La caída de Ignacio Gónzalez alborota al entorno del PP

Detrás de la cortina

La caída de Ignacio Gónzalez alborota al entorno del PP

Las élites madrileñas, atemorizadas por los últimos vaivenes judiciales

Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid

Los últimos días han resultado propicios para el renacimiento de los conspiradores de salón. Esos diletantes que deambulan por las mesas y manteles de la Villa y Corte y ejercen el oficio de ‘correveidile’, uno de los más antiguos del mundo, con perdón de las profesionales que ejercen el otro que ustedes ya saben. Un ejército adicto al rumor y al chascarrillo que, últimamente, se ve reforzado por la incorporación de los naufrágos y prejubilados con posibles que nacieron ‘babby boomers’, entre la década de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo, y ahora tienen tiempo para todo, una agenda repleta de contactos y el pleno conocimiento de lo qué pasa. Porque lo que pasa ahora, es en realidad, lo que pasaba cuando ellos se sentaban a la mesa en la que se repartían las cartas, siempre que midamos los sucesos en esos tiempos judiciales que vuelven a convertir en presentes las fechorías pasadas.

Han vuelto de Semana Santa con las pilas cargadas, la chaqueta verde de ‘Sergio’ como renovado símbolo de la excelencia deportiva de la España inmortal y se han dado de bruces con las detenciones de Ignacio González y Javier López Madrid y el papelón que ha hecho el bueno de Francisco Marhuenda, uno de los mejores ‘malos’ de la película, que ha surgido de las tertulias políticas de moda, con el permiso de Eduardo Inda, por supuesto. Una pena, lo del presidente de la Comunidad de Madrid, dice alguno, mientras otro, sotto voce, argumenta que «todo el mundo sabía que había más de un chorizo» y que «nadie hizo nada». Y, aunque no les cae nada bien Cristina Cifuentes sienten admiración por su olfato y su capacidad para echar a correr en el momento justo y huir de la quema. «Por lo menos hasta que alguien le recuerde lo de Gustavo Villapalos«, dice otro. Frase ante la que todos asienten, pero que se queda ahí, para ser entendida sólo por los conocedores, entre los que no tengo la suerte de encontrarme, y como daga amenazante colgada en el techo del despacho de la actual comandante en Jefe del PP madrileño. Claro que ella, que sabe hacerse muy bien la ‘rubia’, según declara a alguna revista frívola, no parece tener miedo a ningún fantasma.

Quizá porque en estas refriegas, las lenguas viperinas siempre atacan a placer, aunque el 90% sean mentiras. Pero ya saben que hubo un genio de la comunicación que anticipó eso que hoy llaman posverdad y dejó escrito que cualquier mentira mil veces repetida se convierte en verdad en los cerebros de quienes la escuchan una y otra vez. Y eso, en plena guerra fratricida entre banderías descontroladas puede convertirse en una bomba de relojería y estallar cuando uno menos se lo espere. Porque no conviene confundirse y pensar que, tras el pasado congreso del PP madrileño que fue narrado como un paseo triunfal de Cifuentes, la nueva lideresa lo tiene todo bajo control. Para nada. Y mucho menos, siempre en opinión de estos tipos capaces de acusar a cualquiera sin prueba alguna y no descomponer el gesto, si acaba por quedar demostrado que la justicia ya no está bajo control y que las cuchillas van a volar bajo. Entonces, llegado el momento de echar a correr, llegará la ‘hora del sálvese quien pueda’ y a saber lo que puede salir de semejante merienda de negros.

El ‘aguirrismo’ permanece escondido, pero no está, ni mucho menos, muerto. En estos días, ya habido algún columnista que se ha atrevido a insinuar, sin ‘mojarse’ ni dar nombres, por supuesto, que las filtraciones que han terminado para siempre con la carrera de Ignacio González, y que han puesto a Esperanza Aguirre en la picota proceden del entorno de Mariano Rajoy. Pero argumentan que el presidente se ha equivocado porque no podrá sobrevivir a la debacle. Y dan por hecho que, más pronto o más tarde será sustituido por uno de los suyos. Por Soraya Saénz de Santamaría, la supuesta favorita del entorno de Prisa. El ‘comando limpio’ del PP que podría encabezar ese gobierno de salvación de la democracia por el que muchos llevan más de dos años suspirando que contaría con el apoyo de Albert Rivera, el ‘chico’ para todo de Ciudadanos y la aquiescencia del PSOE que viene, ese partido socialdemócrata domesticado que dirigirá sin lugar a dudas Susana Díaz, el verdadero martillo de los ‘podemitas’, porque se dice que no hay peor cuña que aquella que tiene la misma madera.

Y ahí llegamos a uno de los mayores miedos de los tirios, los troyanos y los mediopensionista. Que cómo es bien sabido que los referéndums -y las primarias- siempre los carga el diablo, los planes salgan mal y, de pronto, resuja de sus cenizas ese superviviente llamado Pedro Sánchez, siempre dispuesto a aliarse con Pablo Iglesias y la chusma podemita. Un mal tipo, según ellos, que puede volver a Ferraz con el ánimo vengativo y justiciero del Conde de Montecristo y liarla parda. Con lo que toca cruzar los dedos y llenar la prensa del día, y de la noche, con historias de esa Venezuela oprimida que habría llegado la hora de liberar. Y si hace falta hasta se pueden sumar a la causa algunos rostros populares dispuestos a lanzar improperios contra Nicolás Maduro, un tipo al que se puede insultar libremente sin temor a que ninguna asociación, de esas que cuentan con un abogado artista que sabe redactar querellas vaya a acusar a nadie de un posible delito de incitación al odio.

O bien, desde el otro supuesto extremo del carrusel mediático, aprovechar el 25 aniversario del AVE para poner en valor la figura de Felipe González porque nunca se sabe por donde pueden venir las bofetadas y el fuego amigo siempre ayuda al enemigo. Aguanta además bien el tipo este veterano que conserva intacta su cháchara de vendedor de motos y que, a lo mejor hizo alguna cosa buena. Y, como en los buenos tiempos de la década de los ochenta, los conservadores le escuchan embobados y suspiran porque aparezca por la derecha un líder igual de convincente. Aunque sea un poquito golfo. Pero ni lo han tenido. Ni parece que lo vayan a tener en mucho tiempo. Porque eso es lo malo, que la única figura histórica que podria moverse a su altura, el bueno de Adolfo Súarez, fue un verdadero saturno devorado por sus hijos, cuyo triste y solitario final es una buena muestra de como se las gastan por la banda derecha cuando lo que toca es correr para ponerse a salvo, caiga quien caiga.

Aunque esa misma efémeride le haya costado a Susana Díaz, como presidenta andaluza que es, una foto junto a Rajoy en el peor momento posible para sus intereses. Ella pone cara de póker, pero la prensa podemita y sus amplificadores en las redes sociales han hecho circular la instantánea por tierra mar y aire. Y hasta hay iluminados que hacen a la gestora del PSOE correponsable de los supuestos abusos cometidos en la Fiscalía por los hombre designados por un Gobierno que sólo ha podido perpetuarse gracias a la cada vez más vergonzante abstención de los diputados socialistas que permitió al PP mantenerse en La Moncloa con sólo 137 diputados. La foto y la lluvia de meteoritos judiciales de la que somos testigos, permite también a los ‘pedristas’ sacar pecho y rescatar del baúl de los recuerdos aquel ‘no es no’ que aún es su principal activo y que, por lo visto, todavía puede condicionar el futuro del socialismo español y de toda la clase politica.

Así de interesante está la cosa, caballeros. Por Madrid vuelven a caer chuzos de punta y llueve tanto que apenas se habla ya ni del independentismo catalán ni de la caída del Barça, que se ha quedado fuera de las semifinales de la ‘Champión League’. Y eso si que es un síntoma de que el personal anda descentrado y no sabe muy bien ni a quién le toca ahora dar la cartas, ni quien será el táhur capaz de hacerse con el impresionante alijo que le va a tocar al ganador de la partida. Aunque esta vez el triunfo puede ser amargo y tener unas consecuencias más devastadores que una derrota dulce y honrosa. Porque, amigos, ya lo decían esos chicos y chicas tan simpáticos de ABBA, los reyes indiscutibles del pop pegadizo y resultón:. Aquí no ya hay vuelta atrás y está vez parece que sí que va a ser cierto aquello de que ‘el vencedor’ se lo lleva todo. O eso se dice, entre sonrisas cómplices, el grupo de intoxicadores profesionales al que me he referido al principio de este articulo.

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