La rentabilidad de la deuda griega se dispara a máximos desde el Brexit ante la división del FMI

La rentabilidad de la deuda griega se dispara a máximos desde el Brexit ante la división del FMI

Euro frente al Partenón

Una de las claves de la discusión abierta en la cúpula del FMI pasa por respetar o suavizar que Grecia deba alcanzar un 3,5% de superávit primario en 2018. La división interna del Fondo Monetario Internacional (FMI) en torno a cuáles deben ser los próximos pasos con Grecia está pasando una dura factura al país balcánico. Los bonos a dos años emitidos por Atenas han alcanzado ya un coste del 9% para las arcas públicas helenas, una rentabilidad que no habían tenido que asumir desde el Brexit.
 
El repunte de los rendimientos exigidos a la deuda soberana griega tiene como origen las declaraciones que ayer lunes apuntaban a una amplia división en el seno del FMI sobre el estado de la economía griega y la necesidad de imponer o no nuevas reformas económicas y fiscales en el país para seguir prestando ayuda monetaria. La discusión de fondo en torno a este tema es si Atenas cuenta ya con herramientas suficientes como para haber hecho sostenibles sus obligaciones de deuda.
 
Uno de los puntos clave de la discusión entre los miembros de la cúpula del FMI está en la cota del 3,5% de superávit primario que se ha fijado como objetivo para las arcas públicas griegas en el año 2018. Mientras que algunos altos cargos del organismo que preside la francesa Christine Lagarde respaldan esta exigencia como clave, otros se alinean con las tesis de varios países acreedores de la Unión Europea y consideran que los ajustes implantados hasta la fecha son suficientes para comenzar la senda de la estabilidad.
 
Ante esta división, las más recientes estimaciones del organismo monetario fijan el superávit primario -que es el resultante de la aplicación de los presupuestos antes de hacer frente al vencimiento de emisiones de deuda- en el entorno del 1% para el cierre del próximo 2018. Una cota que para algunos directivos de la institución se antoja raquítico a pesar de los esfuerzos del gobierno de Syriza por reducir los gastos gubernamentales e incrementar la recaudación fiscal.
 
Las tensiones sobre la evolución de precios y rentabilidad de los bonos y letras emitidos por Atenas se han multiplicado desde que la semana pasada salió a la luz un informe del FMI en el que se apuntaba hacia la necesidad de que los socios de la Unión Europea aceptasen una nueva reestructuración de la deuda del país para aliviar sus finanzas. Esto implicaría una quita en los importes adeudados por el país mediterráneo, una posibilidad contra la cual se han revelado muchos socios de la moneda común europea, con Alemania al frente de los mismos.
 
En cualquier caso, del futuro de la brecha abierta en el FMI, reacio a mostrar divisiones en su seno después de sus habituales reuniones a puerta cerrada, dependerá en un grado superlativo la participación financiera del mismo en el nuevo rescate a la economía helena por 86.000 millones de euros. De esta partida estará pendiente también cómo afrontará Atenas las obligaciones de pago por 7.000 millones de euros que, como es habitual, tiene pendientes para el próximo mes de julio.

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