El Gobierno de Angela Merkel intenta marcar distancias con el poderoso Bundesbank, uno de los que más se han opuesto al programa de compra de bonos anunciado ayer por el presidente del BCE, Mario Draghi. La última muestra la ha dado el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que ha defendido en público el programa.
“Es política monetaria, no el comienzo de la financiación monetaria de la deuda soberana. Eso no sería aceptable, pero no lo es, no lo es”, ha reiterado la mano derecha de Merkel en asuntos económicos.
En la misma línea, ha defendido que los medios alemanes exageraban las consecuencias de la política del BCE, que, no obstante, contó sólo con un voto negativo, el del presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. Sí contó con el apoyo del otro miembro alemán en el consejo del BCE, Jörg Asmussen.
“El BCE solamente comprará bonos soberanos de aquellos países sujetos a “duras condiciones para acometer reformas”, según ha asegurado este viernes el representante alemán en el comité ejecutivo del instituto emisor, Jörg Asmussen, que ha salido de este modo al paso de las críticas vertidas desde Alemania al nuevo plan de compra de deuda soberana presentado ayer jueves por Mario Draghi.
“Sólo pueden llevarse a cabo (las compras de bonos) si el país afectado se somete a duras condiciones para acometer reformas. Esto es un imperativo y una condición necesaria para que actuemos”, ha aclarado Asmussen en declaraciones a la emisora germana Info radio Rbb.
Asimismo, el ejecutivo alemán del BCE rechaza el riesgo de que esta actuación relaje el control de las expectativas de inflación, ya que estas compras serán completamente esterilizadas por la entidad.
“Hacemos nuestra parte en política monetaria, perturbada a nivel de la zona euro, pero los gobiernos tienen que hacer su parte, en política fiscal y reformas estructurales”, añadió.
