La fiesta del basurero

Desde el Malecón con...

La fiesta del basurero

Bandera cubana

El timbre suena con insistencia digna de un cuartel de bomberos en las primeras horas de una de las últimas mañanas de este 2015. El timbre suena con insistencia digna de un cuartel de bomberos en las primeras horas de una de las últimas mañanas de este 2015. Dos morenos, que hablan tan rápido que tal parecen se tragan las palabras, y que hay que rogarles, por favor, que deletreen su discurso, piden sin mayores exigencias que les aporten algo de dinero para la celebración del Día del Basurero.

Timo callejero de medianos quilates o ciertamente estamos a punto de que esos hombres de abnegado oficio –muy bien remunerado por cierto porque nadie se prestaba a ello- también tengan su día y estén en plena colecta para la festividad. De cualquier forma sería una sorpresa de que tal quehacer también tenga su fecha en el calendario.

Si analizamos nuestros orígenes como cubanos hay que descartar lo insignificante que pudo resultar la influencia aborigen por su fugaz papel en nuestra nacionalidad. Comprobado está que fueron fulminados por las enfermedades y la violencia colonizadora. Hay que encontrar la pista en españoles y negros, que sí se fusionaron para sin proponérselo dar origen a una nación. Y soy de los que opinan que la picaresca no vino de las selvas africanas, sino de la península Ibérica.

De mucho dudar que este par de caballeros matutinos vestidos de paisanos sean los que diariamente se dan a la tarea de limpiar la comunidad, una tarea muy mal evaluada por sus conciudadanos en asambleas populares de barrio y por quienes nos visitan. No por el factor humano, sino porque carecen de la infraestructura adecuada para mantener la ciudad sin moscas ni ratones. A tales extremos hemos llegado que un padre con algo de instrucción de la geografía española le puede dar una lección a sus hijos durante una caminata por la zona. Este contenedor dice que es regalo del Principado de Asturias, el otro de la Comunidad Valenciana, aquel de la caliente Andalucía…

A mediados de los 80s del siglo pasado, un chalet fuera de los perímetros de la ronera Havana Club, en Santa Cruz, al este de La Habana, llamó la atención de la policía por el “entraisale” de la gente. Al final, por uno de los grifos de la cocina lo que salía era puro ron. Extranjeros que conocieron la historia alababan la picardía de los cubanos. Hubo que recordarles la manera similar en que aquel avispado muchacho le robaba el vino al ciego en las páginas de El Lazarillo de Tormes.

La “lucha” en la calle es lo más parecido a un combate cuerpo a cuerpo. Todos a por la moneda fuerte o su equivalente en moneda nacional. Los que antes vendían un saco de naranjas por 100 pesos cubanos ahora ofertan por 80 la mitad del saco. Los cuidadores de autos en la calle, por sus santos testículos exigen un dólar… todos disparan los precios y tarifas.

“Viene un año difícil”, me confiesa una mujer que vive y muere en la calle y no es prostituta. También la famosa cartomántica Teté, con tripulaciones de aerolíneas extranjeras que la visitan con su capitán a la cabeza, analistas oficiales y de bolsillo, así como la llamada Letra del Año, que confeccionaron los babalaos al caer sobre terciopelo las caracolas. Todos anuncian la severidad de los próximo doce meses.

Lo dice, además, la gente en la calle, que tiene un peculiar e inigualable olfato para vaticinios futuros.

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