La Memoria de la Conferencia Episcopal para 2014 presume de que la religión católica genera hasta 32.000 millones de euros al año para el total del Estado. La nueva memoria de la Iglesia saca pecho de su contribución a la economía del país. Con dos años de retraso, la Conferencia Episcopal presentó hace unos días la Memoria anual de actividades de la Iglesia católica en España de 2014. Más allá de destacar la labor pastoral, celebrativa y evangelizadora de la institución, la cúspide eclesiástica ha apostado por defender su “aportación al Estado” en términos globales.
Los obispos calculan, en base a un estudio realizado por KPMG, que la actividad total de la Iglesia aporta al país 32.000 millones de euros, el 3,1% del PIB español. Según sus cuentas, la mayor parte de esa cantidad está generada por los bienes inmuebles en manos de la institución religiosa. “El impacto global estimado de los bienes inmuebles de interés cultural de la Iglesia es equivalente a alrededor del 2,17% del PIB de España en 2014”, apunta la memoria, que sitúa esa aportación en 22.620 millones de euros para el ejercicio de hace dos años. No en vano recuerda que “la Iglesia atiende y cuida 18 bienes Patrimonio de la Humanidad, 78 catedrales y 3.072 bienes de interés cultural”.
Además, la religión católica en España se apunta a su cuenta la riqueza generada por los “9,5 millones de eucaristías se celebran cada año”. Es decir, la Conferencia Episcopal estima que bodas, bautizos y comuniones generaron un impacto económico de casi 5.000 millones de euros (el 0,47% del PIB), y crearon más de 62.000 empleos en 2014.
Eso sin tener en cuenta los 2.600 millones en “impacto inducido” y los 2.100 millones del “impacto indirecto”, con lo que el total de las celebraciones sociales que provienen de eucaristías, según la Iglesia, aportó el 0,95% del PIB de 2014 o, lo que es lo mismo, 9.900 millones de euros. También entran en este cómputo las confirmaciones y las unciones de enfermos.
La entidad conformada por 70 diócesis y 23.071 parroquias, atendidas por 18.813 sacerdotes, se guarda otro as en la manga para defender que su presencia beneficia al Estado, y no solo a los católicos: según sus cuentas, los colegios católicos concertados “ahorran al Estado” 2.692 millones de euros. Es el balance que según los obispos generan los 2.600 centros educativos católicos en España, que se quedan con 1,4 millones de alumnos y emplean, aunque con cargo a las arcas del Ministerio de Educación, a 103.179 profesores.
“En esos centros, además de la enseñanza de los conocimientos propios de cada edad y de cada ciencia, se atiende a la formación de la dimensión espiritual del ser humano, que está abierto a la trascendencia y a la respuesta de las preguntas que dan sentido a la existencia”, afirma la Iglesia.
A pesar de las 90 páginas de informe, hay datos que año tras año no encontramos en la memoria anual de la Conferencia Episcopal, como el total de bienes inmatriculados por la entidad o monto global del dinero público que recibe la Iglesia de parte del Estado en concepto de subvenciones y ayudas. No obstante, hay alguna novedad, como el dato del número de profesores de religión católica que, con dinero público, trabajan en escuelas públicas y privadas exclusivamente en la asignatura de religión: son 25.660 docentes cuyos estipendios cuestan al Estado 700 millones de euros por año, según las cuentas de 2014.
En resumen, la Iglesia ha apostado este año por alardear de eficacia económica gracias, en parte, a los que dedican tiempo a actividades coordinadas por la religión católica, más allá de que tales tareas supongan o no un beneficio para el común de los españoles: “La actividad pastoral emplea 47,6 millones de horas de sacerdotes, religiosos y seglares, lo que supone un ahorro para la Iglesia de 1.115 millones de euros”, afirma.
“Gracias a este inmenso caudal de generosidad de quienes dedican su tiempo al servicio de la Misión de la Iglesia y teniendo en cuenta el total del dinero que ella emplea, podemos afirmar que 1 euro en la Iglesia rinde como 2,26 euros en servicio a la sociedad”, calcula la Conferencia Episcopal.
