiplicadas gracias al boca oreja que a menudo los políticos desprecian. Sería importante no hacer selecciones previas de los invitados; nada de escoger a afines o enchufados: al que le toque a ciegas y que cada uno disfrute, vea y sufra lo que quiera para que luego, al regreso lo cuente conforme a su experiencia y lo interprete según su criterio. Para muchos seguramente resultará más interesante que una entrevista en televisión.
