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¿Por qué podrían estar las últimas encuestas sobrevalorando a Trump?

Elecciones en EEUU

¿Por qué podrían estar las últimas encuestas sobrevalorando a Trump?

Donald Trump, candidato del Partido Republicano a la presidencia de EEUU

Pese a la reacción de pánico de los principales mercados bursátiles ante los sondeos de esta última semana, existen al menos cuatro factores que apuntan a que las posibilidades de Clinton siguen siendo muy mayoritarias. Las elecciones estadounidenses se han caracterizado en esta última semana por un relato que habla de remontada y de miedo. Así, la tendencia de las últimas encuestas señala que la ventaja de Hillary Clinton se estaría evaporando conforme se acerca el día de la votación: este martes.
 
Como consecuencia, las principales bolsas del mundo han reaccionado alarmadas y por ejemplo, el S&P 500 acumula en los ocho últimos días un descenso del 2,9%, su racha más larga de descensos desde la crisis financiera de 2008. Por el contrario, los inversores internacionales han acudido a refugiarse en activos considerados ‘seguros’ como el oro o el franco suizo.
 
Es decir, tanto las encuestas como los ‘merados’ parecen coincidir en una misma conclusión: la posibilidad de una victoria de Trump es más real que nunca. El punto de inflexión parece haber sido el anuncio de hace algo más de una semana del director del FBI, James Comey, del hallazgo de nuevos correos electrónicos enviados desde el servidor privado de la exsecretaria de Estado.
 
Un anuncio que ha suscitados suspicacias respecto a la imparcialidad de Corney, en el pasado simpatizante declarado de los republicanos, pese a haber sido nombrado bajo la presidencia de Obama. Y, con ellas, alguna historia tan rocambolesca como la que apunta a una lucha de poder interno entre la CIA, que sería más partidaria de Clinton; y el FBI, que mantendría una profunda animadversión hacia ella.

Sin embargo, parece más probable que, como ha señalado el New York Times, con dicha filtración, el FBI quisiese blindarse ante las acusaciones que podrían llegar después. Una hipótesis que se vería reforzada por la campaña especialmente destructiva que hemos vivido.

De hecho, a tenor de una encuesta que ha publicado la propia ‘Dama Gris’, la de Trump y Clinton ha sido la campaña presidencial más “sucia” de la historia. Ocho de cada diez votantes aseguran que la carrera electoral les deja repugnados por lo vivido y apenas una minoría cree que no existe ninguna posibilidad de fraude electoral: solamente el 25% de los que se declaran votantes de Clinton y el 2% de los de Trump.

Y probablemente este mismo clima de máxima tensión, que ha estado generando un ambiente tan polarizado, sirve para justificar lo que podría ser una sobre reacción tanto de los mercados, como de los resultados que dejan entrever esas últimas encuestas. En primer lugar, porque conviene tener en cuenta el reparto de delegados en el Colegio Electoral.

Baste recordar que es necesario obtener la mitad más uno de los 538 compromisarios, es decir, 270; que estos se reparten de forma proporcional a la población de los Estados; y que salvo en Maine y Nebraska, el ganador de cada Estado se queda con todos los delegados. De esta forma, al igual que sucedió en 2000 en que Gore ganó en voto popular a George W. Bush, la victoria en número de votos podría no corresponder con quien obtiene la presidencia al obtener esa mayoría de delegados en el Colegio Electoral.

De esta forma, conviene tener en cuenta que la ventaja de Hillary Clinton parece lo suficientemente asentada en los Estados que necesita ganar para llegar a esa mayoría en el Colegio Electoral. Así, incluso si Trump consiguiese la victoria en Ohio, Iowa, Florida, Arizona, Carolina del Norte y New Hampshire, donde las encuestas muestran una tremenda igualdad; todavía necesitaría ganar al menos en uno de los siguientes Estados: Nevada, Pennsylvania, Michigan, Wisconsin o Colorado, donde Hillary es favorita.

Más aún, cuando en este año caracterizado por las sorpresas electorales y el auge de los movimientos políticos anti-establishment, al menos sí hay algo en lo que la política tradicional está manifestando tener una ventaja. Se ha señalado en repetidas ocasiones que el equipo de campaña de Clinton lleva muchos meses, incluso años, desarrollando una estructura sobre el terreno.

Esto quiere decir que tiene equipos de gente en los Estados decisivos que se encargan de intentar movilizar al votante indeciso. Un factor con el que el caótico Donald Trump, que hasta la parte final de campaña se ha manifestado incapaz ni tan siquiera de respetar él mismo los mensajes principales que quería transmitir,  no puede contar.

En este caso su gran ventaja de ‘outsider, se ha convertido en su gran debilidad. Más aún cuando el voto adelantado representa un porcentaje decisivo en la mayoría de Estados claves y ese es un trabajo que los demócratas ya han ido haciendo durante las últimas semanas, y sobre el que, por motivos obvios, las noticias de las últimas semanas no han ejercido influencia.

Por ejemplo, el estado clave de Arizona ha registrado el mayor incremento en voto anticipado de latinos en todo el país. Es decir, un grupo de población que en su gran mayoría opta por Clinton ya ha depositado su papeleta en un Estado decisivo.

Un incremento del voto anticipado de la población latina que tampoco ha tenido precedentes en otros Estados clave como Florida, Georgia, Carolina del Norte, Nevada o en la parte norte de Virginia. En esta zona, granero de voto de Clinton por su vecindad con Washington D.C. (donde mayor diferencia obtienen tradicionalmente los demócratas respecto a los republicanos), que hace que mucha gente que trabaja allí decida vivir en esa zona, el incremento es de un 31% respecto a lo sucedido hace 4 años; mientras que en el resto del Estado, más adverso a Clinton, es tan solo del 0,02%.

Pero además existen motivos para creer que las encuestas podrían estar sobrevalorando el voto oculto a Trump. Una afirmación que puede resultar aventurada en un año en que ha sucedido todo lo contrario en citas electorales muy destacadas como los referéndums de Colombia o Gran Bretaña en los que el voto de protesta acabó manifestándose mayor de lo que se preveía; pero esta vez podría estar sucediendo lo contrario.

Por un lado es cierto que las encuestas que se han realizado a través de mecanismos ‘automáticos’, sin interacción humana, están manifestando un mayor porcentaje de voto para Trump. Esto parecería corroborar que efectivamente existe un fuerte voto oculto, ante la vergüenza de muchos electores por reconocer su opción.

Sin embargo, también es cierto que tradicionalmente las encuestas tienden a ponderar peor el peso que finalmente tienen los votos de las minorías raciales a las que les cuesta más llegar. Es decir, estarían teniendo un peso mayor de lo que les corresponde grupos de población que son más fáciles de alcanzar o tienen mayor propensión a responder en los sondeos.

Así por ejemplo, hace cuatro años la media de los sondeos apuntaba a que Barack Obama ganaría Nevada por tan solo 2,8 puntos. Finalmente lo hizo por 6,7.

Por último, conviene tener en cuenta que en lugar de las oscilaciones de las últimas semanas, lo normal sería que el resultado electoral estuviese más en sintonía con la media de toda la campaña. Es decir que se produjese una regresión a la media.

Especialmente si se tiene en cuenta que precisamente por haber sido esta una campaña tan polarizada, no resulta tan creíble que se haya podido producir la oscilación que según las encuestas tuvo lugar en los últimos días. De hecho, esta tendencia pendular ya se habría comenzado a manifestar en los sondeos que han visto la luz en las últimas horas.

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