Los socialistas galos, profundamente divididos, ven cómo algunos de su diputados no parecen dispuestos a aprobar el programa en la Asamblea Nacional. El nuevo primer ministro de Francia, Manuel Valls, parece decidido a acatar las órdenes de Bruselas y buscar la viabilidad económica del país recortando 50.000 millones de euros en los próximos dos años. Su ímpetu, sin embargo, podría costarle la carrera política a su jefe: el mandatario galo François Hollande.
Cuando Valls presente a finales de este mes los detalles concretos del programa de 50.000 millones de euros de recortes los diputados socialistas tendrán que aprobarlos o rechazarlos. Y si esos recortes no fuesen aprobados en la Asamblea Nacional conforme se vayan presentando, el presidente perdería su mayoría parlamentaria, con unos riesgos políticos y financieros enormes.
En apariencia, Hollande y Valls cuentan con el apoyo del resto de ministros y de la mayoría parlamentaria que ostenta en la actualidad el Partido Socialista. Sin embargo, tal y como informaba Le Monde este pasado lunes, no es oro todo lo que reluce y puede que no todos los diputados socialistas estén por la labor de firmar este programa de austeridad.
Según informa el rotativo galo, durante todo el fin de semana varios altos cargos del Partido Socialista han ido presentado alternativas económicas a los recortes de Valls, adivinando de este modo una división de gran calado en el seno del partido. Si esas alternativas no se tienen en cuenta, tampoco está claro que estos diputados vayan a plegarse a los deseos de Hollande y su nuevo delfín.
El gran problema del líder socialista es que ya no le quedan muchos más cartuchos que quemar. Tras dos años de mandato, y después de la debacle electoral registrada en los comicios municipales, reformó su gabinete hace unas semanas. Sin embargo, su popularidad no ha crecido por ello y las encuestas más recientes le sitúan en un mínimo histórico inferior al 20%. Mientras tanto, el paro sigue creciendo en el país y, al otro lado de la frontera, Bruselas exige agarrar el torno por los cuernos de una vez por todas.
