¡Ay Carmena!

Ayuntamiento de Madrid

¡Ay Carmena!

Durante bastantes años, años de porra y tente tieso, la jueza Manuela Carmena fue una dignísima referencia para muchos españoles víctimas del despotismo franquista. Durante bastantes años, años de porra y tente tieso, la jueza Manuela Carmena fue una dignísima referencia para muchos españoles víctimas del despotismo franquista. Sin dejar de cumplir con sus obligaciones, daba ejemplo de rebeldía activa frente a la Dictadura y en la medida que le permitía la legislación vigente, flexibilizaba su aplicación con un sentido ejemplar de la Justicia al margen de los dictados políticos. El Régimen la tenía como una enemiga que sentaba malos precedentes entre la Magistratura buscando resquicios a la hora de redactar las sentencias evitando o minimizando las penas a quienes incurrían en infracciones contra el pensamiento único, el autoritarismo de la Dictadura o el simple descontento por los abusos laborales que la impunidad permitía y aprovechaban bastantes empresarios.

Cuando ya la teníamos jubilada y convertida en un icono para la memoria de quienes la habíamos seguido en aquellos años de lucha activa, aunque pacífica, la noticia de que sería la próxima alcaldesa de Madrid, a muchos nos causó una gran alegría. Era un puesto a su medida, a la medida de sus méritos democráticos, pero también de sus capacidades demostradas para dirigir y administrar con honradez y eficacia. Y en este sentido, en lo que a ella respeta, y teniendo en cuenta las circunstancias que la rodean, creo que puede decirse que no está defraudando. Continúa dando todavía esa imagen de seriedad y honradez que siempre ha ofrecido.

Pero un Ayuntamiento, y menos un Ayuntamiento de la magnitud del de Madrid, con sus obligaciones y compromisos derivados de la capitalidad, no se puede dirigir sólo partiendo de una buena imagen personal y del reconocimiento de la intención de hacerlo bien que se le supone al alcalde. Hace falta un equipo para asesorar y ejecutar, para asumir las responsabilidades, para debatir y respaldar propuestas y nunca para crear problemas. Y eso, Manuela Carmena no lo ha conseguido. El equipo que sin duda en su mayoría ella no ha escogido, lejos de facilitar la solución a los muchos problemas existentes, nuevos y heredados, lo que hace es crearle otros absurdos y gratuitos.

Viendo lo que vemos, la alcaldesa, que es una mujer recta y enérgica, está teniendo que tragar mucha bilis, contemplar muchas gaitas, sonreír ante muchas tonterías infantiles y sentirse a menudo acusada y criticada por su tolerancia con actuaciones que a buen seguro no le gustan y, además de no gustarle, la distancian de una sociedad que, aún sin compartir sus ideas, la respetaría y valoraría su actuación. El alcalde es la autoridad de proximidad y para ejercerla debe ganarse la confianza de todos, incluidos los que no le han votado. Y algunos colaboradores de Manuela Carmena, con su inexperiencia, frivolidad y sectarismo, no le ayudan a conseguirlo, Más bien al contrario. ¡Ay Carmena! No se puede ser buen jefe teniendo al lado a un mal colaborador.

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