George Soros. Ese es el único nombre hasta ahora conocido de entre los institucionales que confiaron parte de su cartera de inversión a una Telepizza que ya pierde un 23% de su valor. Los inversores que reclamaron su porción en el reestreno de Telepizza como cotizada tienen en la garganta un bocado cada vez más difícil de digerir. Desde su debut hace exactamente una semana, la compañía ha sido incapaz de probar las ganancias y los fondos que tomaron parte en su colocación inicial comparten ya pérdidas por 124,25 millones de euros.
La pérdida de estos fondos de inversión en su apuesta por Telepizza se hace aún más evidente en términos relativos, pues la cadena de restauración ha perdido ya un 22,6% del valor con el que inicialmente regresó al mercado en los 7,75 euros por acción. A pesar de que su presidente, Pablo Juantegui, presumió de haber podido colocar los títulos con holgura por 8,00 euros, su gráfica de cotización apenas ha logrado salvar este martes los 6,00 euros unitarios. Y por el camino han llegado a verse incluso los 5,80 euros.
El teórico descalabro, ya que para su cálculo no se han tenido en cuenta las posibles desinversiones llevadas a cabo desde la colocación inicial, acumula tanto valor como valen en Bolsa española compañías del calado de Tecnocom o la acerera Tubos Reunidos. Cinco veces la capitalización bursátil de Biosearch, blanco frecuente de las apuestas especulativas.
Hasta la fecha, ningún fondo ha desvelado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) sus posiciones concretas en Telepizza. Sin embargo, dado que la operación estaba reservada a inversores institucionales, se espera que sean varios los nombres destacados que en los próximos días se revelen junto al magnate George Soros como sufrientes de este tobogán bajista en el que la compañía está sumida sin remedio.
A juzgar por el abultado volumen de títulos que han cambiado de manos en las sesiones que cuentan desde que Telepizza volvió a marcar precio el pasado 27 de junio, es muy probable que muchos de estos fondos de inversión hayan deshecho parte de sus posiciones iniciales, intentando esquivar un descalabro mayor. O bien que, por el contrario, haciendo uso de técnicas de inversión especulativas hayan engordado su peso para sacar así mayor ganancia con el irrefrenable descenso de su gráfica de precios.
Apenas unos segundos después de un toque de campana que se saldó como el más bajista de la historia de la Bolsa española, el mismo Juantegui explicó que un 50% de las acciones colocadas había acabado en carteras procedentes de EEUU, mientras que un 35% había ido a parar a inversores británicos. En total, fueron 106 los inversores que, procedentes de 14 países, acudieron a la primera adjudicación de títulos de la compañía. Entre ellos se reparten las abultadas minusvalías teóricas que ya acumula un valor cuyo mejor comportamiento hasta la fecha es un cierre en tablas el pasado 29 de abril.
Entre los nombres que suenan como parte de su depreciado capital figuran Fidelity Investments, FMR, UBS, Wellington, Lazard, Alliance Bernstein y Amundi, del grupo Société Générale. Este mapa, que como confirmó el presidente dejaba una presencia poco más que testimonial para los inversores españoles, se convierte en un nuevo obstáculo para facilitar el desembarco de la inversión internacional al parqué madrileño, en el que la incertidumbre se deja ya notar en unos escasos volúmenes de negociación y en el pleno bajista con que la semana pasada se saldó la terna de estrenos que en él tuvo lugar.
