Los cinco problemas económicos que tiene que resolver China

Los cinco problemas económicos que tiene que resolver China

Bandera de China

En la teoría el cambio que quiere Pekín suena sencillo: dejar de ser «el taller del mundo» y convertirse en un país innovador que cree cosas nuevas. Durante muchos años los líderes chinos fueron admirados por conseguir un crecimiento de dos dígitos al parecer sin grandes esfuerzos, pero desde hace un tiempo la segunda mayor economía del mundo crece a su menor ritmo en 25 años.
 
En la teoría el cambio que quiere Pekín suena sencillo: dejar de ser «el taller del mundo» y convertirse en un país innovador que cree cosas nuevas. Pero la manera de conseguirlo no es fácil. A continuación, los principales desafíos que enfrenta China:
 
DEUDAS: Mientras que la deuda estatal china es controlable, la privada, sobre todo de las empresas, aumenta sin parar. Desde 2007 se calcula que se ha duplicado lo que deben las compañías chinas, y los bancos tendrán que hacer frente previsiblemente en los próximos años a casos crecientes de impago. Pekín presentó un plan polémico para limitar el endeudamiento: los bancos estatales perdonarán a las empresas parte de su deuda y a cambio se quedarán con acciones. Los críticos creen que la medida no hace más que ganar tiempo. A largo plazo solo habrá una reducción de las deudas si las compañías vuelven a arrojar beneficios.
 
EXCESO DE CAPACIDAD: Industrias pesadas como la del carbón, el acero y otras pasan por un mal momento en China. Con la perspectiva de un boom económico constante en el país construyeron muchas más fábricas y emplearon más trabajadores de los realmente necesarios para cubrir la demanda. Por eso, en los próximos años Pekín quiere recortar 150 millones de toneladas de exceso de capacidad en la industria del acero y unas 500 toneladas en la del carbón. Millones de trabajadores tendrán que cambiar de rubro o jubilarse de forma anticipada.
 
COMERCIO EXTERIOR: Las cifras publicadas hoy dan un mensaje claro: el comercio exterior chino está frenado. Las exportaciones cayeron un 10 por ciento respecto a hace un año y las importaciones un 1,9 por ciento. Los productores sufren sobre todo por la débil demanda internacional, que no consume tantos productos chinos. Pekín intenta cambiar el foco de la producción del «taller del mundo» a una economía más innovadora. También quiere alimentar el consumo interno con un mayor sector de servicios. Pero son reformas que requieren tiempo.
 
MERCADO INMOBILIARIO: Los precios inmobiliarios suben a un ritmo de vértigo. En los primeros nueve meses de este año aumentaron casi un 14 por ciento, y se trata solo de los valores medios para las 100 mayores ciudades, ya que en las megalópolis la tasa es aún mayor. No es un problema nuevo, porque ya hace 10 años que se advierte de la burbuja inmobiliaria china que hasta el momento no ha estallado gracias a que el Gobierno pone el freno una y otra vez. Por ejemplo, ahora en Pekín quienes compran su primera vivienda tienen que tener un 35 en vez de un 30 por ciento del precio total para poder adquirirla, y otras ciudades van más allá y establecen que no se puede revender una casa con beneficios en menos de seis meses.
 
COMPETENCIA: Tras las medidas aprobadas por el Partido en 2013, el mercado debía convertirse en el principal motor de la economía, pero por el momento no se aprecia el cambio. El poder de las empresas estatales y el proteccionismo local impiden las reformas. Y la situación tampoco ha mejorado para las empresas extranjeras, que exigen que se levanten las barreras a la inversión que en cambio el capital chino no tiene en Europa ni en Estados Unidos.

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